IX

373 47 24
                                    

#HalBru #BruHal #BatLantern #NuestraHistoria

Capítulo IX.


Nunca en la vida imaginó que tendría un cachorro, mucho menos que tendría un alfa y que sería feliz. Su vida como omega, era algo en lo que no había pensado y ciertamente, se estaba llevando grandes y agradables sorpresas. Su primer cachorro era una cosita hermosa y no solo por ser suyo y de Wayne. El pequeño Dick, era por si solo un amor, era tierno a más no poder, de sonrisa y mirada vivaz, inquieto e intrépido, amoroso y bien portado, con la curiosidad propia de la edad y de todo niño.


Su vida como omega era lo que muchos desearían y Jordan, sinceramente ni se había propuesto obtenerla. Tenía un alfa fuerte, guapo y muy vigoroso; que aparte de los atributos físicos, tenía una nada despreciable cuenta bancaria que poco le interesaba y un mayordomo, que parecía más un padre para su alfa, un abuelo para su cachorro y un suegro para él. Su vida había dado un giro de 180° al aceptar a Bruce y tener al pequeño Richard.


Tuvo que dejar su trabajo con Carol, pero ella entendió y contra todo pronóstico le felicitó, diciéndole que ya era hora de que hiciera su vida, pero que ni creyera que se desharía de ella, cosa que simplemente hacía gruñir un poco a su alfa. Y es que dicha sea la verdad, Bruce Wayne, era demasiado celoso. Trataba de no demostrarlo, pero siempre fallaba miserablemente.



—Ok. Hal, te amo demasiado y es lo primero que quiero que quede claro. –Dijo el azabache una tarde justo después de que Carol se retirara–. Eres el padre de mi hijo y el único por el que daría todo cuanto tengo, por tenerte a salvo. –Siempre supo que sus palabras eran en serio y con los años le demostraste cuan verdaderas eran–. Sé que no requieres que te cuide, vaya si sé bien que tu solo puedes cuidarte, pero por lo que más ames, déjame cuidarte.



Y sin esperar siquiera su aprobación, liberó tu aroma mientras abrazaba al castaño de forma posesiva y besaba sus labios. Su naturaleza tomaba el control y es que, su alfa interno requería dejar en claro que era SU OMEGA, que solo él podía abrigarlo con su aroma, que era la persona que los cuidaría sin importar que sucediera. Por primera vez en la vida, el pelinegro sentía que no era quien tenía el control y que Hal, cuando lo quisiera, podría irse de su lado.



—Si serás tonto. –Respondió al terminar el beso–. Solo a ti te dejo cuidarnos. –Y en una muestra de amor y "sumisión" expuso su cuello cuello–. Solo a ti te he dejado marcarme, mi alfa. –Dejó salir su aroma dulce y fresco para armonizar con el de su pareja.



Con el correr de los meses, su pequeño retoño, comenzó a hablar y por petición de Alfred, fue llevado a la guardería para que interactuara con otros niños de su edad. Eso dejaba al ex militar con demasiado tiempo de sobra, según su criterio, por lo que decidió retomar viejo hábitos militares. Entrenó justo como cuando cadete y su cuerpo en breve tomo la firmeza y dureza que siempre le había caracterizado.


Una mañana, tras terminar su entrenamiento, se topó con su flamante pareja que había regresado a casa por unos documentos olvidados. Fue justo como esa primera vez, basto solo verse a los ojos para olvidarse del mundo y con suerte llegar a su alcoba donde el calor del celo les embriagaba por completo. Se entregaron a su amor una vez más, igual a todas las que habían compartido desde que vivieran juntos y como grata y feliz consecuencia; un nuevo cachorro vendría en camino.

Nuestra HistoriaWhere stories live. Discover now