Miro a Ethan intentando averiguar si lo dice de broma, pero por la forma en que me mira sé que va más en serio que nada. Joder.
- ¿Y bien? No me hagas arrepentirme de haber mentido.- Está cruzado de brazos y parece que no se va a ir sin su respuesta.
- ¿Por qué lo has hecho? ¿Por qué no has dicho nada si sabes que es mentira?
- No me va eso de ir de chivato.
- Ya, claro… Te has quedado aposta para joderme, como siempre.
Lentamente se acerca hacia mí y pone sus manos en mis brazos. Cuando le miro a la cara veo… ¿preocupación?
- Elisabeth, yo no hago nada para joderte.
Suspiro. - ¿No? ¿Eso de ir de arrogante conmigo no es joderme? Pues perdóname, pero nuestros conceptos de joder son diferentes. Déjame en paz de una vez.- Me suelto de su agarre y camino hacia otra dirección por la arena húmeda. En unos segundos noto que Ethan me tira del brazo hacia atrás.
- Perdóname. Joder, perdóname. No quiero joderte, Elisabeth. No soy así. Es todo una faceta… Te prometo que a partir de ahora no voy a ser tan… Arrogante contigo. Voy a ser como soy en realidad, ¿vale? No quiero que me veas como alguien que no soy.
Se pasa las manos por el pelo y agacha la cabeza. Dios mío. Esta faceta de Ethan no la conocía. Arrepentido, preocupado, dulce… De repente me siento mal por él. Debería de decir algo, aunque lo único que hago es subir los brazos hacia su cuello y darle un abrazo. Se pone tenso al instante, pero segundos después se relaja y baja las manos hacia mi espalda. Esconde la cabeza en el hueco de mi cuello y vuelve a suspirar.
- Lo siento- susurro.- Me he pasado.
Niega con la cabeza y me abraza más fuerte.- No, Elisabeth. Tienes razón. Lo siento.
Seguimos abrazados, y me doy cuenta de lo que acabo de hacer. Dar un abrazo, ser cariñosa… No es propio de mí, pero de repente me da igual. Ahora mismo todo gira en torno a Ethan. Lo demás es secundario.
Despierto del trance en el que estoy cuando me encuentro con sus ojos azules y le oigo susurrar:
- Lo último que quiero en este mundo es hacerte daño.
******
- ¡Como mires te juro que te mato!- le amenazo. Como mi ropa seguía mojada por el chapuzón de antes, Ethan ha insistido en dejarme una camiseta y una sudadera que ha sacado de su maletero. Empieza a refrescar, así que no me he negado y ahora mismo estoy detrás de su coche dejando mi ropa mojada en su maletero, en ropa interior. Me pongo la camiseta y luego la sudadera (que me llega por debajo de los muslos, casi por las rodillas).- Ya está.
- Pufff. Qué sexy te queda mi sudadera- exclama. Se gana un un empujón de mi parte. Me recorre con la mirada y se fija en los muslos al descubierto, humedeciéndose los labios. Bufo.
- Podrías ser un poco menos descarado ahora que se supone que somos amigos.
Después el momento… ¿Romántico? ¿Dulce? ¿Cariñoso?... Bueno, lo que sea (porque ha sido demasiado extraño y sorprendente para los dos), hemos vuelto a nuestra relación de siempre, sólo que ahora sin piques y con la promesa de ser amigos.
Toc, toc. ¿Dónde está la Elisabeth de siempre? ¿Por qué me estoy volviendo tan sentimental y ablandándome con Ethan, cuando sólo lo conozco de quedar con él alguna vez? Nunca antes me había pasado esto.
- Con que amigos, ¿eh?- me mira divertido.- ¿Pero amigos con derecho a roce o amigos sin más?
Suelto una carcajada.- Amigos sin más, y no me hagas cambiar de idea.
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Cicatrices del Pasado
Genç KurguA los diecisiete años, Elisabeth se muda a Florida. Es una chica que siempre va con los auriculares, bipolar, pasota... Y algo temida por sus practicas con el boxeo. Tiene esperanzas de pasar página, de empezar una nueva vida... Pero, ¿y si el novio...