𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 3: 𝐀𝐠𝐚𝐭𝐡𝐚 𝐂𝐡𝐫𝐢𝐬𝐭𝐢𝐞

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Beomgyu era muy expresivo, hablaba mucho, y hacía ademanes raros con las manos. Se veía como si contuviera mucha emoción. Era una personalidad muy interesante.

Yo me consideraba un chico que prefería mantenerse tranquilo y decir solo lo necesario, no estaba seguro si debía pararle en sus acaloradas divagaciones sobre las malas traducciones o alentarlo a que siguiera. Al final lo dejé ser, después de todo era lindo e increíblemente hábil con las palabras.

Dos características altamente peligrosas por lo atractivas que me parecían.

Después de comprar los libros que tenía pensado llevarme, mientras ojeábamos un puesto lleno de novelas gráficas, caí en cuenta de que era un poco más alto que Beomgyu, y eso me trajo una duda.

—¿Qué edad tienes? —pregunté casual.

Estábamos hombro con hombro. Cuando Beomgyu volteó a responderme, su rostro quedó realmente cerca del mío.

—Veinticinco —respondió.

Veinticinco, repetí en mi cabeza. Veinticinco.

Mis ojos casi se salieron de sus cuencas, lo que debió ser muy cómico, porque mi acompañante tuvo que apoyarse de mi para no caer al piso de la risa.

—Creí que eras menor —dije estupefacto.

—Espera —Beomgyu se enderezó y me miró confundido— ¿Soy mayor que tu? —asentí.

—Tengo veintiuno.

Beomgyu abrió la boca en una expresión exagerada de sorpresa, era mi turno para reírme a costa suya. Incluso unas chicas del puesto continuo se rieron al escucharme.

—Eres un niño.

—No soy un niño —refumfuñé.

—Sí, si eres un niño —repitió con una risita tierna.

No pude evitar pensar que en momentos así, si estuviera con Yeji, lo lógico sería darle un beso para callarla.

—Pero tu pareces más un niño —reclamé, usando mi mano para marcar la diferencia de altura entre nuestros hombros.

—Aún soy tu hyung —se quejó en broma.

—No esperes que te llame así.

Beomgyu dijo algo como que la juventud ya no tenía respeto, pero usaba un tono cómplice, irónicamente, haciendo del ambiente entre nosotros cada vez más informal. Parecía que tampoco quería que lo llamara hyung. Se me acercó encogido de hombros, con la mano en la nuca.

—Que triste, hubiera sido genial que supiéramos nuestras edades al final del día, ya sabes, hacer eso que hace Agatha Christie, un giro inesperado.

Me sentí sumamente feliz por la mención de una de mis autoras favoritas. Volví mi atención a los libros en la mesa y pregunté.

—¿Cuál es tu libro favorito de Agatha Christie?

—Pues, no he leído muchos, pero mi favorito sigue siendo el primero que leí cuando estaba en la universidad, El asesinato de Roger Ackroyd, fue bastante impactante.

—Cierto —estuve de acuerdo, justo cuando pensé que era imposible seguir coincidiendo—. Eso de que el autor del crimen estuviera todo el tiempo relatando los hechos de manera tan objetiva, es escalofriante, sobre todo porque nunca sientes que algo anda mal.

Nos sumergimos en otra conversación sobre libros, al menos hasta que pasamos por la sección de romance, y noté como Beomgyu se mordía el labio inferior ansioso.

—¿Quieres entrar? —me detuve para preguntar.

Beomgyu se veía ahora un poco intranquilo. Le cogí de la muñeca para que no se sintiera presionado.

—No me importa acompañarte, tu me has seguido todo el rato —susurré cerca de su oreja derecha, en la que no había notado que tenía dos perforaciones decoradas con aritos de plata.

Le dió la espalda a las estanterías, viendo a la gente pasar como si en cualquier momento fueran a atacarle, de repente parecía un animalito asustado, movía su pié inquieto. Me le quedé viendo otra vez, sin soltarle la muñeca, solo pensando que se veía adorable fingiendo que no quería entrar a ver su género favorito para no incomodarme.

—Estoy bien —dijo en un murmullo— ya miré esta mañana, vamos a otra parte.

—¿Estás aquí desde temprano? —. Detuvo el movimiento de su pie, volteando a mirarme alarmado.

—Sí.

—Ahora lo entiendo —sonreí como un niño que encuentra golosinas escondidas— viniste por las firmas ¿no?

—Claro, eso hice... —asintió extremadamente lento, con ¿recelo?

Quise jugar un poco con él, recordé la lista de los autores que habían asistido ese día, todos autores de romance juvenil.

—Entonces debiste sentirte muy avergonzado cuando Kang Beomgyu te firmó ¿Verdad? Seguramente no podía creer que le dijeras su propio nombre cuando te preguntó por el tuyo.

Sentí como se relajó a través de nuestro toque, su cuerpo se destensó.

—Sí, y puso ésta cara —agrandó los ojos y se encogió de hombros bruscamente, recobrando el animo. Demasiado extra.

Me aproveché de todavía tenerle sujeta la muñeca para arrastrarlo a otra sección.

—¿Qué tipo de persona es? –pregunté refiriéndome a Kang Beomgyu.

—No te agradaría.

—¿Por qué lo dices?

—Por todo eso de que es un autor de romance juvenil, dah.

Reí entre dientes. Pude abrir un debate sobre separar a un artista de su arte, pero no tenía ganas de discutir. Me iba a terminar contradiciendo y no llegaría a ningún punto, así que solo dije lo primero que me vino a la mente.

—Tienes razón, no me agradaría —. Y cambié de tema.

Ya había menos gente en la feria, y un hombre hizo saber a todos a través de un megáfono que pronto darían los resultados del sorteo.

Estaba tan distraído escuchándolo hablar sobre la vez que le miraron mal por comprar un suéter rosa, y lo mucho que le molestó, que lo había olvidado.

—¿Te apuntaste al sorteo? —pregunté buscando el papel en mi bolsillo. Tenía un 181 escrito.

—Nop, pero veo que tu sí.

—Un cupón para gastar en libros es todo lo que acepto en mi vida, Beom.

Él negó con la cabeza, como diciendo "eres todo un caso". Yo por otro lado me puse a analizar si se había dado cuenta de que lo había tuteado, o solo no le importaba.

—¿No es suficiente con todo lo que llevas en el bolso? —. Señaló mi mochila.

Mis mejillas ardieron y asentí sin saber qué decir. El día estaba siento maravilloso no por los libros, sino por su compañía. Lo comprobé cuando no me importó en lo mas mínimo que otra persona ganara el sorteo. Beomgyu me dió un abrazo y unas palmaditas en la espalda como consuelo. Estaba flotando en las nubes recibiendo esas atenciones.

No sabía nada del comportamiento usual de Beomgyu, no tenía idea si era así de transparente con todo el mundo, o solo era una casualidad. Su actitud con un extraño podría diferir de su actitud con su familia o sus amigos. Fuera cual fuera el caso, llevábamos un par de horas hablando y no habíamos tocado temas personales más allá de libros que era imposible no conocer. No quería apresurarme, algo me decía que el momento se daría.

Era tan cálido y tan alegre que era extrañamente perfecto, no sobreanalicé sus comentarios, ni sus raras maneras, ni sus intensiones, si es que las tenía.

Hicimos un acuerdo tácito de que ser desconocidos no sería un impedimento para disfrutar de nuestra compañía, y no sería yo quien que rompiera la burbuja.

Romance. | yeongyu [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora