II

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#HalBru #BruHal #BatLantern


La fiesta resulto ser todo un evento para la sociedad filantrópica del país. Ricos de todos los estados se habían hecho presentes, incluyendo a personalidades tan reconocidas como Lex Luthor de LexCorp, Bruce Wayne de Wayne Enterprises, Oliver Queen de Queen Consolidated, Roy Palmer de Palmer Technologies, incluso Ted Kord de Industrias Kord rondaba por el gran salón. Era la crema y nata de los alfas y betas que sin duda alguna, dominaban la economía del país.


Como una de las últimas actividades que la fuerza aérea le había solicitado al castaño, era la de interactuar con todos los invitados y fomentar el apoyo al gobierno, principalmente al sector militarizado. Para él, no represento problema alguno, se desenvolvió como siempre, con el carisma que tanto le era reconocido, logrando sensibilizar a varios al mostrar la otra cara de la moneda.


Platicó algunas de las experiencias vividas, el cómo contar con un buen doctor, con medicinas y materiales adecuados, había salvado vidas tanto de inocentes como de compañeros e incluso la suya. Su estandarte de apoyo, iba más enfocado a ese aspecto que al desarrollo de armas de destrucción masiva, pues consideraba que el ser humano por sí mismo, ya era la peor arma. Muchos simpatizaron con su pensar, sin contar que se encandilaron por como el piloto se desenvolvía.


Su aroma los tenia fascinados pues desde que fue aceptada su baja, dejó el uso de supresores. Su cuerpo necesitaba un respiro, sacar de su sistema todo lo que durante años suprimido su olor, toxinas que si no sacaba, en corto plazo le traerían problemas de salud. Pero solo dos personas fueron en verdad encantadas, dos alfas que buscarían atraer al omega, siendo uno quien mayor ventaja tenía. Llevando a los dos amigos a buscar, ser merecedor de las atenciones del ex piloto.


Oliver Queen, gracias a su hijo Roy, conoció al forense Bartholomew Henrry Allen; o como sus amistades le llamaban: Barry. Y resultaba ser que el forense era amigo entrañable del piloto, teniendo así la excusa perfecta para acercarse y generar una charla que en nada tendría que ver con la razón de la fiesta. Por otro lado, el príncipe de Gotham, había caído bajo el embrujo del militar al grado de olvidar que había asistido a dicha gala en compañía de la señorita Kyle; quien era una omega con la que gustaba pasar un rato agradable y solo de placer.


La plática entre el rubio y el castaño se dio natural. Ambos eran coquetos por naturaleza, haciendo que la mayoría pensara que el niño rico de Star City, había logrado lo que no muchos. Sin embargo, Bruce conocía a su amigo, sabia sus movimientos y esa coquetería era tan normal en Oliver, como el respirar. Aun así, ver al de ojos avellana seguirle el juego y responder a sus insinuaciones le causaba conflicto. Sabía, por los comentarios de muchos de los asistentes, que Jordan no estaba interesado en un alfa.


Que tenía una larga lista de pretendientes, desde militares con altos cargos, pasando por algunos cuantos ricos, sin contar con dos que tres personalidades políticas y del espectáculo. Pero todos concordaban que a nadie le hacía caso, los más afortunados; habían logrado pasar una noche con él, pero nada más. Después de eso no había una llamada, una cita o una cena; era como si nunca hubiera existido esa noche, pues difícilmente volvían siquiera a verlo.


Algo que le asombró conocer, fue que los pocos que habían logrado encamarse con el omega, aseguraban había sido una experiencia única y más de uno haría lo que fuera por una segunda vez, por una cita, por algo más que un recuerdo. Esto le intrigó y valiéndose de su amistad con Queen, es que decidió conocer al coronel.


La plática se dio amena, cargada de coquetería e insinuaciones hacía el militar por parte ellos, quien dicho sea de paso, se estaba divirtiendo de lo lindo. Era consciente que ambos buscaban algo más que una simple charla con él y si era sincero consigo mismo, podía ver en ambos, alguien con quien pasar un rato agradable pues ambos millonarios no habían parado de sacarse algunas cuantas verdades en cara.


Gracias a eso, pudo enterarse del nulo sentido de compromiso que ambos poseían, de su muy larga lista de conquistas y de cómo, cada uno, rehuía del matrimonio, los enlaces y la vida en pareja. A su criterio, ambos eran posible material para pasar su siguiente celo, que estaba a nada de llegar. Pero ya podría pensar en eso con calma, una vez fuera completamente libre.



—Caballeros, ha sido un verdadero placer conocerlos, pero el deber me llama. –Anunció de forma solemne su partida–. Es hora del discurso y da la casualidad que soy quien tiene que darlo. ¿Pueden creerlo? –Su sonrisa coqueta no desaparecía de su bronceado rostro–. Pero ha sido bueno conversar con ambos. Espero pasen una agradable velada. –Y sin esperar siquiera respuesta alguna, giró sobre sus talones, encaminando sus pasos hacia el pódium donde se congregaban ya, varios de sus compañeros de escuadrón.



Curiosamente, todos sus compañeros, alfas, betas y omegas por igual; le tenían en demasiada estima y para ninguno de ellos paso desapercibido el coqueteo descarado que dos de los play boys más reconocidos del país, habían tenido con su compañero. Y en lo que a ellos concernía, mantendrían alejados a ambos de su líder. No es que no quisieran que su amigo interactuara con las personas, por el contrario, esperaban que encontrara una pareja; sin importar de que casta, pero que le hiciera feliz.


Porque el coronel Harold Jordan, lo merecía, había arriesgado el pellejo por todos ellos en más de una ocasión. Había sido un guía, un maestro y alguien con quien contar sin importar que pasara, alguien que siempre cuidaba tu espalda; por lo que no veían con buenos ojos a esos dos. Obviamente sabían que el castaño no era ningún santo; vaya que lo tenían muy en claro, le sabían de muchas de sus andanzas pero no por eso subestimarían a esos casanovas.


¡Oh no! El escuadrón Delta Force, aplicaba su lema ante toda situación. "Velocidad, sorpresa y acción violenta". Y esta era un código 33–12, por lo que a partir de ese instante fue imposible para los filántropos, volver a tener la atención del omega más querido del escuadrón.

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—Deberías descansar y en vez de escribir, podrías ocupar el dictado por voz que instalé en tu tablet. –Mi amado cachorro entró a la biblioteca, yendo directo a mí.


—Sabes que le encuentro algo de añoranza a hacerlo de esta forma, aparte es un buen ejercicio para mi mente. –Le respondí sin hacerle conocedor de que odiaba esa bendita aplicación. No es que estuviera peleado con la tecnología, por el contrario, la utilizaba de forma magistral, pero había ciertas manías que me gustaba preservar.


—Lo sé. –Lo vi suspirar y sonreírme con amor–. Es parte de tus viejos hábitos militares. ¿No?


—Así es, viejos hábitos de un viejo hombre. –"Que poco a poco pierde más y más de lo que en verdad ha amado". Pienso para mis adentros.


—No eres viejo, pa. Solo que has vivido mucho en tan corta edad. –Me rio alegre por tu linda forma de levantarme el ánimo y contradecir mis palabras.


—Tienes razón. ¿Te parece que tomemos un buen café, juntos? La tarde es preciosa y quisiera aprovechar el calor del sol, antes de que se oculte.



Me sonríes con infinita ternura, cierro mi libro y dejo mi adorada pluma sobre de esté; para de inmediato salir contigo a la terraza de la biblioteca.

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Continuara...

Nuestra HistoriaWhere stories live. Discover now