Capítulo 20. Nuestra segunda Navidad

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Estas iban a ser mis segundas Navidades en Madrid, después del incidente del pasado año, ese año nos quedabamos en la capital, esta vez a propósito y no por accidente. Lo habíamos decidido así por distintos motivos, la mayor razón de peso fue que yo estaba embarazada, y aunque en principio podía volar y viajar, prefería no hacerlo.

También se nos planteó un dilema, y es que tanto Mimi como yo queríamos pasar las Navidades junto a nuestra familia, como era lógico, pero ahora nosotras también eramos una familia, y no tendría ningún sentido separarnos en unas fechas como aquellas. Así que decidimos inaugurar una nueva tradición, que sin querer ya había empezado a festejar el pasado año. Celebraríamos la Navidad en casa, nosotras tres, bueno nosotras cuatro, e invitaríamos a mi padre y a la madre de Mimi.

Lo cierto, es que mi padre estaba encantado con su única nieta, hasta el momento. Mía era la niña de sus ojos, y él no perdía ocasión de verla así que no se lo pensó dos veces en aceptar la invitación. Ahora que mi padre ya era bastante mayor, las Navidades en Tenerife se habían reducido y ya no era una fiesta multitudinaria como solía ser. En los últimos años, solo nos reuníamos nosotros y mi hermano, que este año hacía la suya en la otra punta del mundo, así que, antes de ir a casa de alguno de sus hermanos mi padre decidió venir a Madrid.

Más o menos hizo la madre de Mimi, que aunque le daba un poco de pena no poder celebrar las Navidades todos juntos en Granada, junto a su hermana, sus hijos y sus sobrinos, prefirió venir a Madrid. A su hijo no lo iba a ver de todas formas, ya que vivía lejos y le era imposible venir ese año, y ya hacía un par de años que no pasaba las Navidades con su hija, así que no nos costó mucho convencerla.

Ambos llegaron el mismo día de Nochebuena, primero fuimos a recoger a Inma a la estación y puedo asegurar que, tras casi 4 meses sin verla, el recibimiento fue de lo más efusivo. Sin demorarnos mucho, fuimos hasta el aeropuerto, dónde ya había aterrizado mi padre, y el recibimiento fue igual de emocionante.

- Oye, este coche se va a quedar pequeño cuando nazca Zoe -comentó Mía al ver que, en los asientos de atrás, iban bastante apretadas. Yo iba en la parte delantera, conduciendo, junto a mi padre y Mimi, Inma y Mía detrás.

- Ay espacio de sobras Mía -le dijo Mimi, que aunque estuviese en el asiento del medio, el peor, no iba para nada incómoda- No te quejes.

- No mamá, porque si ahora estuviese Zoe -no pude evitar no soltar una carcajada, Mía ya había revelado el nombre del bebé, y lejos de percatarse de ello lo estaba volviendo a repetir, por si acaso a los abuelos no les había quedado claro- ¿Que? ¿Donde se sentaría? -insistió la pequeña.

- ¿Que pasa? -dijo Mimi al percatarse que todos, menos ella y Mía, nos estabamos todos riendo.

- Ay -dijo Mía llevandose las manos a la boca y por fin dándose cuenta de lo que había dicho- ¿No se podía decir? -preguntó.

- ¿El que? -dijo Mimi que aún no se había enterado de lo que se estaba pasando.

- Que la hermanita se llama Zoe -respondió Mía.

- ¡Mía! -dijo ya entonces dándose cuenta y llamandole la atención a la niña.

- Mimi, es la tercera vez que lo dice, por eso nos estabamos riendo -le dije mientras seguíamos avanzando lentamente por la autovía, al parecer no había gente en Madrid por Navidad, pero lo que si había eran coches, que provocaban una importante retención a la entrada de la ciudad.

- ¿Estoy castigada? -preguntó Mía para dar un poco de pena y que la perdonásemos, como siempre.

- Los reyes te van a traer carbón -le riñó bromeando su abuelo.

Recuperando el Tiempo Perdido | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora