White room

#10

Vamos JiMin, míralo, está justo ahí, su piel luce muy bien con ese tono azul, ¿No lo crees? Sus ojos sin vida parecen una magnífica obra de arte, ¿Sabes lo que daría por poder mantenerlo así? Es el muñeco perfecto.

Fue guapo en vida, eso no lo niego, pero es aún más bonito en la muerte, su belleza deja de desaparecer segundo a segundo, porque ya no envejece, jamás verás arrugas en su rostro, ni verás el cansancio en sus ojos, su cabello tampoco perderá su brillo ni su hermoso color.

Ah...cuánto daría por ver esta imagen eternamente, vamos, ¿Puedes cumplirle ese capricho a tu viejo amigo que te liberó de todo el daño de esas personas? Ver cada noche, cada día, a cada segundo de cada minuto, el rostro sin vida del que fue tu mejor amigo.

No es por adjudicarle aún más cosas, pero definitivamente, fue el mejor muñeco que jamás pude haber creado, ninguna mujer pudo ni podría parecerse un poco a él, ahhh...me divertí tanto marcando su piel, escuchando su bonita voz romperse, aunque odié el que te llamara a cada momento, vamos, ¡Tú no fuiste el autor de esa obra! ¡Fuí yo!

En fin, dulces sueños, este es mi regalo de cumpleaños, recuerda perfectamente su rostro aperlado por el sudor y sus mejillas manchadas con sus lágrimas, seguro es lo más lindo que verás hoy.

JiMin despierta en ese momento, pero contrario a lo que él o el otro sujeto hubieran creído, no lloró, ni grito ni se sintió culpable, pues como dijo, él no fue el autor de esa atrocidad, su amigo seguro lo perdonaría de saber la verdad y claro que lo extraña, como a nadie más, pero sabe que no fue su culpa, él nunca quiso nada de eso y jamás lo hubiera hecho, así que debe comenzar por dejar de darle la victoria siempre al otro y empezar a dársela a él mismo.