Capítulo XII | ROMINA

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I.XII — 'Tu Nina'

Después de caminar un rato por la pista de atletismo para aclarar mis pensamientos, decidí volver a la fiesta. No iba a dejar que eso arruinara la noche que aún nos esperaba a mis amigos y a mí.

Pero cuando iba por uno de los pasillos, me topé a Christian frente a los casilleros. Él, al verme, se sobresaltó un poco.

—¿Qué? ¿Ya follaste de nuevo con mi hermana? —inmediatamente al escucharme, cierra los ojos con culpa.

—Muñequita, yo... —comienza a excusarse, pero yo le interrumpo con un "no".

—Christian, lo vi —me acerco a él.

—Si pudiera volver el tiempo atrás, te juro que...

—Pero no puedes —lo interrumpo. Una lágrima cae por mi mejilla, pero la limpio con rapidez. —¿Puedes explicarme al menos por qué?

—Porque... —balbucea, pero después bufa y desvía la mirada. —No lo sé, Romina. Tengo necesidades, ¿sabes? —me vuelve a mirar y en eso mi mano se estampa con su mejilla.

—Es mi puta hermana —mi voz se quiebra y sus ojos se llenan de preocupación. —¿Qué tan urgido necesitas estar para...? Olvídalo —suelto rendida y me doy la media vuelta, pero su mano me detiene.

—Lo siento. Mereces más que esto —lo miro con burla y después niego con la cabeza. ¿Es enserio?

—Vete a la mierda, Christian.

Caminé hasta el salón principal limpiando todo rastro de lágrimas y asegurándome de estar presentable con la cámara de mi celular. Al ver que todo estaba casi en orden, me detuve en la entrada y suspiré.

—Es un capullo —escucho la gruesa voz de Omar a mi lado y siento su mano tomar la mía.

—Lo escuchaste —agacho la cabeza y él afirma con un "Mmh". —Pensaba perdonarlo, tal vez poner algunas condiciones en "nuestra relación", pero... —me quedo sin palabras.

—Pero eso no es amor, Ro —susurra, entonces yo le miro y asiento. —Nos tienes a muchos más, no necesitas de ningún hombre.

Omar se había vuelto un gran amigo y en serio le apreciaba bastante. Siempre estaba para mí.

—Sabes que te quiero, ¿verdad? —me apego más a él y coloco mi cabeza sobre su hombro.

—Y yo te amo. Y nuestro amor es incondicional. Somos incondicionales —deposita un beso en mi cabeza y me guía entre la gente para llegar hasta Ander, quien inmediatamente al verme (porque me conoce demasiado bien) me abraza.

—Gilipollas, se va a enterar... —comienza a murmurar enojado, pero yo me separo de él un poco para poder verlo a los ojos. Niego con la cabeza dándole a entender que no es necesario actuar y él asiente, algo dudoso. —Eres invaluable —me vuelve a envolver en un abrazo como los que sólo él sabía dar.

ROMINA | «Élite»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora