2. Nunca antes

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―¡Oh! No irás a empezar con él ―le dice Wenn al soldado―. La princesa ya está aquí, no perdamos más tiempo.

Ella le habla de una manera tan amable y amigable que es más que obvio que ellos dos se conocen desde antes.

El soldado baja el arma y observa a mi nana pareciendo considerar lo que le está diciendo.

―Wenny... ―¿Wenny? El alma se me va a los pies al comprender totalmente lo que está pasando―, nunca dejarás de decirme qué hacer ¿verdad? ―dice negando con la cabeza.

―Hermano, sólo mátala y ya.

¡Dios! Carson y yo intercambiamos una mirada rápida y me habla con ella. Nos conocemos tan bien que ya no necesitamos usar palabras para comunicarnos.

Wenn y el soldado siguen hablando pero ya no los escucho, estoy tratando de hacer entender a Carson que no, que cambie de idea ante lo que está pensando hacer.

Pero ya es muy tarde.

Carson empuja con todas sus fuerzas escaleras abajo a la traidora de Wenn, ella es capaz de agarrarse del barandal, aprovecho ese momento para soltarme de su mano.

Lo logro y al segundo siguiente sin darle tiempo de reaccionar me abalanzo contra el soldado, él y yo caemos al suelo de mi habitación.

Pierde el arma y de inmediato la tomo, pesa más de lo que creí y no sé cómo debo colocarla entre mis manos pero sea como sea las cierro alrededor de ella.

El soldado trata de quitarme el fusil y me jala, yo no me doy por vencida ni él tampoco.

Entonces el gatillo se dispara y nos quedamos inmóviles. No sé a quién ha herido la bala y mi sangre ardiendo bajo las venas no me ayuda mucho, justo ahora no soy muy buena para notar el dolor.

Pero no soy yo.

Wenn corre hacia nosotros llena de pánico, me toma de los hombros y yo por el impacto dejo caer el arma a los pies de ella, me levanta y me arroja por los aires contra la pared como si mi peso fuera nada.

Mi cabeza da vueltas, sólo quiero hacerme un ovillo e ignorar el mundo pero no en este momento lo que pueda querer está en segundo plano, primero debo vivir.

Volteo para buscar a Carson, él está sobre los últimos escalones, espero a que se mueva. Mejor dicho, ruego porque lo haga.

Un segundo. Dos segundos...

Él tose y escupe sangre. Está vivo.

Pienso en ponerme de pie y cuando estoy a punto de hacerlo un sonido horrible capta mi atención.

Es el llanto de Wenn, ella tiene entre sus brazos el cuerpo de su hermano sin vida y lo arrulla como si fuera un niño pequeño, levanta la vista, su mejilla esta manchada de sangre y la forma en que me ve me hace sentir como si yo fuera un monstruo.

Despego mi mirada de ella y me pongo de pie para correr hacia Carson.

―¿Estás bien? ―le pregunto en cuanto lo tengo frente a mí.

Levanta la cabeza y me observa, vuelve a toser acompañado de sangre y mancha su hermoso traje azul marino. No puedo ni imaginar qué le habrá hecho mi nana para que terminara así.

Y justo en el momento que me agacho para ayudarlo a levantar dos explosiones vuelven a escucharse, casi ambas al mismo tiempo.

Carson abre los ojos como platos pero no grita aun cuando una bala acaba de perforarle la piel.

Me giro a ver a Wenn, está parada a un par de metros de nosotros y lleva en las manos el fusil, ella sonríe triunfante al momento en el que una mancha roja se expande sobre su vientre, sus rodillas se doblan y cae.

Media docena de los guardias reales entran de golpe a mi habitación con sus armas listas para usarse. Uno se acerca con precaución a Wenn, se agacha y le busca el pulso.

―Está muerta, capitán ―le grita al hombre que camina en mi dirección.

―Princesa, ¿se encuentra bien? ―me pregunta éste.

Yo quiero responderle pero las palabras no salen de mi boca, no digo nada y me vuelvo a Carson.

Él ya está inconsciente pero el ver que continua respirando me tranquiliza. Nunca antes había notado lo preciado que es Carson para mí ni tampoco el simple hecho de que él respire.

Un guardia más llega a mi lado y toma entre sus brazos a mi amigo.

***

―¿Hija? ¿Hija? Despierta, nena, mamá está aquí.

Abro los ojos y veo a mi madre frente a mí.

Me quedé dormida en la cama a un lado de donde colocaron a Carson después de que le sacaran la bala del brazo y revisarle el cuerpo para ver si encontraban huesos rotos.

Me siento y casi por instinto busco ver a mi amigo pero ya no está.

―Mami... ¿dónde está Carson? ―pregunto sin pensar, sé que quizá primero debería querer saber cómo están ella, papá y mi hermano pero la verdad es otra.

Mi madre se sienta a mi lado y me abraza contra ella, yo inhalo su dulce perfume a gardenias y escucho a su corazón latir.

―Se lo han llevado, nena ―me responde. Su voz adopta un tono raro.

―¿Quiénes?

Me suelta y veo como está llorando.

Me hace sentir tan pequeña en el universo.

Se limpia las lágrimas con el dorso de la mano y toma aire.

―Sus padres... ―comienza―, sus padres están furiosos contra nosotros, hija, en cuanto se han enterado mandaron a sus mejores soldados para llevarse a Carson. Nena, no creo que lo vuelvas a ver, los reyes de Francia quieren romper toda relación con nosotros, tu padre está tratando de resolver eso justo ahora.

Las expresiones en su rostro hacen que me dé cuenta; no tiene mucha esperanza de que se solucionen las cosas.

―Pero yo quiero a Carson, y no ha sido su culpa. No ha sido culpa de nadie más que de los Anesi.

―Tranquila, hija, todo se arreglará.

Sé que me miente.

Sin alas © || [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora