3. Pronto oscurecerá

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Presente...

―Entonces... ¿le gusta?

      Yo observó el resultado final del vestido que me ha hecho. Es de un azul ciruelo que hace resaltar el tono claro de mi piel; bajo un anillo doble delgado de pequeños diamantes cae libremente una falda que cubre hasta mis tobillos. Un tirante con rosas del mismo azul recorre mi espalda uniéndolo con la parte trasera del vestido que es en cierto modo una especie de corsé.

      En pocas palabras es hermoso.

      Y eso lo hace mucho peor.

      Me giro bruscamente para ver a la modista, sus ojos brillan con la esperanza de que me haya gustado su trabajo.

      Y lo hace pero no puedo aceptarlo.

      ―¿Es una broma? ―respondo sarcásticamente―, lo detesto. No puedo creer que pienses que yo, la princesa de Italia, tu soberana, pueda usar tales harapos ―tomo con mi mano derecha el tirante y lo jalo sin cuidado para después tirárselo en la cara a la mujer.

       ―Pero...

      Le lanzo una mirada llena de desdén que la hace callar. Camino a la puerta y la abro de golpe.

      ―¡Mirella! ¡Ah! ¿Dónde te encuentras pedazo inservible? ―grito con una voz que no parece la mía. Camino por el pasillo que conduce de mi habitación a la de mis padres.

      ―Princesa ―dice Mirella al verme.

      Encajo las uñas en las incrustaciones de piedras preciosas que rodean mi torso y con toda mi fuerza logro despegar unas cuantas.

      ―¡Yo no usaré esta porquería!

      Mirella me ve aterrada, odio esa expresión en las personas.

      ―Yo pensé que le agradaría, en el boceto se veía perfecto para usted.

      ―Tú... ¿pensaste? ¿Desde cuándo los sirvientes piensan?

      No sé de dónde saco tantos insultos pero es necesario.

      Despego un holán de la falda y lo dejo caer al suelo.

      ―Escúchame bien, no usaré esto, ni hoy ni nunca, Mirella, así que es mejor que le digas de una vez a mi madre eso.

      ―Princesa, ¿qué es lo que quiere?

      Volteo a ver a la ventana, nunca en toda mi vida he salido del palacio, cuando era niña no me importaba tanto porque de vez en cuando mi viejo amigo Carson venía a visitarme, pero no he sabido nada de él, no desde hace siete años. He estado planeando este día desde hace mucho, necesito saber qué es lo que está pasando afuera. Necesito saber qué es lo que me han tratado de ocultar todo este tiempo.

      ―Seguro que en la ciudad encontraré algo que usar para el baile ―digo como si no significara nada para mí salir de aquí.

      Por primera vez Mirella se pone recta y me mira firmemente.

      ―La reina no lo aprobará. Ni el rey.

      ―Lo harán. De todos modos pronto seré yo la que gobierne y ellos no serán nada para mí.

     
***

Jia Li toma mi gran abrigo y me lo pone mientras Chang me ata los cordones de mis largas botas de cuero negro. Estamos a mitad de Abril y frío invernal empieza a sentirse potente.

Sin alas © || [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora