Había pasado un mes desde la alocada noche junto a tus compañeros. Y aún hoy, seguían burlándose de ti, por haberte dado un chapuzón en el lago al igual que Greco.
De Torrente por haberse desplomado como dirigible.
Pero el chiste supremo en comisaria, era sin dudas Leónidas y como abandonó a sus colegas por unas bragas, como lo decían los españoles.
Siempre te causó mucha gracia su forma particular de llamar a ciertas cosas.
Hasta hoy todo iba de maravilla. Tú trabajo ya era estable y con tus crecientes ahorros muy pronto podrías comprar una casa propia.
El grupete de policías y tú estaban más unidos que nunca, aunque como siempre Ivanov destacaba frente a los demás, sin dudas se había vuelto un hermano para ti y Volkov lo seguía siempre de cerca ya que era obvio que eran el dúo dinámico, pero no les molestó hacerte un lugar.
Incluso Conway estaba más benevolente que cuando lo conociste.
Si pudieras resumir al ambiente que te rodeaba, en palabras, esas serían "comodidad y calidez".
Por otro lado estaba el siempre dulce Greco, con quien congeniabas a la perfección y en estas últimas semanas su vínculo no hizo más que crecer.
Comenzaste a recapitular muchos momentos dulces o vergonzosos a su la lado y te diste cuenta que cada uno valió la pena.
Porque fueron a su lado.
No no, maldita sea.
No puedo arruinar todo con mis estúpidas fantasías.
-¡Espabila coño!-
Alexander te gritó mientras te dio un leve empujón.
-Ya ya. Estoy despierta- Reíste y le devolviste el empujón.
-Ya era hora. Me empezaba a preocupar esa caramerluza que me llevas- Dijo poniendo los dedos en su barbilla, fingiendo pensar.
-Recuérdame por qué sigo dirigiéndote la palabra- Hiciste una mueca.
-Tal vez porque soy el mejor comisario, el más fuerte y el más guapo por cierto- Rio al abrazarte.
-Además de que soy el único que no sale corriendo cuando haces esa cosa extraña de hablar con la mirada perdida- Te abrazó tiernamente.
El único no.
Instantáneamente la sonrisa amable de Greco, se dibujó en tu mente.
Sin darte cuenta te dejaste llevar por tus imágenes mentales y abrazaste a Alexander, quizá de forma demasiado cariñosa. Y para cuando quisiste alejarte, él ya te tenía bien agarrada sin muchas ganas de soltarte en un corto plazo.
Calmando tus escalofríos y gritos internos de auxilio, te fundiste aún más en ese abrazo que quizá no fuera para tanto pero en ese momento significaba para ti, la cúspide del bienestar.
Ojala todo pudiera estar así de bien para siempre.
-¿Están cómodos los señores? ¿Les ordeno otra cosa? ¿Un cuarto quizá?- La voz provenía desde atrás, una que ya conocían a la perfección.
Se congelaron en su lugar automáticamente, esperando lo peor.
Que llegó.
-¿Dónde coño pensáis que estáis? Le refresco la memoria. ¡Están en mi puta comisaria y trabajan para mí!- La voz de Conway sonaba cinco veces más enojada que de costumbre. Y vaya si se había molestado, que empezó a darles con la porra.
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🌘 𝓪𝓬𝓻𝓸𝓷𝓲𝓬 🌘
RomanceAcrónico: [astro] Que nace al ponerse el sol y se pone cuando éste sale. Son bastante opuestos, pero llegan a ser uno solo cuando están juntos.