Madres de imprevisto (M-Preg Yaoi)

Capítulo 7: Mundo Pequeño

Zeth estuvo más de solo unos días en la casa de Joshua, pasó toda la semana conviviendo con la recién pareja del rubio y el castaño, pero no pudo acompañarlos a fuera de la casa, seguirá recluido por su misteriosa amenaza del exterior hasta el día del viernes cuando recibió el mensaje de que todo estaba bien.

"Encontramos al topo, todo está bien"

Al fin el chico de cabello azul podía respirar tranquilo el aire del bosque sin temor a que lo hubieran seguido hasta ese lugar. Adam vio su buen humor y supo que al fin tenerlo ahí como un metiche se acabaría, no era que no lo quisieran, era solo algo incómodo tener que ser melosos y planear su paternidad con ese chico mirando.

Para celebrar el rubio lo invitó al bar, dijo que le daría tragos de cortesía si llevaba a sus amigos y él aceptó gustoso, le empezaba a caer bien el novio de su sobrinito. Hizo su viaje en autobús hasta el otro lado de la ciudad para llegar a la casa rodante que compartía con Nancy, su hermanastra. Al llegar ella estaba en su usual lugar en el sol, viendo pasar los autos hasta que le vio y se puso histérica.

Le reclamó por su desaparición, le reclamó el hecho de por qué seguía en ese horrible lugar de apuestas, lloró por sentirse tan angustiada y también por el hecho de no poder tener una vida tranquila (aunque no lo dijera). Zeth calmó a la chica con un abrazo, no podía hacer más, él no tenía como pedirle perdón por tanto caos que había traído a su vida. Al entrar buscó el fajo de dinero que tenía escondido en una lata de comida y lo contó, esto podría bastarle a Nancy para poder pagar una universidad y mejorar su vida, aún era joven y tenía mucho potencial.

Él no, ya sabía que su vida estaba bastante limitada. Debía admitir que la herencia de su padre era muy tentadora, pero él no estaba listo para asumir un cargo de cabecilla, aunque Josh pudiera echar a los Vega para siempre él no tenía madera de líder. Lo que más anhelaba era una vida sencilla, libre y cómoda, estar en paz por un momento.

Desde que nació su vida nunca estuvo quieta, o si debía viajar con su padre de ciudad en ciudad, o si debía cuidarse de ser asesinado por su propia familia, después ser arrastrado al mismo infierno dónde encontró un padrastro mentiroso y abusivo, la muerte de su madre, huir de la miseria... Por primera vez quisiera vivir en una sola casa, estar a gusto en un hogar, tener a alguien que me abrace con cariño y comprensión...

Bueno, era un sueño muy lindo para un pobre chico maltratado.

De mientras Adam había podido entablar una mejor conversación con ese chico que iba a la misma consulta por su embarazo. Empezaba a caerle bien, era fácil hablar con él pues era callado, escuchaba sin interrumpir al rubio mientras se quejaba de las nimiedades de su vida. Adam apreciaba eso, y en un momento le pidió su número de contacto y también le invitó a ir al Satín de noche (aunque claro, él no iría).

Aquella noche de viernes era como todas las demás, muchos clientes ebrios, gente bailando, música tronando en las bocinas y claro mucha propina para los meseros que solo sonreían y proveían de alcohol a los demás. Adam estaba ahora en la caja registradora como un suplente, recibió ese mini ascenso para que cuando no pudiera estar de pie se quedará sentado en la barra sin mucho esfuerzo físico.

Estando ahí podía ver a todos los que llegaban, la caja estaba en la entrada flanqueada por vidrio polarizado y solo la rendija del dinero cómo única vía de comunicación con los clientes. Era un lugar estupendo pues de lado derecho tenía un vidrio transparente dándole la vista del interior del bar y del lado izquierdo la entrada de la calle, había una pequeña cortina que lo separaba del pasillo del personal y por dónde se conectaba a la cocina. Estuvo dando algunos maratones al baño pues el olor del queso fundido de los nachos lo estaba asqueando, tuvo suerte de regresar a tiempo para ver a Zeth en la entrada.