Capítulo 16. Boda (Parte 2)

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Una funcionaria, de unos 50 años de edad y con una voz amable, nos invitó a Mimi y a mí a pasar dentro de la sala. Fui yo la que cogí la delantera y llegué primera a la puerta donde esperaba la mujer.

- ¿Puede entrar la niña y...? -le pregunté para asegurarme que mi padre, Inma y Mía podían entrar dentro de la sala aunque no fueran testigos de la boda.

- Sí claro -respondió la mujer muy amable- Adelante -dijo invitándome a terminar de cruzar la puerta.

Su amabilidad me tranquilizó bastante, aunque no estaba muy nerviosa, o por lo menos en comparación con Mimi, estaba a punto de vivir uno de los momentos más importantes de mi vida, así que cruzarme con una funcionaria que ponía buena cara, ya fue de agradecer.

-¡Hola a todos! -nos saludó- Las novias que se sienten aquí, en la mesa -nos pidió- y el resto por aquí -dijo señalando unas sillas colocadas en hileras.

Lo cierto es que esa sala me sorprendió. Me había casado allí mismo diez años atrás, pero la verdad no me acordaba mucho de aquel momento, lo que si tenía claro es que la última vez me había parecido un sitio mucho más frío y menos acogedor, pero tal vez era mi percepción y lo que me hacía mantener un recuerdo más negativo era la compañía y no la sala en sí.

- Qué nervios -dijo Mía cuando se sentó en la silla y haciendo que todas las miradas fuesen hacía ella.

- Que bonita -reaccionó la mujer al ver a nuestra pequeña- Bueno -dijo cambiando el tono- En primer lugar disculpen la espera, les prometo que en un momento ya estamos y podéis ir a celebrarlo, si no lo habéis hecho aún -nos explicó.

- Pues no -dijo Mimi- De hecho solo haremos el trámite, de momento no habrá fiesta -le explicó Mimi lo que me hizo sacar una leve risa tonta. 

Estaba muy nerviosa, y es que me cuesta recordar una ocasión en que sus nervios hubiesen superado a los de este día. Hablar sin control era una de las señales que me alertaban de su nerviosismo, y en esa ocasión no fue menos, de hecho llevaba más de una hora allí fuera hablando sin parar y me hacía gracia que justo en ese momento se pusiese a explicar a la funcionaria cuáles eran nuestros planes de vida como si le interesasen.

- Mucha gente lo hace hoy en día -respondió- tenéis toda la vida por delante aún -añadió.

- Claro -dijo Mimi asintiendo y dándose cuenta de que estaba hablando más de la cuenta.

- ¿Quién es Ana Alícia? -preguntó.

- Yo

- De acuerdo, verifica que están todos los datos bien, nombre, apellidos y DNI -dijo dándome una hoja de papel.

- Y tu debes ser Míriam ¿si? -siguió.

- Sí, claro -le respondió esta mientras yo leía el documento.

- Lo mismo, por aquí -dijo dejando otro papel delante suyo- Y no te pongas nerviosa mujer, que esto es muy fácil -añadió. 

En ese momento miré a Mimi y la vi justo como me la imaginaba en mi cabeza, roja como un tomate y muerta de vergüenza. Como ya había acabado con lo mío, bajé mi brazo derecho debajo de la mesa y acaricié su rodilla y su muslo intentando calmarla.

- Ahora, necesitaría que los testigos vinieran aquí -continuó señalando las dos sillas que había al lado nuestro.

En ese momento Mimi también había terminado de leer su hoja, y mientras la funcionaria hablaba con Ricky y Aitana, esta aprovecho por bajar también su mano y entrelazarla con la mía, para que finalmente quedase inmóvil encima de su muslo. Ambas nos miramos y sonreímos. Mimi seguía nerviosa, y yo me había contagiado de sus nervios, pero por lo menos ahora estaba más tranquila e iba a poder disfrutar de aquel momento.

Recuperando el Tiempo Perdido | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora