Después de elegir las invitaciones el día pareció haberse arreglado, lástima que su humor no contase con la misma suerte. Se despidió de los novios sin disimular el cansancio, y es que habían pasado más de 3 horas en la misma tienda, soportando la indecisión de Anahí. Cada que pensaba que por fin era la tarjeta indicada, su amiga la sorprendía diciendo que le faltaba algo.
Definitivamente, organizar bodas era lo más difícil del mundo. Sobre todo, si se trataba del matrimonio de la rubia, quería que todo salga perfecto, no permitiría errores y nada parecía gustarle.
Dulce concluyó en que las novias eran un caso extremo de indecisión, los nervios no les dejaban pensar con claridad. Cegadas con la definición de la perfección, creían que nada era suficiente para el día tan esperado. Hace casi 3 años ella estaba en la misma situación.
¿Acaso habría sido como Anahí en sus preparativos?
¿Habría actuado de la misma manera para elegir una invitación que enmarcara su día esperado?
¿Y si así se comportó ¿de qué había servido?
Si al final, el día que debió ser el más feliz de su vida se convirtió en tragedia, fue una venda para abrirle los ojos que, hasta entonces, permanecían nublados por el constante burbujeo de amor.
–Estaba mejor en los Ángeles –murmuró en cuanto vio que el auto del ingeniero se alejaba–. Dime que al menos ya hicieron la lista.
–Como 2 veces, pero no le convencen los invitados y al final terminamos en lo mismo. Nada –respondió la morena.
–La cabeza me está explotando ¿me invitas a comer?
–Vamos –Maite rebuscó las llaves de su auto y cuando las halló, le señaló el bonito Toyota rojo–. ¿qué te apetece?
–Te diría que unos tacos o quesadillas, pero mejor no –espera a que su amiga desbloquee los seguros para ingresar–. Se me antojaron unas langostas.
–¿Al lugar de siempre?
Solo pudo asentir, percibiendo esa sensación de añoranza mesclada con furia que se apoderó de su estómago. El restaurante al aire libre le traía recuerdos que debió haber dejado en una maleta, porque revivirlos era como darle más razones al corazón para que contradijera a su razón.
Ahí había celebrado todos sus aniversarios de noviazgo.
Ahí le habían pedido matrimonio.
Ahí había sido la cena para ultimar detalles de la boda, elegir quienes serían los padrinos, coordinar donde sería la luna de miel.
Se mantuvieron durante un buen tramo de trayecto en silencio, la ex pelirroja había bajado las ventanas para respirar un poco de aire. Después de recordar los sucesos más importantes de su relación necesitaba despejar la mente, pensar en cualquier otra cosa menos en eso que había sido parte de su falsa historia de amor.
–Si quieres enciende la radio –animó Mai, tras comprobar que se aproximaba un buen rato en el atolladero.
–¿Aún tienes los discos?
–Dejé algunos en mi consultorio, pero creo que tengo un par en la guantera.
Encontró un disco de Maná firmado por el vocalista, de hecho, lo que las unió más fue el mismo gusto por la banda de Roc. Mientras sincronizaba la radio detalló la sonrisa de la ginecóloga, para ser honestos, ella jamás la había visto así.
Tenía un brillo que le irradiaba la mirada, un ápice desconocido que hacía que su sonrisa fuera más grande, un aire de felicidad que opacaba su tristeza.
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Solo una cicatriz © - Finalizada
FanficEmpezar una nueva vida lejos de los suyos y transformar las heridas de su pasado en solo cicatrices. Esas eran las 2 cosas que Dulce tenía en mente cuando llegó a los ángeles. *** Hace 2 años una boda había destruido la vida que creía perfecta, aho...