Cicatrices Bajo la Superficie

XXII. Sin Escapatoria

Luhan giró sobre su hombro, sin ver a nadie detrás de él. Sin embargo, el hecho de que no pudiera ver a nadie no significaba que no estuviera allí. Puso los ojos en blanco y se adentró más en el denso bosque. Se puso la capucha y respiró el aire frío. Tenía la sensación de que nevaría muy pronto.

La visión del rojo sobre el blanco.

Se estremeció un poco ante la espantosa imagen. Esperaba que nunca llegara a eso. Volvió a mirar por encima del hombro.

Aún nada.

Los ojos de Luhan se dirigieron al familiar árbol y vio la figura entre las hojas. —Sácalo —le articuló Luhan. La persona no asintió pero no era necesario; Luhan supo que lo había visto y lo había entendido.

Se detuvo a unos metros de distancia, esperando en silencio. Esperando el pequeño silbido en el aire. Esperando el sonido de un cuerpo cayendo.

Después de unos segundos, el crujido de las hojas llegó a sus oídos expectantes. Se giró con una pequeña sonrisa de satisfacción, que se desvaneció cuando reconoció los colores. Plata y negro. ¿Qué demonios?

Regresó sin prestar atención al dardo tranquilizante en el cuello del hombre ahora inconsciente. Reconoció al hombre; definitivamente había estado en el palacio Grifo. Era un cazador... ¿Había más? Tener al Dragón y a los Grifos en su contra era suficiente, ¿ahora también tenía a los Cazadores?

Maldijo en voz baja y escaneó para ver si alguien más lo había estado siguiendo. Tragó y dijo lo suficientemente alto para que el que estaba en el árbol lo escuchara, —Quédate aquí en caso de que vengan más.

Se giró y levantó la mano para envolver el anillo que colgaba allí. Todos tenemos a alguien a quien proteger.

***

Donghae se sentó tenso frente a la Reina Eunhee, y a su lado estaba una igualmente rígida Reina Yerin. Una vez que Eunhee fue informada sobre el papel de su hermano en este virus, permaneció en su habitación durante los días siguientes y se negó a ver a nadie hasta ahora. Se veía como una mierda, para decirlo simplemente. Su cabello normalmente limpio era salvaje, tenía los ojos rojos y parecía muy privada de sueño.

—¿Estas personas están trabajando para mi hermano? —Eunhee dijo suavemente y se llevó una taza a los labios con una mano temblorosa.

—Creo que sí —respondió Donghae, bajando la mirada de su lamentable estado. No se sentía comprensivo, porque honestamente esa no era una emoción que él sintiera tan fácilmente, pero definitivamente podía entender la traición que ella debía sentir.

—¿Envenenaría a nuestra gente? ¿Nuestro hermano? — farfulló, más para sí misma. Ella apretó más la taza.

Donghae tragó. —Creo que tu hermano fue infectado directamente. Por el sirviente... Kyungsoo, o como se llame.

El rostro de Eunhee se enojó aún más ante el nombre y apretó la otra mano en un puño. —¿Esto significa que Yunho todavía está vivo?

Donghae mantuvo su expresión pétrea, algo que había aprendido a dominar en sus tres años de prisión, pero Yerin desvió la mirada de la mirada esperanzada de Eunhee. Si Eunhee no estuviera tan distraída con Yunho, podría haber visto la forma en que los ojos de Yerin bajaron instantáneamente.

—Tal vez —murmuró Donghae—. Es posible.

—Tal vez es por eso que no ha dicho nada... debe haber una razón —Eunhee señaló la puerta mientras se llevaba una mano a la cabeza, como si le estuviera doliendo—. Necesito pensar en esto sola. ¿Pueden, por favor, salir?