Capítulo 7: El mensaje

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Narra Emma

Tan pronto como había regresado a casa, el aburrimiento se había apoderado de mi. Dos días pasaron y no lo había vuelto a ver desde entonces.

La cena no tardaría en estar, y estaba segura que pasaría lo mismo desde que habíamos llegado, que básicamente eran mi madre y Calvin muy acaramelados hablando de la boda, mientras que yo debía permanecer ahí hasta que todos terminaran.

Era un poco injusto para mi, aún así no podía negarme. El clima aquí era extraño, no sabía cuándo iba a hacer frío o cuando haría calor, así que intentaba mantener las puertas y ventanas cerradas y dentro de casa usar la ropa más fresca que encontrara.

— Emma, ¿ya has decidido en que empresa hacer las pasantías? —. Preguntó Calvin mientras llevaba a su boca un poco de ensalada.

Negué y bebí agua —. Aun no me decido, pero tengo en mente una aerolínea y una agencia de modelaje.

— ¿Te gusta viajar?—. Volvió a decir. Era un poco triste, la respuesta a eso era que sí, pero llevaba años sin hacerlo, y mi último viaje me llevó a otro país en otro continente —. Porque si entras en alguna de las aerolíneas disponibles tendrás que viajar mucho, y cuando inicies clases se podría complicar.

Hice un mohín con la boca y asentí, a sabiendas de que en realidad era la opción que más me gustaba y la que probablemente elegiría—. ¿Qué otra opción tengo?

— ¿Conoces a Will Beatly? —. Preguntó como si nada. Mi corazón dio un brinco tan fuerte que tosí atragantándome —. Está bien, de seguro no, porque no has salido mucho desde que llegaste, es nuestro vecino, vive al frente y maneja una de las mejores compañías de modelaje del país.

Oficialmente yo estaba anonadada.
¿Cuantos años tenía realmente Will? Porque no creo que un muchacho pueda dirigir algo así, de seguro había alguna trampa en todo esto.

— ¿Will...

— Bartley, cariño —. Intervino esta vez mi madre con una expresión de preocupación en el rostro —. ¿Estás bien? Luces roja.

— Sí, es que el clima es una mierda aquí.

Me aguanté la reprimenda de mi mamá y pensé, que lo que realmente quería decir era que el destino es una mierda. Luego de eso nadie más tocó el tema. De pronto en mi regazo mi móvil empezó a vibrar. Observé con disimulo y al distinguir aquel 65 del final del número que se marcaba como desconocido, colgué.

Era mi papá. Las llamadas y ahora mensajes no paraban.

— Estuvo delicioso, muchas gracias—. Me despedí.

Con cuidado y sujetando con fuerza en móvil entre mi dedos, me levanté.

— Está bien cielo, solo no olvides que mañana es un día importante —. El guiño del ojo de mi madre estuvo muy lejos de tranquilizarme, pero fingiendo una sonrisa asentí, y tan pronto como estuve fuera de su campo de visión eché a correr hasta mi habitación.

Cuando estuve finalmente en privacidad, y leí aquellos mensajes, no evité deshacerme, y la paz mental que había construido como un muro de desmoronó.

Releí y por más que intenté convencerme, sabía que él no mentía. Después de todo había vuelto a conseguir mi número, un jodido número con en que no llevaba más que un día. Era obvio, el estaba más cerca de lo que podía imaginar.

"Si no respondes voy ir directamente a buscarte, y tú y tu madre la pagarán caro. Esta vez no seré tan amable, Emma".

Pronto me despojé de mi ropa y me di una ducha rápida, maldiciendo el haber encendido el móvil, y ni siquiera me tomé la molestia de secarme el cabello. Sin más, me acosté envuelta entre las cómodas sábanas blancas y luché para poder dormí. Gracias a cielo lo había conseguido.

Culpa MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora