Los Ángeles, California.
Llegó a su departamento con una gran sonrisa de satisfacción, lo que algún día fue solo un bosquejo ahora era tan real como el vacío que tenía en su corazón. Dulce Espinosa como profesional logró conseguir lo que siempre soñó, su trabajo fue reconocido y sus proyectos siempre sobresalían; pero su vida personal era otra cosa, desde pequeña sufrió el rechazo de su madre y la poca atención de su padre. Claudia, su hermana siempre la había odiado, y blanca, la mayor de las tres murió dejándola sola y desamparada. Creyó haber encontrado al hombre ideal, el amor de su vida, su príncipe azul; pero la traicionó de la peor manera, jugó con sus sentimientos, la engañó toda la relación, y lo peor ¡se burló de ella!
Pero a pesar de todo ella se mantenía en pie, con un gran vacío en el corazón, con heridas que aún dolían y que quería convertir en solo cicatrices, con todo eso seguía siendo fiel a sus principios y creencias, seguía siendo ella. Una mujer diferente, una mujer que no le tenía miedo a nada, valiente, invencible, fuerte y decidida; para todos era Dulce espinosa, desde pequeña, siempre fue así. Aunque tras todo ese mecanismo de defensa solo se escondía un ser débil, frágil, con solo una herida que aún sangraba y dolía, la que el amor verdadero le había dejado.
Él que conocía perfectamente como era en realidad, él que vio cómo se derrumbaba, él que tuvo que levantarla cuando sentía morir, él que era su refugio, él que era su fuerza y motivo, él la traicionó, él se burló de ella de la peor manera.
–¿Hola? –Dulce sonrió al contestar la llamada que entraba en ese momento.
–¡Dulce! Ya extrañaba tu voz, ¿cómo estás, hadita? –se escuchó del otro lado.
Anahí, una de sus mejores amigas, una de sus confidentes. La echaba de menos, quería abrazarla con todas sus fuerzas. Su boda estaba cerca, ella sí sería muy feliz, se lo merecía. Y si Any, como de cariño le llamaba, lo era, Dulce podría serlo también; no por completo, al menos un poquito.
–Bien campana ¿y tú? Maite ya me contó que quieres hacerlo todo sola. no te vas a abastecer.
–Hay ya, pero tengo a dos grandes amigas que de seguro me ayudarán. es más, ve prendiendo la cámara porque te quiero ver. –Ella sonrió antes de hacer lo que su amiga pedía.
–Listo, hazlo tú también.
–estás hermosa, como siempre. Antes de que se me pase deja que te felicite por lo que hoy lograste ¡te lo mereces!
–Gracias, sabes que es algo que siempre soñé –la mezcla de nostalgia y satisfacción fue notable en el tono que empleó.
–Lo sé, aún recuerdo aquellos días en los que no salían del departamento por dibujar y arreglar detalles de los planos.
Anahí no iba verla llorar, tuvo que hacer el mayor de sus esfuerzos para contener las lágrimas y actuar como si nada pasara. Ante todos, la traición que había sufrido era solo una cicatriz, pero no podía engañarse, era una herida que aún sangraba, dolía y quemaba.
El verbo en plural le congeló el alma y se vio obligada a hacer un esfuerzo sobre humano por no mostrarse afectada.
–Yo hice todo, este es mi proyecto –trató de sonar convencida.
–Dul, pero él estuvo para. –la rubia fue interrumpida.
–para nada, ya es una etapa cerrada y mejor dime ¿cómo vas con la boda?
–Bien, es más, ya voy a necesitar de toda tu ayuda.
–Claro que sí, me puedes mandar fotos y podemos hacer video llamada para coordinar.
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Solo una cicatriz © - Finalizada
FanfictionEmpezar una nueva vida lejos de los suyos y transformar las heridas de su pasado en solo cicatrices. Esas eran las 2 cosas que Dulce tenía en mente cuando llegó a los ángeles. *** Hace 2 años una boda había destruido la vida que creía perfecta, aho...