VII. Falsas Promesas

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Sora estaba tan sorprendida por la pregunta que tosió y sus padres se tensaron y parecieron igualmente sorprendidos. Sungmin lo miraba con los ojos muy abiertos y boquiabierto ante la aleatoriedad y la completa irrelevancia de esa pregunta. —¿Donghae? ¿Qué? —siseó en voz baja y trató de comunicarle con brusquedad al otro que no era el momento ni el lugar para demorarse. 

Donghae se encogió de hombros casualmente, viendo la mirada de Sungmin pero sin prestarle la más mínima atención. —Tengo curiosidad.

—Qu-quien... probablemente este trabajando. Lo que debería recordarte lo que se supone que debemos estar haciendo en este momento —farfulló Sungmin, con voz gruesa.

—Lo siento, pero ¿qué tiene que ver nuestro hijo con esto? —La madre de Sora preguntó con suspicacia.

Donghae estaba a punto de replicar, probablemente con algo inteligente, pero Hyukjae lo interrumpió quien acababa de abrir la puerta. Los miró a los ojos y su rostro perdió el color.

—Sora... oh... mamá, papá... ¿qué está pasando? —preguntó cuando todos los ojos en la habitación se dirigieron a él como si acabara de levantarse de la tumba.

—Hyukjae —dijo su padre con una sonrisa de alivio; tal vez ahora Donghae podría continuar—. Donghae tiene algo que preguntarle a Sora. ¿Quieres quedarte y escuchar? —Hyukjae tragó saliva y dio unos pequeños pasos hacia la mesa donde estaban sentados. Miró hacia abajo mientras evitaba sus ojos. Realmente no quería que Donghae se casara con su hermana. Ella era demasiado buena para él. Él era un cruel y peligroso príncipe real descendiente de dragones. Sin embargo, al ver las expresiones de sus padres, dedujo que ya sabían lo que Sungmin había propuesto y, por el tono de su voz, no estaban en contra de la idea. ¿Podrían realmente entregar a Sora? Puede que nunca la vuelvan a ver.

Donghae apretó la mandíbula y sus ojos marrones se encontraron con los de Hyukjae, quien era lo suficientemente estúpido como para haber levantado la mirada en ese preciso momento.

—En realidad —dijo lentamente mientras la comisura de su labio se estiraba hacia arriba en una sonrisa astuta—. Cambie de opinión.

Los padres de Hyukjae palidecieron. Sus padres parecían haber recibido una bofetada en la cara. Sora parecía sorprendida y tal vez incluso un poco decepcionada.

—¡No puede! —su madre gritó y luego tapó su boca con sorpresa por su arrebato.

La mirada oscura de Donghae saltó hacia ella y arqueó una ceja. —¿Cómo dices? —Pura intimidación se reflejaba en sus ojos. La mamá de Hyukjae tragó saliva y se escondió detrás de su esposo. No le gustaba ver a su madre acobardarse y lucir así de asustada, y odiaba a Donghae por haberla puesto así.

Sungmin estaba mirando al testarudo príncipe y mantuvo su voz baja pero firme mientras trataba de darle algo de sentido a través de su grueso cráneo. —¿Qué demonios? No quieres el trono, ellos pueden pagar sus deudas: es una victoria para todos...

—¿Qué tienen que ver sus deudas conmigo? —espetó Donghae, lo suficientemente alto para que todos en la habitación lo escucharan. Se puso de pie y ahora solo parecía enojado—. ¿Y por qué me casaría con un Fénix don nadie? —se burló y dijo las siguientes palabras con mucha frialdad—, encuentren su propia solución.

Luego salió sin mirar a nadie en la habitación. Sungmin tartamudeó disculpas por unos segundos antes de ir tras el castaño con furia, una serie de malas palabras saliendo de sus labios mientras lo hacía.

Sora estaba atónita y sin palabras. —¿Que acaba de suceder?

Hyukjae se mordió el labio. —No tengo ni idea. —Se pasó una mano por el cabello mientras estaban de pie con expresiones igualmente estupefactas en sus rostros. Vio la hora y se aclaró la garganta—. D-De todos modos, tengo que trabajar esta noche... Yo... todo estará bien... mamá, por favor no llores... él es un imbécil de todos modos. No querrías a Sora con alguien así.

Cicatrices Bajo la SuperficieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora