Capítulo 5: La visita

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— ¿Lirios o tulipanes? —. Preguntó mi mamá.

— Rosas —. Contesté sin prestar atención.

— ¿Para una boda? —. Su cara de confusión fue notoria. Negué con la cabeza intentando despejar un poco las brumas que me invadían.

Para ser honesta llevaba alrededor de dos horas pensando en cómo era posible que Will estuviera a solo unos metros de la casa en la que yo vivía. Me planteé incluso la posibilidad de qué tal vez yo había soltado información de más mientras estaba ebria y ahora él me perseguía. Aunque eso era un poco absurdo, después de todo, luego de que se enterara de edad, me dejó muy claro que lo lamentaba y que debía acabar lo que sea que haya sido eso.

Bueno, al menos en algo concordábamos, y es que yo tampoco tenía idea de lo que había pasado.

— Mami lo siento, tengo la cabeza en las nubes—. Me excusé.

— ¿Es por el instituto? —. Preguntó. Sus ojos claros iluminándose en seguida —. Sabes que para eso aun falta un poco, cariño.

Evité rodar los ojos porque sabía que eso le disgustaba, pero ganas no me faltaban. Odiaba pensar en eso, en tener que ser la nueva, era agobiante, aún más luego de que el primer día aquí, mi papá había logrado contactarme, y detestaba tener que ocultárselo a mi mamá, pero no quería causarle problemas ahora que al fin se veía realmente feliz.

— Sí, es cierto—. Sonreí con los labios apretados e intenté darle la razón. Estaba a punto de despedirme para poder ir a mi habitación, pero sus palabras me detuvieron en seco.

— ¿Emma, aún quieres conseguir un empleo?

Si fuera posible estoy segura que mis ojos hubiera salido saltando de mi cara. Asentí con energía y me acerqué a ella.

— Bien, se qué no quieres trabajar en la compañía de Calvin, pero tal vez él pueda ayudarte a entrar en alguna otra compañía, claro que como pasante y así adquirirías experiencias para la universidad, solo... si quieres.

Mi rostro se iluminó en seguida. Había deseado tanto poder cumplir diecisiete para finalmente empezar a trabajar, que sentía como si fuera un sueño.

*** *** ***

Habían papeles regados por mi cama, dos rotuladores y una carpeta. Llevaba horas leyendo las referencias de las empresas en las que podía entrar, pero no había nada que realmente me llamara la atención.

Al final un poco decepcionada dejé de lado mi computadora y caminé hasta el balcón, esperando ver a mi vecino. Para mi mala suerte su auto no estaba ahí, por lo que supuse que el tampoco estaría. Y como efectivamente soy la reina de las malas decisiones, una loca idea cruzó mi cabeza, aunque intenté reprimirlo, al final había ganado mi curiosidad.

Tuve que esperar un largo rato para que Calvin al fin saliera con mi madre, y temiendo que después de tanto William estuviera de regreso, me acerqué a la casa frente a la mía. Era imponente, en colores oscuros y con muchas plantas que hacían una bonita decoración, pero sobre todo, hacían un poco más fácil el ingreso.

Con mis últimas fuerzas había logrado entrar.

Esto debe ser un propósito de Dios porque no se como no me rompí un hueso.

Por dentro, tal como recordaba haber visto hace un par de horas cuando entró Will, había un extenso patio, una piscina y un horno de aquellos hechos en la pared. El lugar era bastante amplio, era elegante y...

¿¡Hay alguien más aquí!?

Los nervios me invadieron cuando escuché voces como de una mujer que se venia acercando. Solo podía repetirme que era una estúpida por no haber sido más precavida.

Culpa MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora