XVIII. Por ti

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—Donghae, detente —dijo Donghwa al joven de dieciocho años, quien frunció el ceño un poco cuando le hablaron en un tono tan infantil.

—Hyung, ¿esto no puede esperar? —preguntó Donghae con una expresión ligeramente irritada. Actualmente estaba tomando las manos con una chica súper bonita que se aferraba a él—. Estoy en medio de algo.

Vio a Donghwa hacer una pequeña mueca por el estado del vestido de la chica. A diferencia de Donghae, él nunca había estado realmente inmenso en la ropa provocativa o complacido con las putas del palacio. —Necesito hablar contigo.

Donghae suspiró y le dio un pequeño empujón a la chica. —Mi habitación está al final. Espérame.

Ella se rió y se pavoneó.

—Maldita sea, es mejor que sea bueno —dijo Donghae y se cruzó de brazos.

—Donghae... papá está muerto.

El ceño fruncido de Donghae desapareció de su rostro y, en cambio, palideció ante la noticia. —¿Qué?

—Su corazón volvió a fallar —dijo Donghwa en voz baja—. Era demasiado tarde Hae, nada podría haberlo detenido. Ni siquiera tú.

—Qué... —Donghae sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas ante la noticia—. Pero...

—El funeral es mañana —dijo Donghwa y dio un paso adelante para darle un abrazo a su hermano menor. Donghae cayó en sus brazos, las lágrimas ya corrían por sus mejillas.

—Pe-Pero mamá t-también a-acaba de fa-fallecer —dijo Donghae, con la voz entrecortada y la garganta apretada—. ¡No es justo!

—Hae, esto es probablemente lo que quería de todos modos. Apuesto a que mamá estaba muy sola en el cielo. Ya sabes con qué facilidad se sentía así —lo consoló Donghwa y palmeó su espalda—. Al menos tuvimos a papá por un par de meses más.

—¿Así que vas a tomar el trono? —Donghae preguntó y trató de parpadear para contener las lágrimas frescas.

—Sí, en unas pocas semanas. Ya tengo veinticuatro —dijo Donghwa y se apartó.

—No te preocupe, los mantendré a todos a salvo.

—Bueno, ¿quién va a cuidar de ti?

—Tú, por supuesto —se rió Donghwa.

—Bueno. No dejaré que te pase nada, te lo prometo —dijo Donghae y se secó las lágrimas, olvidándose de la chica que esperaba en su habitación. Él haría que alguien la sacara más tarde—. ¿Puedo ver el cuerpo? ¿Decirle adiós?

—Claro —dijo Donghwa y pasó un brazo alrededor de sus hombros.

Si tan solo hubiera sabido entonces que la promesa que había hecho pronto se rompería.

***

Recordó los gritos.

Las puertas se abren de par en par. Golpeando.

Pasos atronadores por los pasillos.

El sonido de la campana al sonar.

Se gritan órdenes.

Todo era ruido de fondo para él.

Donghae estaba entumecido. Entumecido mientras sostenía el cuerpo en sus brazos. Entumecido con lágrimas calientes qué corrían por sus mejillas. Entumecido mientras lloraba una y otra vez para que la herida sanara.

Entumecido.

Con una zambullida en el corazón, Donghwa murió. Donghae había llegado unos minutos demasiado tarde. Había querido hablar con su hermano antes de la coronación, solo para encontrarse con el cuerpo sin vida en un charco de sangre. Sus ojos estaban cerrados, gracias a Dios, o de lo contrario Donghae probablemente habría perdido la cabeza.

Cicatrices Bajo la SuperficieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora