𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 5: 𝐋𝐚 𝐈𝐥𝐢́𝐚𝐝𝐚 𝐲 𝐋𝐚 𝐎𝐝𝐢𝐬𝐞𝐚

2.1K 426 154
                                    

Ya eran más de las cinco, los encargados de la feria estaban empezando a recoger para irse, las personas que deambulaban por el centro comercial eran pocas, siendo la mayoría parejas que iban al cine. Beomgyu y yo parecíamos una de esas parejas.

Me tomé la libertad de imaginarlo.

¿Ésto era solo algo momentáneo o tenía futuro? Ya iba siendo hora de pensarlo, pero comer era más importante, como no.

Estábamos de vuelta en la planta de restaurantes por sushi. Beomgyu había comprado una bandeja para los dos, después de dar un discurso sobre la igualdad mencionando que yo ya había comprado el almuerzo. Aunque dudé que eso contara.

Mis piernas agradecieron tomar asiento después de no descansar en cinco horas seguidas. Beomgyu se veía extrañamente bien.

-¿Cómo es que no te ves destruido?

-Tengo piernas resistentes -respondió con simpleza.

Le eché una mirada al cuerpo delgado de Beomgyu, dudando de la veracidad de su respuesta, pero no comenté nada, porque eso podría ofenderle, y no quería ofenderle cuando en realidad pensaba que su cuerpo era precioso.

Por supuesto, no solo aprecié su cara todo el día.

Beomgyu recogió la orden. Antes de que pudiera tomar mi par de palillos los alejó de mis manos.

-¿Quieres jugar a la suerte? -. Sonrió poniéndolos de nuevo en su lugar.

Me sentí intrigado, cogí uno de los pares y los separé en un limpio movimiento, quedando exactamente iguales. Alcé una ceja con arrogancia fingida.

Beomgyu cogió sus palillos y los sujetó mordiéndolos en una esquina, alzó una ceja retadora y pasó a separarlos, quedando perfectos también.

-Yo no creo en la suerte, yo hago mi propia suerte -alardeó.

Sentí que esa broma significaba algo mucho más profundo, pero no para Beomgyu, que reía por su increíble actuación.

En algún punto mientras cenábamos se me vino una pregunta ramdon a la mente, hacia rato que habíamos dejado de discutir sobre libros, para pasar a hablar sobre comida rápida condenadamente deliciosa, pero no podía evitarlo, yo era lector, siempre volvía a lo mismo. Esperaba no estarle aburriendo.

-¿Entre La Ilíada y La Odisea cuál te gusta más?

Pensé que ya sabía cual sería la respuesta de Beomgyu, pero de nuevo me equivoqué, y había cometido el mismo error que la vez anterior; suponer que Beomgyu pensaba como todos los demás, cuando ya había aprendido con anterioridad que no.

-La Ilíada -. De nuevo, instantáneo. En algún punto dejó de dudar en dar sus respuestas.

-¿Puedo saber por qué?

Solté una carcajada cuando dejó de comer y se acomodó sus gafas invisibles, carraspeando graciosamente antes de comenzar.

-Ya en serio -detuvo su actuación- la Ilíada me gusta más porque es un desastre de personajes y acciones, y es de hecho el motivo por el que la gente prefiere la Odisea-se arremangó y volvió a soltar las mangas de su sueter- Seguro piensas que la Odisea debería gustarme más por el drama entre Odiseo y su esposa de fondo. Te decepcionaré esta vez.

Había algo en la manera de hablar tan honesta de Beomgyu que me fascinaba. Estaba bastante lejos de ser algo decepcionante.

-Nah, estoy de acuerdo, sigo sin ser fan del romance, Beom.

Ambos sonreímos. habíamos pasado todo el día en eso, las comisuras de nuestras bocas debían estar gastadas, pero no, curiosamente, aunque yo no iba sonriendo por la vida, me sentía muy bien haciéndolo si era a causa del chico frente a mi. Hyung.

El celular de Beomgyu sonó estridente, con la canción de Titanium de Sia sonando es su punto más potente.

La burbuja explotó, finalmente.

Beomgyu contestó y yo seguí comiendo, fingiendo que le daba su espacio y no estaba escuchando, pero estaba a un brazo de distancia, por supuesto que escuchaba. Él no era menos ruidoso hablando por teléfono tampoco.

-¿Hyung? Lo siento estaba... Sí sí ya sé que me dijiste que no debía... ¡Ya voy, ya voy no me grite! -. Colgó, viéndose agitado, quizás hasta molesto.

Se comió el último rollito de sushi y ordenó todo en su lado de la mesa, murmurando insultos en voz baja a su "hyung". Cuando estaba todo recogido se levantó y se colocó su mochila, parándose a mi lado y haciéndome dar un brinco cuando me envolvió en un abrazo.

-Lo siento por irme así, me están esperando abajo -murmuró en el hueco entre mi hombro y mi cuello.

En ese momento sentí que compartíamos la misma desilusión.

-Fue el mejor día de mi vida te lo juro -. Reí por su exageración, pero asentí encantado.

-Lo fue para mi también.

Nuestras caras terminaron cerca de nuevo, solo hacían falta unos centímetros más y la distancia desaparecería.

Yo estaba pensando qué le iba a decir a Yeji cuando terminara con ella. Pensaba en que quizás debía replantearme lo de la demisexualidad. Pensaba en lo poco que me importaba si era súper cliché de novela romántica besar a Beomgyu después de pasar todo el día juntos siendo unos extraños ya no tan extraños.

Pensé en todo lo que quería saber de él.

Su celular volvió a sonar y se separó de mi, dejándome en mi trance.

-Ya me tengo que ir -dijo antes de contestar la llamada- estoy afuera y no le veo hyung... ¡No te estoy mintiendo Seokjin!

Y se alejó corriendo.

Salí de mi estupor al ver como desaparecía en las escaleras mecánicas, confirmando que efectivamente tenía unas piernas muy fuertes, porque parecía más bien volar en vez de correr. Esperaba que no se cayera por andar con tanta prisa.

Observé el lado de la mesa que ahora estaba vacío, solo quedaban los palillos de la suerte de Beomgyu. Los cogí y terminé de comer con ellos, para después guardarlos en mi mochila junto a los libros.

Bajé las escaleras mecánicas, viendo las tiendas casi vacías y los carteles de la feria aún colgados. Repasé el día mientras caminaba a la estación de metro, comparando el brillo de las luces nocturnas con la presencia de Beomgyu. También comparé el sonido de los grillos con su risita chistosa, y los carriles del metro sonando bajo mis pies con las pisadas que daba cuando trotábamos de un lado a otro en la feria.

Entré en mi edificio con el cansancio palpitando en cada musculo de mi cuerpo. Agotado y contento por partes iguales.

Cuando salí del ascensor me quedé estático, pensando, viendo a la nada.

Le pedí su número a Beomgyu ¿Verdad?

El sonido de un grillo rompía el silencio en el pasillo, la luz tenue en el techo se volvió casi negra.

No.

Solté la maldición más grande mi vida, tan llena de frustración que se escuchó hasta el final del pasillo.

Romance. | yeongyu [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora