Capítulo 11

1.9K 416 141
                                    

No sabía como demonios sentirme, de repente toda mi emoción se drenó y tuve que forzarme a actuar cordial y relajado con cada persona que llegaba a la mesa. Soobin estaba parado detrás de mi dándome apoyo, pero no debía ni pasarsele por la cabeza lo conmocionado que me encontraba en ese momento.

Una chica rubia y de lindas mejillas me extendió su libro y un chocolate.

—G-gracias —dije aceptándolo apenado.

—Mi nombre es Yuna ¡me encanta todo lo que escribes!

Sentí calidez en mi pecho viéndola sonreír con una emoción tan honesta. Me dijo que el chocolate era por si debía pasar mucho rato sin comer. Su dulzura me ayudo a lidiar con los demás.

A veces firmaba rápido, a veces firmaba lento, todo dependiendo de la forma en que me hablaban los lectores, algunos parecían querer quedarse a mi lado para siempre, y a otros se les notaba la vergüenza y las ganas de esconderse. Hice lo mejor que pude para darles a todos una buena experiencia.

Soobin se acercó de vez en cuando para susurrarme la hora y darme un apretón en el hombro, en una oportunidad una chica le guiñó el ojo, dándome una razón para carcajearme por su vergüenza. 

Las dos horas de firmas se acabaron, pude sentir como una mirada se clavaba encima de mi con una potencia que me hizo temblar, ¿O solo era mi imaginación? no quise confirmarlo.

Mi madre y Yeji llegaron justo cuando el último grupo de chicos ya se había retirado.

—Buen trabajo cariño —dijo mi madre acariciándome la cabeza como a un niño pequeño. No que quejé.

Yeji se envolvió en uno de mis brazos y me dio un beso en la mandíbula, susurrándome cosas melosas al oído que me hicieron cosquillas. Me entregó una bolsa de regalo que contenía un saco de color marrón, y un beso un poco subido de tono.

—¿Vas a hacer algo más tarde? —preguntó picara.

Me sentía nervioso con su presencia, le di la espalda a los demás puestos a propósito, seguía sintiendo la mirada en mi nuca. Negué.

—Voy a almorzar con Soobin y mi editor.

Ella hizo pucheros pero al final me dejó ir, obligándome a prometer que iba a ir a su casa en la noche, a lo que asentí distraído, sin tener verdaderas intensiones de cumplirlo. Mi madre le ofreció acompañarla a coger el autobús ya que quedaba cerca de su trabajo.

Le agradecí con la mirada, ella no era fan de Yeji. En mi opinión solo la toleraba, pero jamas había sido obvia, después de todo era mi novia, y yo estaba bien con eso.

Soobin apareció a mi lado con un libro del tamaño de un vinilo. Era una novela ilustrada del la sirenita.

—No sabía que te gustaban otros libros además del romance juvenil.

—Acabo de ir a ver a Kang Beomgyu, le pedí que lo firmara junto con mi copia de su libro.

Eso me confundió, seguramente más de lo que debería.

—No me mires así, si hubieras leído su último libro lo entenderías —Soobin se quedo callado un segundo— no espera... Tu no has leído ninguno de sus libros.

Rodé los ojos, ya iba a empezar. Le dejé con las palabras en la boca, tenia cosas importantes que hacer.

Caminé a la mesa de "Kang Beomgyu", hablaba con un chico bajito de cabello rojo y ojos extraordinariamente grandes. Me acerqué desde atrás, reteniendo los temblores de mi mano antes de tocarle el hombro.

Cuando volteó tuve que recordarme como respirar. Tenía ganas de abrazarlo y nunca soltarlo para que no volviera a desaparecer, pero al mismo tiempo tenía ganas de asfixiarlo por mentirme.

—Y-yeonjun —. Tragué duro al escuchar mi nombre salir de su boca.

El chico pelirrojo me lanzó una mirada desconfiada, pero no le presté atención. Estaba ocupado viendo los reflejos en el cabello plateado de Beomgyu, y la forma en que sus labios temblaban.

—Tengo una pregunta —dije con voz neutra, Beomgyu asintió expectante.

Yo en realidad tenía muchas preguntas.

—¿Por qué le firmaste un libro de la sirenita a Soobin?

—¿El chico alto de hace un momento?

—Ujú ¿Por qué la sirenita?

Un silencio sepulcral se instalo entre los dos. Casi podía sentir la burbuja a nuestro alrededor volver a formarse, aislándonos del mundo.

—Es una metáfora de mi libro —empezó— Es todo un tema sobre las burbujas y la espuma. No es la versión de Disney de la sirenita, a mi siempre me han gustado las versiones originales, creo que son bastante creativas, siempre las utilizo.

Quise golpearme a mi mismo cuando lo único que quería era cogerle de las mejillas y besarle. Pero el me miraba con una expresión extraña, indescifrable.

—¿Me acompañas arriba? —le extendí mi mano para que la tomara— compremos pizza, tenemos que hablar.

Al carajo mi editor y mi mejor amigo, con ellos he comido mil veces.

Beomgyu le echó un ojo a mi mano dubitativo.

—¿No te está esperando tu novia? —ese tono ligero y un poco amenazante con su acento de Daegu me hizo sentir un escalofrió en todo el recorrido de la columna vertebral. Cielos.

—¿No te llamabas Choi Beomgyu? —contraataqué. El juego era de a dos.

Beomgyu pataleó como un niño pequeño y cogió mi mano, arrastrándome a las escaleras mecánicas, dejando atrás al chico pelirrojo y a Soobin, que nos miraban sorprendidos.

Romance. | yeongyu [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora