No sé ni como llegamos al hotel, bueno de hecho sí que lo recuerdo, bajamos del taxi cuando ya pasaban las 3 de la madrugada y yo sujetaba a Ana o ella me sujetaba a mí, lo que estaba claro es que ambas habíamos bebido más de la cuenta, bastante más, y en aquel momento hasta caminar en línea recta nos suponía todo un reto.
Mi madre llegó con Mía hacía las ocho de la tarde, tuvimos más que tiempo suficiente para cenar con tranquilidad, de hecho comí mucho, y suerte que lo hice porque si no mi cuerpo no hubiese aguantado todo lo que bebí pocas horas más tarde.
Estuvimos un buen rato en el camerino, no me gustaba repasar nada en aquellos momentos, solo estar con mis amigas, y en este caso, también con mi familia, haciendo cualquier cosa que me evitase pensar en que iba a actuar delante de miles de personas en apenas unos minutos. Supongo que esa era la única forma de lidiar con la presión que suponía todo aquello, porque todos hacíamos lo mismo.
Sorprendentemente, esa noche la actuación no se atrasó, quizás porque era una de las primeras. Pasados diez minutos de las once subíamos al escenario dispuestas a levantar todo el festival, y vaya si lo hicimos. Cualquier adjetivo se quedaría corto para describir lo que sentí aquella noche allí arriba, pero algo tendría que ver qué Ana se subiese al escenario para cantar la última canción, nuestra canción.
No era la primera vez que la cantaba, ni tampoco la primera vez que lo hacía junto a ella, pero para mí siempre será la más especial, y la más bonita. Estuve desde la primera palabra hasta la última con la piel erizada, tal vez fue por escuchar como todo el público coreaba nuestra canción, que más que canción, ya se había convertido en todo un himno, o quizás fue por ver los ojos iluminados de Ana que no se alejaron de mi mirada ni un instante.
Y aunque cuando terminamos yo y Ana éramos un mar de lágrimas, lo cierto es que la emoción pasó rápidamente a un subidón descontrolado en el camerino. La actuación había salido genial y había que celebrarlo de alguna forma, y así fue como una copa vino detrás de otra, hasta que, aún sin saber demasiado cómo, nos plantamos en la habitación del hotel.
- Joder Mimi hacía siglos que no bebía de esta forma -dijo Ana lanzándose a la cama.
- Creo que deberíamos haber parado en el segundo chupito, que ya somos unas señoras -comenté mientras me quitaba los zapatos antes de hacer lo mismo que Ana y tumbarme en la cama.
- Mañana me va a doler mucho la cabeza -dijo Ana aproximando su cuerpo al mío.
- A mí también -respondí riendo.
- Vamos a aprovechar ahora entonces -dijo subiéndose torpemente sobre mi cuerpo y dándome un beso absorbente.
- Ana cariño, ¿tu crees que estás en condiciones? -le pregunté riéndome de la situación- Bueno, estamos -me corregí a mi misma, porque para ser sinceros, no sé cuál de las dos iba peor.
- Es que te quiero mucho -respondió Ana dándome otro beso prolongado, esta vez en el cuello.
No voy a negar que ambas llevábamos un calentón importante, pero el de Ana era notablemente más acentuado que el mío, así que tampoco me iba a negar a qué me hiciese lo que quisiese.
- Yo más -dije devolviéndole el beso- Has estado espectacular esta noche.
- Ay Mimi, quiero follar -se quejó Ana rodando los ojos y riendo, en señal de pasotismo total hacía mi romanticismo.
Sin pensárselo, se medio incorporó para tratar de desabrocharme el pantalón, pero su torpeza habitual sumada a los efectos del alcohol, convirtieron de nuevo el panorama en una escena cómica. Sin decir nada más e intentándonos aguantar la risa, me desabroché los pantalones por mí misma dándole vía libre.
Lo cierto es que esa noche no tenía ni las fuerzas ni el cuerpo para tomar yo la iniciativa, y aunque ese era un papel que, en los últimos tiempos, intercambiábamos indistintamente, no voy a negar que me gustaba ver cómo Ana lo hacía.
Por suerte o por desgracia, no recuerdo mucho más de lo que pasó esa noche en esa habitación, lo único que tengo claro es que dormí muy a gusto y a pierna suelta, hecho que agradecí enormemente al despertarme al día siguiente y notar una gran presión en mi cabeza. Resaca.
- ¿Ana? -dije acariciándole el brazo suavemente- ¿Ana? -dije subiendo un poco la intensidad para que se despertase.
- ¿Qué pasa? -preguntó entreabriendo los ojos.
- Estabas durmiendo -respondí.
- ¿Y? ¿Para eso me has despertado Mimi? ¿Para decirme qué estaba durmiendo? -me preguntó algo mosqueada por haberla despertado, pero tampoco me sorprendió, pues no era ninguna novedad que se despertara de mal humor.
- Es que te echaba de menos -dije haciendo una mueca para que tuviera algo de compasión conmigo.
- Bah -dijo rodando los ojos- Te perdono, pero solo porque sé que aún estamos a tiempo para bajar al buffet y arrasar, que si no... -dijo levantándose de la cama- No sabes el hambre que tengo -comentó mientras se vestía bajo mi atenta mirada.
- Yo necesito un ibuprofeno -dije mientras remoloneaba en la cama intentando aguantar el dolor de cabeza que tenía en aquellos momentos.
Conseguí desperezarme un poco y levantarme para bajar al buffet y arrasar con todo, porque no había mejor remedio para la resaca que un buen desayuno.
No tardamos mucho en subir al coche para volver a casa, el hotel no estaba nada mal, pero ya le habíamos dado su uso y en casa siempre se estaba mejor. Y para que mentir, yo ya echaba de menos a Mía, creo que incluso más que Ana que hubiera podido aguantar un par de días más descansando de la pequeña.
Pero en lo que sí coincidíamos las dos es que mi madre no podría aguantar mucho más el ritmo de la niña y no podíamos evitar sentirnos mal por dejarle al cargo de Mía tanto tiempo. Supongo que era algo inevitable, un hijo era cargo de sus padres, en este caso de su madre y de mí, que no sabía aún muy bien cuál era mi papel ni mi nombre allí, pero me había comprometido a cuidarla y quererla tanto como Ana, simplemente porque así lo sentía.
ESTÁS LEYENDO
Recuperando el Tiempo Perdido | WARMI
FanfictionSegunda parte de la novela "Tiempo Perdido". Tras casi 15 años, Mimi y Ana se reencontraron y finalmente decidieron dar el paso, pero no todo será un camino de rosas. Aunque lo más difícil ya lo han hecho, Mimi y Ana tendrán que seguir luchando por...