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“Hay amores que tienen fecha de caducidad…”

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—¿No llorarás?.—pregunto él a su lado, mientras todos felicitaban a la nueva pareja pero ella ni siquiera lo observó, en cambio lleno sus pulmones del tan preciado aire que empezaba a escaquear en su cuerpo y caminó hacia ellos, forzando una sonrisa.

Sus ojos de inmediato se encontraron con los violeta de ella, y le pareció ver brillar en ellos la culpa y la incomodidad.

Ella lo sabia.

Y sin saber de dónde saco las fuerzas se aclaró la garganta y sus amigos inmediatamente guardaron silencio, todos estaban tensos, otros la miraban con pena y lástima, pero no dejaría que nada de eso le afectará, no arruinaría la felicidad que brillaba en esos ojos azules que por tanto tiempo había añorado que la vieran a ella.

—F-Felicidades Naruto-kun, Shion-san.—sonrio tragándose el nudo que había en su garganta, ignorando el picor de sus ojos y asegurándose que su voz no se quebrará.

Preferia morir a tener que llorar frente a todos.

—¡Oh Hinata-chan! ¡Gracias!.—agradecio él ajeno a su dolor, ajeno a sus sentimientos, ajeno totalmente al hecho de que estaba destruyendo su corazón sin el más mínimo reparo.

—Hacen bonita pareja.—confeso negándose a derrumbarse frente a él… frente a ella.

—Gracias dattebayo.—agradecuo sonrojado y un poco avergonzado, palmeando levemente su hombro, ella solo sonrió y alegando alguna tonta escusa huyó de ahí.

—Torpe…—fue lo único que le dijo a Naruto cuando se acercó a él, y mirando se reojo a la copia rubia de Hinata salió de aquél salón atestado de chismosos.

No le tomó mucho tiempo encontrarla, de hecho ni siquiera sabía que la estaba buscando hasta que vio su pequeño cuerpo correr al patio trasero de la escuela.

Le había sorprendido totalmente, nunca se hubiera imaginado que esa chica tan pequeña y de aspecto delicado y sensible sería tan valiente y orgullosa, realmente había estado esperando el momento en el que ella finalmente se rompiera pero para su sorpresa total, tal cosa jamás sucedió.

¡Vaya cajita de sorpresas resultó ser Hinata!

Después de algunos minutos finalmente llegó a donde suponía ella se estaba escondiendo. Su pequeña espalda descansaba bajo un árbol y su rostro permanecía oculto entre sus rodillas, no nesecitaba ser un genio o un adivino él simplemente lo supo.

En silencio camino hasta ella, sentándose en la banqueta detrás del árbol, quedando de espaldas a ella, escuchando segundos después sus débiles sollozos.

—Si duele y te encondes, si es despreciable y cierras tus ojos, aunque lo olvides no va desapacer.—susurro escuchando como aquel intenso llanto se detuvo de imprivisto, mientras él suspiraba.

¿Por qué estába ahí?

—Aprende a pararte sobre tus propios pies, aprende de esta leccion, si nunca luchas por lo que quieres nunca lo tendrás. No todo se obtiene por qué lo deseas y nada más.

¿Por qué seguía hablando?

Era una pregunta a la cual ni siquiera él sabía su respuesta. No es porque él fuera excepcionalmente amable, tampoco es que le interesará la vida de esa chica, simplemente no lo sabía y tampoco quería saberlo ni entenderlo. Ya solo quería irse a su casa y dormir.

Y justo cuando iba a obedecer a sus deseos la voz rota de ella lo detuvo.

—¿P-por que le interesa? ¿Por qué usted de entre todos está aquí?.—pregunto ella confundida, y al voltear su mirada se encontró con aquellos claros ojos que siempre le habían causado curiosidad.

La miró unos eternos segundos antes de simplemente encogerse de hombros y suspirar.

—Ni siquiera yo lo sé, así que no preguntes Hyūga.—suspiro fastidiado, empezando a levantarse de aquella banca.

Pero antes de siquiera dar un paso su voz rota la detuvo nuevamente.
—¡E-espere!

—¡Ahora qué!—gruño y ella se encogió levemente ante el sonido de su voz.

—…g-gracias.

—Hmph.

¿Quién robo la virginidad de Uchiha Sasuke?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora