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Otra vez Lunes, otra vez al trabajo.

Entraste a comisaría y viste a Ivanov atendiendo a un civil que probablemente estaba asentando una denuncia.

Pasaste por su lado y le sonreíste a modo de saludo.

El solo te dedicó una mirada silenciosa.  

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Estabas a punto de ponerte la remera del uniforme cuando escuchaste la puerta del vestidor abrirse de golpe.

¡Ahhh!

Intentaste ponerte la remera rápidamente pero para tu buena suerte está se trabó en tu frente y no la podías bajar del todo.

-¿Necesitas ayuda con eso?-

Conocías esa voz.

-¡Sal de aquí! ¿Nadie te enseñó a tocar la maldita puerta?-

Te sentías muy vulnerable al no ver y estar medio desnuda frente al imbécil de Ivanov.

-A ver cálmate ¿sí?- Te tomó por los brazos.

-¡Suéltame maldito pervertido!- Continuaste gritándole.

Ivanov rio frente a tu comentario. No eras rival para nadie en ese estado.

-Tranquila, déjame ayudarte-

Tomó el dobladillo de la remera y lo deslizó hacia abajo con cuidado.

-¿Mejor?- Dijo retrocediendo un poco.

Lo miraste nerviosa y con la cara roja de vergüenza. Aunque ahora ya podías ver la cara del alegre comisario.

-Ni Torrente es tan inoportuno como tú, Alexander- Te cruzaste de brazos.

-Tomaré eso como un gracias-

-Muérete- Pasaste por su lado y lo ignoraste.

Fue tras de ti y te abrazó fuerte por la espalda, para cargarte.

-¿Qué haces? Bájame tarado- Intestaste sonar molesta.

Comenzó a girar contigo en brazos.

-No hasta que me agradezcas como se debe por haberte salvado la vida de forma tan heroica- Habló divertido.

-¿Qué puedo hacer por mi héroe?- Le seguiste el juego.

-Besarme estaría bien, pero me conformo con un abrazo por ahora-

Dejó de girar y te bajó.

Volteaste para mirarlo.

Sonreíste ante su altanero semblante.

Lo abrazaste por los hombros de manera amistosa.

En estas dos semanas habías llegado a tener cierta complicidad con Ivanov y Volkov, pero más con el primero. Él siempre era el que te alegraba las mañanas con sus ocurrencias junto a Torrente, sin duda se habían vuelto amigos casi de inmediato.

Obviamente no pasabas por alto el exceso de atenciones que tenía contigo, ya entendías a que quería llegar pero siempre lo ignorabas por su evidente condición de Don Juan.

-Joder, si sabía que me premiarías así, te hubiera pedido que me mostraras las tetas o algo mejor- Te abrazó fuerte.

Te separaste de golpe y le diste un puñetazo.

-Siempre tienes que arruinarlo ¿no?

-¡Ah! Mierda que pegas- Se acarició con cuidado la mejilla.

🌘 𝓪𝓬𝓻𝓸𝓷𝓲𝓬   🌘Donde viven las historias. Descúbrelo ahora