- ¿Mía? -dije tras dar dos golpecitos a la puerta de la habitación de las niñas.
- Sí mamá -me respondió esta desde dentro.
- ¿Puedo pasar? -le pregunté tras abrir la puerta y aún desde el pasillo.
- Sí -respondió escueta y sin ni siquiera girarse para ver lo que quería. Sentada en la silla del escritorio, parecía hacer algo muy concentrada, probablemente los deberes.
- ¿Ya no haces los deberes en el salón cariño? -le pregunté extrañada, llevaba haciéndolos allí toda la vida, pero desde un par de días atrás, ya no se sentaba en la mesa a hacer la tarea después de merendar.
- Es que Zoe me molesta -se quejó, y con toda la razón. La pequeña ya había aprendido a gatear hacía un tiempo y ahora hasta se atrevía a levantarse y dar algunos pasos, con lo que se pasaba todo el día correteando por casa.
- Ya, es un poco ruidosa, ¿no? -respondí dándole la razón.
- ¿Un poco? -se preguntó Mía- Mucho -sentenció.
- ¿Y no necesitas ayuda con esto? -le pregunté mientras intentaba cotillear por encima de su hombro qué es lo que estaba haciendo en ese papel, tan concentrada.
- En realidad ya he terminado los deberes -dijo soltando el lápiz de su mano, escondiendo el papel debajo de uno de sus libros de texto y girándose para mirarme- Estoy haciendo un dibujo, pero no me sale -continuó algo desanimada.
- ¿Como que no te sale? -le pregunté tratando de ver que es lo que había hecho en el papel.
- Es que no dibujo muy bien -dijo poniendo su mano sobre la mía e impidiendo que consiguiese hacerme con la hoja de papel- la verdad -añadió. Quité la mano, pues al fin y al cabo no debía mirarlo si ella no quería, pero no me gustaba que se desanimase porque algo no le salía.
- Bueno, todo es ponerse ¿o no? -continué intentándolo animar. Pues si alguien lo sabía bien era yo, y es que sin esfuerzo no se consigue nada.
- Si, pero es que yo no tengo paciencia mamá -admitió.
- Ay, hija mía -dije dándole un abrazo.
- ¿Qué quieres mamá? -reaccionó Mía algo molesta e intentando que quitase mis brazos.
- Tu sabes a lo que vamos mañana ¿no? -le pregunté dejando el abrazo para otro momento.
- Claro mamá.
Habíamos hablado de ello millones de veces, para todo el mundo yo era la mamá de Mía y Mía era mi hija, pero en muchas ocasiones, no serlo por escrito suponía un engorro. Era una tontería, nuestra unión no dependía de un escrito pero saber que Mía no era mi hija legalmente era algo que me producía más de un dolor de cabeza. No solía ser de pensamiento catastrófico o pesimista, pero solo de pensar que algo le pudiese pasar a Ana y tener que verme con que no tenía ninguna potestad sobre Mía era algo que me aterraba.
Cuando un par de meses atrás nos llamaron del juzgado diciendo que Miguel Ángel había aceptado la petición de Ana y renunciado por completo a la custodia de Mía creo que las tres respiramos aliviadas. Y es que sí, Mía, a pesar de su corta edad, no tenía ni 9 años por aquel entonces, no le habíamos ocultado nada de todo esto.
Tengo que decidir que le costó bastante encajar que su padre no la quería ver, es algo para lo que nadie está preparado y menos una niña de 6 años, pero siempre nos agradeció que fuéramos con la verdad por delante.
Fue algo que al principio nos costó a ambas, porque yo no quería ocupar el lugar de ese señor, pero Mía tenía reservado ese hueco para mí. Por suerte y con el tiempo, Mía aceptó la realidad como era y siempre agradeció que yo hubiese aparecido en el momento oportuno, aunque nunca lo confesase, sé que Mía pudo rellenar conmigo un pedazo roto de su corazón. Y eso, tampoco estaba mal.
Pero el notición vino después de la noticia, si él ya no figuraba como padre, yo, con el consentimiento de ambas, podía adoptar, en términos legales, a Mía y figurar como su madre. No dudamos en aceptar desde el segundo cero, y aunque las cosas de palacio ya sabíamos que iban despacio, a las semanas nos llamaron para hacerlo oficial.
- ¿Me lo puedes explicar? -le pedí a Mía para asegurarme, por última vez, que lo había entendido y estaba conforme con lo que íbamos a hacer.
- ¿Para qué? -me preguntó- Si tu ya lo sabes
- Mía, solo quiero asegurarme de que lo has entendido todo bien -le expliqué.
- Vale -dijo algo molesta de tener que hablar de aquello otra vez- Van a poner en un papel que tu eres mi madre, así tu podrás firmar mis cosas del cole y eso, y también lo pondrá en mi DNI, ¿te vale?
- ¿Y tu estás de acuerdo con eso? -le pregunté de nuevo.
- Sí mamá, ¿por qué no lo iba a estar? -dijo rodando los ojos y probablemente pensando que estaba loca por hacer esa pregunta tan estúpida- Lo que no entiendo es porque no lo pone ya ni porque tenemos que ir a ese sitio para que lo pongan -se quejó- pero me da igual lo que ponga en el papel, tu siempre has sido mi mamá.
- Claro que sí cariño -dije acariciándole el pelo- ¿pero tu entiendes que eso es para que no haya problemas y que si ocurre algo todos sepan que eres mi hija?
- Sí mamá, ya lo hemos hablado -se quejó, probablemente ya cansada del tema, y es que quizás esa charla estaba siendo más contraproducente que otra cosa- pero mami no se va a morir -añadió.
- Claro que no Mía, ni se te pase por la cabeza eso -le advertí, ni siquiera había mencionado eso delante suyo y no me gusto ni un pelo que dijera eso- pero sirve para otras cosas, como que te firme las cosas del cole -añadí.
- ¿Y si un día saco mala nota me puedes firmar tu así mami no se entera? -me preguntó.
- Eso es tener un poco de morro -respondí riéndome de su sugerencia- y mentir no puedes mentir, ¿no habrás suspendido algo? -le pregunté sospechando.
- No, aún no, pero el examen de lengua que hice el lunes era muy complicado -admitió dando a entender que seguramente no habría sacado muy buena nota.
- Pero aún no te han dado la nota, ¿no?
- No
- Pues entonces, tendremos que esperar -le dije.
- ¿Y puedo ponerme las uñas como las tuyas? -me preguntó emocionada.
- No Mía, eres pequeña para eso todavía -le expliqué por enésima vez- Además que esto no es para hacer cosas que no le gustan a mami ¿eh? -le advertí.
- Entonces, ¿sirve para algo guay lo que vamos a hacer mañana? -me preguntó.
- Pues mira sí, podemos ir de viaje juntas, tu y yo -le propuse algo que ya llevábamos tiempo planeando con Ana.
- Pero si eso ya lo hemos hecho, ¿no te acuerdas cuándo fuimos a la playa y me llevaste a un festival? -me recordó.
- No, pero más lejos -le expliqué.
- ¿Fuera de España?
- ¿Te gustaría? -le pregunté yo más emocionada que ella.
- Sí -respondió- hace mucho tiempo que no voy de viaje lejos.
- Pues mira, mamá va a ir a Colombia el mes que viene, y quiere que tu vengas también, ¿te parece?
- ¿Solas? -preguntó extrañada.
- Bueno, solas no, van a venir las bailarinas y allí estaremos con un montón de gente guay, cantantes, productores y hasta vamos a grabar un videoclip -le expliqué tratando de convencerla, ya que al parecer no estaba del todo convencida con aquello.
- ¿Un videoclip? -preguntó emocionada- ¿Puedo salir?
- Ya sabes que hay que bailar en los videoclips de mamá -le advertí.
- Jo, es que eso me da vergüenza mamá -se quejó.
- Bueno, ya lo pensaré -respondí como si ya no lo tuviese todo planeado- ¿Quieres venir o no?
- Sí -respondió ya mucho más en Colombia- En Colombia hay mucho chocolate, ¿verdad? -me preguntó.
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Recuperando el Tiempo Perdido | WARMI
FanficSegunda parte de la novela "Tiempo Perdido". Tras casi 15 años, Mimi y Ana se reencontraron y finalmente decidieron dar el paso, pero no todo será un camino de rosas. Aunque lo más difícil ya lo han hecho, Mimi y Ana tendrán que seguir luchando por...