CAP 17

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A Maite le tomó un buen rato asimilar el nombre escrito en la zona de testigos del acta de matrimonio que Ani le mostraba. El mal presentimiento estuvo presente desde el momento en que Christopher, sin ningún tipo de anestesia o contexto previo, les presentó a Muriel Hernández como su legítima esposa. Algo simplemente no encajaba. El tiempo, la rapidez de los acontecimientos, la actitud del arquitecto, la cotidianidad extraña en la vida de los recién casados. Lamentablemente, solo se trataba de una corazonada, teorías sueltas y preguntas dispersas.

No hubo luna de miel. No comparten habitación. No existe ningún indicio de acercamientos propios de una "pareja". Christopher luce perdido, sumergido en alguna cápsula extraña. Todavía conserva recuerdos de Dulce y parece seguir enamorado. Muriel intenta hacer hasta lo imposible por hacer funcionar a su matrimonio sin éxito.

¿Por qué, si se supone que dejó a su novia plantada en el altar por ir en busca de quien realmente amaba, no hace nada por sacar su matrimonio a flote?

¿Por qué, si tiró a la basura cuatro años de relación por buscar su felicidad al lado de alguien más, sigue completamente enamorado de su ex?

El matrimonio es extremadamente extraño y el "amor" es poco creíble. Maite y Anahí lo saben muy bien. Hay inconsistencias, detallitos tan pequeñitos como el nombre de uno de los testigos que hacen dudar, preguntas sin respuesta y explicaciones a medias.

–Claudia estuvo interesada en Christopher –habla la rubia–. ¿te acuerdas de cuando se conocieron? ¿de las insinuaciones que le hizo las veces que se vieron después?

–No quería que Dulce fuera feliz ¿no? y lo más gracioso de todo esto, es que Christopher lo sabía. ¿por qué demonios la eligió como su testigo? ¿y en su boda con otra persona?

–Eso mismo me pregunto yo. No me explico cómo terminó eligiéndola a ella como su testigo, sí sabía todas las porquerías que Claudia le hizo a Dulce.

–Lo desconozco. Y todo se me hace tan raro.

–Mi hermano no es así, Mai. Dulce es su vida y puedo apostar mi matrimonio a que hay algo detrás de todo esto, hay algo que le obligó a dejar plantada a Dulce, a casarse con esta Muriel y a aceptar que Claudia sea su testigo.

–¿Claudia, talvez?

–¿Perdona? –Ani se cubrió la cara en señal de desesperación.

–A lo mejor ese "algo" que está detrás de todo sea Claudia –hizo comillas con sus manos–. Pero es tan de novela, que no sé.

En el aire flotaba una especie de impotencia mezclada con agobio. Para ambas era de suma importancia descubrir lo que había tras esa fachada de "matrimonio y abandono", quizá como resultado de todos los años de amistad y el sufrimiento que Dulce buscaba ocultar.

Sentadas sobre la camilla que Maite usaba para revisar a sus pacientes todos los días, contemplaron en silencio la gran probabilidad de que sea la hermana de Dulce, única responsable y autora intelectual de la desgracia.

Ani, gran conocedora del fuerte e indestructible amor entre hermanos, no se hacía a la idea de que Claudia albergase tanto odio junto. A ella le enseñaron la parte bonita de tener un hermano, y, por consiguiente, creyó, de manera errónea, que ellos solo estaban para cuidarse y protegerse.

Ella no concebía la idea de sentir envidia por los logros de Christopher. Para ella, eran también sus logros. Si su hermanito era feliz, lo era por dos.

–Es... es su hermana. ¿No se supone que...?

–Es Claudia, la que se acostó con el novio de Dulce solo para hacerla sufrir. No debería sorprenderte.

Solo una cicatriz © - FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora