–Jungkook no es malo, solo despistado— Afirmó Taehyung mientras le terminaba de poner el conjunto al menor de la sala.
—Es malo y despistado. Jimin se puso mal por su culpa.
—No, Jin. Él ya venía mal y con ese pequeño error de Jungkook estalló.
—Dejen de discutir— Habló Yoongi enojado mientras acomodaba sus cosas del trabajo en su mochila —. Yo ahora me voy a la escuela, y no quiero que se maten en frente de mi hijo.
—Boe— Bufó Jin mientras se sentaba en uno de los sillones y se cruzaba de piernas —. Si el admite que estuvo mal Jungkook.
—¡Es que no es así!— Esta vez estalló él.
Sus manos temblaron de impotencia y sus ojos se achicaron fulminando con la mirada a Jin.
Le molestaba demasiado que traten a su amigo como una persona mala, fría y hasta agresiva. Le molestaba que la gente hable así de las personas.
Era estúpido.
—No grites Tae— Dijo Yoongi acercándose a el nombrado para tomarle las manos.
—Me voy— Avisó Jin levantándose del sillón para caminar a pasos lentos hacia la salida.
Una vez el mayor afuera, Tae calló al sillón y pasó sus manos frustrado por el rostro.
—Voy a llevar a Tomi a la guardería para descanses y te calmes ¿Si? Toma tus pastillas y hace ejercicios de respiración, no te olvides— Habló Yoongi mientras tomaba el cochecito.
Tae asintió perdido en su mundo, como si no hubiese escuchado nada, y de repente sintió los tibios labios de Yoongi en su frente y una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
[…]
Se estaba aburriendo demasiado. Estar solo en la casa era horrible.
Al ser bastante grande y abierto el espacio, el silencio se hacía presente aún más.
Deambulaba descalzo sobre el piso limpio y frío. Su figura se reflejaba en este de tan limpio que estaba.
—Debería tomar mis pastillas— Se habló a sí mismo viendo la hora en su reloj.
Y si, debería hacerlo.
Las pastillas que consumía para controlar su trastorno no eran broma, no las tomaba por gusto. Las tomaba porque necesitaba que su familia y amigos estén seguros a su lado y que no vuelva a pasar lo de hace dos años.
Obviamente estas solo hacian que esa bomba que tenía dentro no explotara al igual que acudir a interminables seciones para relajarse con su terapeuta.
Aburrido, pero necesario.
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