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Meses después, todo iba bien, JiMin solía estar calmado la mayor parte del tiempo, comía cuando le decían, dormía cuando lo necesitaba, y no había escuchado la voz del otro sujeto en todo ese tiempo, su doctor decía que habían mejoras, que quizás podría aspirar a comenzar a ser soltado poco a poco, comenzando con cambiarlo de habitación a una de menor seguridad, quizá después permisos para ir al patio exterior un rato.

Y cómo parecía que era costumbre, cuando todo parecía ir mejor, un nuevo desastre aparecía, nublando de nuevo los días de JiMin.

Estaba sentado en su habitación, viendo sus pies e imaginando cómo sería cuando pudiera salir de ahí, hasta que escuchó un golpe repentino en la puerta. Se gira hacia esta, viendo al nuevo enfermero, asomado por ahí.

–Woah~ de verdad eres tú, pensé que bromeaban cuando decían que el chico que mató a su mejor amigo y dos jovencitas estaba aquí, ¿Que se siente estar ahí dentro? Debe ser horrible estar todo el día contigo mismo, pero supongo que te lo ganaste, de alguna manera.

JiMin suspira, apretando leve los puños y tratando de evitar que la ira se apodere de él de nuevo, hace meses que estaba tranquilo y si perdía la compostura ahora, lo perdía todo, pero era tan difícil estar tranquilo con tanta basura que salía de la boca del otro, ¿No pensaba callarse?

–Abriré la puerta, quiero ver de cerca a un asesino, y aprovecharé que no hay nadie cerca.

Esa fue la alarma de JiMin, debía impedir que él entrara, por el bien de ambos. Aunque fue demasiado tarde cuando sus pies reaccionaron, el chico estaba dentro de la habitación, viéndolo atento y acercándose.

–¡Vete! ¡Largo! ¡No deberías estar dentro!

Grita, desesperado y retrocediendo hasta que su espalda topa con la pared. Baja la mirada, asustado, y el enfermero lo nota, lamentablemente, fue muy lento para reaccionar, pues cuando sube la mirada de nuevo, ya no era JiMin, el otro sujeto ganó el control.

–Debiste hacerle caso.

Se abalanza contra el pobre chico, golpeando su cabeza contra la puerta de metal, para después tomar la llave de la misma y acercarla lento a su ojo.

–Hay que aprovechar que no hay nadie aquí.

Sonríe y la mete lento, escuchando los gritos del chico y disfrutándolos, hasta que llegan los guardias, atraídos por los alaridos y lo separan. Así, JiMin ve como su oportunidad de mejorar, desaparece en un abrir y cerrar de ojos, volviendo a caer en el profundo hoyo de miseria en el que empezó.

White roomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora