"Entre cielo y tierra no hay nada oculto"
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La observó y en cuanto sus ojos la reconocieron sintió como su corazón latía más rápido en su pecho, sintió vértigo y elefantes en el estómago, una sonrisa se pintó en sus labios. Había pasado tanto desde la última vez que la vio, y pese al tiempo que permaneció alejado de ella, sus sentimientos seguían siendo los mismos de ese tiempo.
Apretando el ramo en su mano camino hacia ella, quién al parecer aún no había notado su presencia en aquel lugar.
...
Lo miro a los ojos y reunió todo el valor que poseía, no iba esperar que él aceptará ni correspondiera sus sentimientos, solamente se los diría, se quitaría ese peso de encima y esperaría el contundente rechazo de cual había estado escapando por temor y cobardía.
Lleno su pecho de aire y miró fijamente aquellos ojos tan oscuros y brillantes como la noche, y por un momento se perdió en ellos, se imaginó junto a él, en aquellos oscuros ojos vio una vida junto a él, una vida hermosa que la hizo sentir tristeza.
-Me gusta.-susurro sin apartar su mirada de sus oscuros ojos.-Yo estoy...
Pero como si de una cruel broma se tratara, su confesión se vio interrumpida por la persona menos esperada.
-¡Hinata-hime!.-escucho una suave y aterciopelada voz que ella reconocería donde fuera, una que voz solo podía pertenecerle a una persona.
-T-Toneri...san.-susurro girando rápidamente su rostro, encontrándose de inmediato con su mirada.
Él caminaba hacia ella, con la elegancia que caracterizaba a toda la familia Ōtsusuki, sus ojos tan propios y característicos de él la miraban con el mismo amor y devoción qué tanto la apabullaba e intimidaba.
¿Qué hacía él ahí?
Se suponía que estaba en el extranjero, se suponía que no lo vería hasta que terminara de graduarse.
¿Por qué él está a ahí?
-Hime.-extendió un gran y hermoso ramo de finos girasoles hacia ella, quién solo lo miraba en shock.-Tus favoritas.-le sonrió con amabilidad y calidez.
-Toneri-san... ¿Por qué está usted...
-He decidido terminar mis estudios aquí.-la interrumpió y ella lo observó casi con horror, mientras el seguía sonriendo ajeno a lo que su noticia causó en ella.
Eso no podía estar pasando...
-¿Hyūga...?-interrumpió una tercera voz haciendo que ella abriera tanto sus ojos que casi se salieran de sus cuencas.
¡Lo había olvidado!
Como en cámara lenta vio como las blancas y finas cejas de Toneri se levantaban con curiosidad y confusión.
-¿Quién eres?.-ordeno preguntar, y pese al tono amable en su voz ella no paso desapercibido el débil desdén con el que se dirigió a Sasuke.
-Él e-es...
-Uchiha Sasuke.-la interrumpió Sasuke mientras se paraba a su lado, tan cerca que sus brazos se rozaban, acto que lamentablemente no paso desapercibido para Toneri.
-Ah, es un gusto Sasuke-kun.-sonrió, pero dicho gesto jamás llegó a sus ojos.-Yo soy Ōtsusuki Toneri..
¡Lo iba a decir...! ¡Debía hacer algo! ¡Lo que sea!
-¡Toneri-san...!
-El prometido de Hinata.
Y lo dijo.
...
-¿Prometido? ¿De que hablas?.-y hasta él se sorprendió de la rudeza y frialdad de su voz.
Pero no aquel chico, él solo sonrió de manera petulante mientras lo observaba con superioridad.
-Es exactamente lo que estás pensando. Hinata y yo estamos comprometidos.-explico sin borrar su sonrisa acercándose de un paso a Hinata y gentilmente halándola hacia él.-Nosotros nos casaremos.
...
Ah, había llegado tarde.
Pensó al ver a Hinata junto al llamativo chico de los girasoles y a Sasuke totalmente pálido.
Suspirando se acercó pero ninguno de los tres reparo en su presencia, hasta que habló.
-¡Hey! ¡Veo que la encontraste!.-hablo con voz a grito haciendo que los tres pares de ojos se dirigieran a él, haciéndolo sentir un poco incomodo.
-Oh, sí, agradécele al chico pelirrojo por mí.-le sonrió el pomposo chico blanco, con su sonrisa falsa marca Colgate.
-Si, créeme que lo haré 'ttebayo.-le sonrió, mientras se terminaba de acercar a un incrédulo y shokeado Sasuke.-Oye teme, vamos Gaara nos espera.-dijo palmeando la espalda tensa de su amigo quién solo lo miró y asintió completamente aturdido.
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¿Quién robo la virginidad de Uchiha Sasuke?
FanficLa lista se reducía a siete chicas aunque una de ellas era totalmente imposible. Él haría hasta lo imposible por saber quién fue la libidinosa chica que lo emborracho y le arrebató su virginidad.