Oficialmente parecíamos dos tantos mirándose a través de balcones a mas de tres metros de distancia. No era que lo romántico no me gustara, pero en las películas lucía diferente. Yo me sentía algo rara y ademas el viento era tan fuerte que la piel de mis brazos desnudos se erizaba y me hacía tiritar.
Le sonreí negando con diversión, dispuesta a cerrar las puertas y entrar, pero con un gesto me indicó que esperara y escribió algo en su teléfono. No tardó para que un mensaje me llegara.
"¿Quieres ir a caminar un rato?"
Asentí sin pensarlo demasiado, aún cuando no había perdido permiso. En realidad no me importaba mucho, solo debía ser cuidadosa para que no me descubrieran.
Cerré y finalmente me adentré en la calidez de mi habitación. Aun no lograba acostumbrarme, pero era cómoda y grande, y esas eran buenas iniciativas.
Llevaba unos pantalones finos azules y una blusa de tiras blanca, era lo suficientemente delgado como para pescar un resfriado, así que tomé una chaqueta algo grande y me la puse, cubriendo todo mi cuerpo.
Unos minutos después me encontraba cerrando la puerta de ingreso detrás de mi con mucho cuidado.
Volví a poner mis tenis que lamentablemente hacían ruido al pisar y me los había tenido que sacar.
Frente a mi estaba él. Lo observé de nuevo, de pies a cabeza, sorprendiéndome de lo bien que se le puede ver a alguien unos simples pantalones negros, una camisa sencilla y una campera en los mismos tonos opacos.
— Vaya, es la primera vez que no tendré que darle mi chaqueta a una chica—. Dijo, observando con diversión la tela gruesa que me envolvía.
Sonreí y caminé hasta estar muy cerca de él, —. Will, esas cosas no se dicen en una primera cita.
Su boca levemente curvada en una sonrisa se esfumó, y no evité soltar una carcajada para finalmente salir hasta la calle. William me siguió y pronto ambos estábamos caminando en cualquier dirección.
— Relájate, ya se que no es una cita, fuiste claro cuando dijiste que a ti te repelen las niñas jóvenes y guapas como yo.
Había logrado con mi comentario que volviera a sonreír y como si nada se sintió la conexión entre ambos más relajada.
— No dije eso, es solo que no puedo permitirme este tipo de... cosas.
— ¿Divertirte? —. Pregunté enarcando una ceja y arrancando una pequeña hoja que a mis costados crecía en unos frondosos arbustos que hacían de cerco de algún lugar.
— Emma, estuvimos a punto de follar, y tú eres virgen, ¿en verdad hubieras estado cómoda con que hubiera sido yo? —. La crudeza de sus palabras me hizo realmente plantearme esa pregunta —. Además, estabas ebria y eres menor de edad.
Siendo honesta sus palabras estaban jugando con mis emociones. No quería ponerme a la defensiva, pero habían cosas que yo no compartía y que por alguna razón, moría por decirle.
— Una mujer no puede perder la virginidad con algún desconocido porque es una cualquiera, pero un hombre sí puede hacerlo para qué, ¿demostrar hombría? —. El sarcasmo en mi voz y la amargura de mis palabras fueron suficientes.
William de detuvo y me tomó del brazo haciéndome detenerme muy cerca de él.
La luz de algunas farolas apenas iluminaba la calle y un leve brillo en sus ojos era lo único que tenía en ese momento.
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Culpa Mía
RomanceTodo es felicidad en la vida de Emma hasta que recibe la noticia de que debe irse a vivir al otro lado del mundo para que su madre pueda estar con el hombre que ama. Así la ultima noche de Emma en su país se convierte en un completo fracaso hasta qu...