Changkyun tenía un tatuaje en su muñeca. También tenía algunos en su pecho, su espalda, sus clavículas y su pelvis.
El de su muñeca era de un sol. Los rayos entintados en blanco y negro se derramaban sobre sus venas azules, casi creando un brazalete permanente.
Le recordaba a Changkyun una esperanza que reaparecía y desaparecía todos los días. Sin embargo, no estaba seguro de por qué el diseño le había atraído tanto. No era que realmente necesitara o quisiera tanto la esperanza.
Un día, mientras salían de la escuela, Jooheon tomó la mano de Changkyun y la levantó. Sus dedos trazaron las lineas en la palma de su mano, encendiendo cada nervio del cuerpo de Changkyun, y decidió que eso era posiblemente lo mejor en todo el universo.
Jooheon trazó sobre los rayos del sol, haciendo que se encendiera un fuego que Changkyun sintió en lo profundo de su médula ósea.
Tal vez ya no necesitaba el sol.
Tal vez sólo necesitaba a Lee Jooheon.