Capítulo 9. Pase lo que pase

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Después del disgusto que tuve nada más llegar, sabía que la tarde solo podía ir a mejor. Ver a Mimi contarle a su madre, con tanta ilusión, todo lo que iba a pasar, solo me pudo alegrar el día. Lo cierto es que estaba cansada, y sí, solo llevábamos un mes y poco metidas en ese proceso, pero se me hacía agotador. Quería ser optimista, pero me costaba mucho ver la luz al final del túnel, y me molestaba, me molestaba porque todo estaba yendo bien, pero mi mente era incapaz de no preocuparse por absolutamente todo. Pero esa tarde, Mimi y su madre me volvieron a dar un empujón y me hicieron recuperar la ilusión, esa ilusión que tenía Mimi al contarlo e Inma al escucharlo. 

- Supongo que es pronto para daros la enhorabuena -nos dijo Inma- pero no puedo evitarlo chicas -continuó notablemente emocionada- Escuchadme -dijo cogiendo aire- Estoy aquí para lo que necesitáis, no dudéis en pedirme lo que sea, ¿de acuerdo? Ana -dijo dirigiéndose a mi- Ya sabes que mi hija es muy cabezota, pero tu aprovéchate de tu suegra, que las dos sabemos lo que es ser madre -dijo dándome un abrazo.

- Muchas gracias Inma -le agradecí algo emocionada. Sentir el apoyo de mi familia era lo que necesitaba en ese proceso y era justo lo que estaba recibiendo, y yo, no podía creerme lo afortunada que era.

- Y tu hija -dijo dándole un abrazo a Mimi- Al fin -dijo agarrándole de las manos- Sabía que asentarías la cabeza en algún momento -continuó con una sonrisa que Mimi le devolvió.

Sabía que la pobre mujer había sufrido mucho detrás de su hija, aunque nunca lo admitió, y Mimi también lo sabía, y fue algo que nunca se pudo perdonar, pero al menos, le reconfortaba ver a su madre feliz y tranquila y saber que ella ya no era ni sería la culpable de sus quebraderos de cabeza.

- Gracias mamá -le respondió esta devolviéndole el abrazo.

- Y este bichito -dijo mirando a Mía- ¿Cómo te puedo querer tanto princesa? -continuó acariciando el pelo de la pequeña que estaba distraída jugando con la arena del patio.

- Yo te quiero más -respondió Mía dejando lo que estaba haciendo para darle uno de sus abrazos gigantes.


⏳⌛⏳


- ¡Ala! Pero si es una cama de princesas, como la mía -dijo la pequeña nada más ver la habitación donde iba a dormir durante nuestras vacaciones en el pueblo.

- Esta era la habitación de Míriam, cuando era pequeña dormía aquí -le explicó Inma- Está exactamente igual como la dejó, ¿verdad que sí hija?

- ¡Qué guay! Esta habitación es muy grande, y la cama también. Jo, yo quiero quedarme aquí para siempre -se quejó Mía, que como siempre, cosa que veía cosa que quería.

- Pero aquí no hay unicornios ni ponis ni tampoco todos tus juguetes -le respondió Mimi- Además las paredes son blancas y no tienen colores -continuó.

- Bueno, pero se pueden pintar -respondió rápidamente- Si Inma nos deja.

- Venga -dije intentando obviar el tema- deja tus cosas y vamos a ver el resto de la casa, ¿no tenías tantas ganas de verla?

- Sí -dijo saliendo disparada hacía el pasillo- ¿dónde vais a dormir vosotras mami?

- Aquí -dijo Inma abriendo la puerta de uno de los cuartos- He hecho algo de reformas estos meses, espero que os guste como ha quedado -nos explicó.

- Mamá no hacía falta -dijo Mimi entrando en la habitación.

- Anda, pues le has dado un buen lavado de cara -comenté nada más ver cómo había quedado. 

Lo cierto es que siempre habíamos dormido en la habitación de Mimi. La habitación dónde estábamos era algo así como un cuarto de los trastos y apenas había entrado allí dentro un par de veces, y ya hacía muchos años. Claro estaba que yo no pisaba esa casa desde hacía más de diez años. Lo recordaba como un cuarto pequeño y oscuro, lleno de cajas y telarañas, así que me sorprendió y mucho.

- Joder -exclamó Mimi- Pero ¿qué has hecho mamá?

- Nada hija, un poco de limpieza y dos capas de pintura y esto ha quedado como nuevo -respondió orgullosa de su trabajo pero quitándole importancia, como si no se hubiese esforzado mucho, pero todas sabíamos que había invertido muchas horas para poder lograr ese cambio tan radical- Que, ¿os gusta?

Observaba la habitación, con sus paredes blancas, su cama de madera, rústica, a conjunto con el resto de la casa, las mesitas de noche con sus lámparas y un ventanal enorme donde entraban los últimos rayos de sol del día a través de unas cortinas finas. No lo voy a negar, me hizo mucha ilusión, era una habitación simple, pero era nuestra habitación, hecha apropósito para nosotras, y eso me hacía inmensamente feliz.

- Claro que sí Inma, pero esto, no hacía falta, de verdad. Lo podríamos haber hecho nosotras o...

- No digas tonterías Ana -dijo cortándome- si yo estoy jubilada y aquí, sola, en el pueblo, me aburro más que otra cosa, hacer esto me ha tenido entretenida unas cuantas semanas.

- ¡Ala! -dijo Mía mirando la pared.

- ¿Una foto? -preguntó Mimi extrañada.

- A ver -dije acercándome para poder ver de qué se trataba.

- Verano de 2018 -nos recordó Inma- Aquí mismo, en el patio de casa -continuó- Pensé que os haría ilusión tenerla aquí y así, la habitación es un poco más vuestra.

- No había visto esta foto jamás -dijo Mimi extrañada- Pero me gusta -añadió.

- Parecemos dos niñas -dije con una ligera sonrisa tras observarla unos segundos- Quién nos lo iba a decir ¿eh?

- Pues sí -me respondió Inma- ya vuelve a estar todo en su lugar ¿no?

- Mami, ¿erais novias? En esta foto, ¿erais novias? -me preguntó Mía- Os estáis dando cariñitos en la foto, como ahora ¿erais novias? -insistió.

- Sí -respondí con naturalidad. Mi niña no era tonta y no la podía engañar, y tampoco tenía nada de malo decirle la verdad, aunque sabía que eso la podía confundir, ya no podía negar lo evidente.

- Ah, vale -respondió como si nada- Fuiste un poco tonta dejándola por papá, pero bueno no pasa nada porque te has dado cuenta -soltó sin ningún tipo de reparo a lo que no pude evitar soltar una carcajada. Simplemente tenía razón- Salís muy guapas, como en la foto que tenemos en el salón, pero ahora lo sois más -continuó la pequeña cambiando, gracias a dios, de tema.

- Que pelota eres por dios -le dijo Mimi- Anda, vamos al jardín, ¿no querías probar los columpios? -le dijo Mimi llevándosela fuera de el cuarto.

- Como es tu niña, ¿eh? -me dijo Inma riendo.

- A veces me hace morir de la vergüenza -respondí- pero me gusta su inocencia y su sinceridad -añadí.

- Así son los niños, y la tuya, tiene algo especial, como tu -dijo sentándose a los pies de la cama e invitándome con la mirada a hacer lo mismo- Vuestros ojos brillan igual -me comentó- y tenéis la misma mirada, limpia, muy limpia. Aunque no sea mi nieta, la quiero como tal -me confesó- al igual que sé que Míriam la quiere como una hija suya.

- Muchas gracias -respondí- Lo sé -añadí. Y es que no podía estar más agradecida, para mí, más importante que me queriesen a mí, era que queriesen a mi hija, y sabía que en esa casa, amor no le iba a faltar, y con solo saber eso, yo ya era feliz.

- Siempre te lo dije, pero te lo quiero recordar Ana. Voy a estar aquí para lo que necesites, pase lo que pase, no te olvides de eso -dijo dándome un abrazo.


Recuperando el Tiempo Perdido | ‪WARMIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora