CAP 23

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No le tenía miedo a Claudia, de hecho, si en algún momento le intimidó, supo disimularlo súper bien. ni cuando la secuestró, ni cuando amenazó con hacerle daño a su familia; nunca le dio el gusto de verle vulnerable. Roberta Pardo era consciente de que su "media hermana" estaba loca, no obstante, sentía la necesidad de cobrar venganza por la línea de sucesos que embarraron su vida hace casi tres años.

Llegó a México con sus metas claras. Enfrentar a la familia de su padre biológico, buscar a su madre, desenmascarar a Claudia, pero por, sobre todo, reunirse con su gemela. Lamentablemente, el que no contase con un plan fijo entorpecía las cosas, pero así era ella, imprevista, indecisa, irreverente, rebelde.

Según Christopher, no solo se parecía a su hermana en lo físico, si no también en el carácter y en la forma tan particular de enfrentar los problemas. Por eso sus ganas de conocerla se hacían cada vez más grandes.

Ya era momento de enfrentar a los fantasmas del pasado, descubrir los secretos, rebelar las verdades amargas y escribir una nueva historia.

Roberta era tan impulsiva, que cuando vio a su hermana salir de una tienda para novias, quiso bajarse del auto para abrazarla. Iba acompañada de una morena que se le hacía familiar, sin embargo, no pudo descubrir de donde pues volvió su atención a Dulce.
¡Vaya que sí eran idénticas!

–Intensa, bájale un poquito –Diego, su novio, frenó su intento de salir al colocar una de sus manos sobre la de Roberta, que ya estaba a punto de abrir la puerta.

–Es la primera vez que la tengo cerca y... ¿sabes cuanto tiempo he esperado para encontrarme con ella? –explicó con emoción.

Sus ojos empeñados por tenerla tan cerca, brillaban más que nunca, con una pisca de ilusión mezclado con algo que Diego, pese a conocerla muy bien, no pudo descifrar.

–yo sé, mi amor. Pero no es el momento ¿cómo te le vas a aparecer de la nada si su amiga se casa mañana? Está ahora con todos los preparativos. Paciencia.

El chico pareció caer en cuenta de que paciencia era lo que menos le podía pedir. A ella no.

–Entonces ¿qué hago primero?

–Primero tienes que escribirle a Christopher, esta mañana me dijo que te tenía una noticia muy especial.

–¿habrá encontrado a mamá?

–Para que lo sepas, mejor escríbele.

–Pero él también debe estar ocupado con lo de su hermana. Los días antes de las bodas son tan estresantes –soltó un suspiro pesado–, lo peor es que de nada sirven.

Su experiencia con esos días no era nada agradable y mucho menos con el día central. Pero eso era parte del pasado y no debía recordarlo.

–Muy pronto vas a tener otra perspectiva, te lo aseguro –le dio un beso suave en la frente–. Ahora escríbele.

El mensaje que envió tuvo respuesta casi al instante, y tal como lo suponía, Christopher estaba entregando una obra porque su cuñado había comenzado con los nervios 30 horas antes y no fue capaz de darles la cara a los clientes. Le dijo que no podía adelantarle nada, pero que la noticia le iba a cambiar la vida. Además, le ofreció su departamento y fue sincero al decirle que veía muy complicado poder verla hoy.

Un poco desanimada e intrigada, Roberta acompañó a Diego en su búsqueda de un lugar cómodo para almorzar. No sabía si era por las ganas de enfrentar a la familia de su padre, pero terminó eligiendo un restaurante bastante cerca al bufete de los Espinosa.

La conversación amena que mantenían mientras esperaban la comida fue interrumpida por una mujer de porte elegante que luego de estar mirando a la chica por un rato, decidió levantarse de la mesa y acercarse. A paso decidido, pero con una expresión de añoranza y algo más.

Solo una cicatriz © - FinalizadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora