XXIII. El Amor Es Predecible

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Donghae no estaba seguro si era porque estaba muy preocupado, o si era porque estaba estresado, o el hecho de que Yerin repentinamente estaba de su lado o si era una combinación de todas esas cosas: sentía náuseas. Se sentía enfermo. Era un sentimiento tan extraño para él.

Inicialmente no le había prestado mucha atención porque no había visto ninguna razón para hacerlo. Desde los diecisiete años había crecido sin tener que preocuparse por enfermedades o lesiones en su cuerpo. Por eso se quedó atónito cuando sus rodillas se doblaron abruptamente debajo de él y calló sobre sus codos. Si eso no fuera suficiente, las heridas en sus codos tardaron cinco minutos en sanar.

Cinco minutos.

Algo tan pequeño debería tomar cinco segundos, si acaso.

Estaba tan aturdido y conmocionado que permaneció en el suelo hasta que Sungmin y Heechul lo encontraron. El Pegaso se echó a reír cuando vio su estado, pero Sungmin supo que algo andaba mal.

Donghae se sintió tan patético cuando tuvieron que ayudarlo a regresar a su habitación. Debería ser perfectamente capaz de hacerlo él mismo. Ahora estaba descansando en la cama, sintiéndose dolorosamente solo y preguntándose qué carajo le pasaba.

—¿Veneno? —Sungmin preguntó mientras Leeteuk comprobaba la temperatura extrema de Donghae, su respiración ligeramente irregular y su estado general de debilidad.

—Es posible, pero no sería mi primera suposición —dijo Leeteuk y trató de limpiar la frente sudorosa de Donghae con una toalla fría, pero el otro le apartó la mano con el ceño fruncido. —Estoy tratando de ser amable. Te estoy cuidando.

—No necesito que me cuiden —espetó Donghae y agarró la toalla él mismo.

Sungmin suspiró. —Leeteuk, Donghae es uh... especial.

Los ojos de Donghae se dirigieron a Sungmin, quien le dedicó una sonrisa tensa. Normalmente no compartían esta información a la ligera por una amplia gama de razones.

—Tiene una habilidad ancestral.

Los ojos de Leeteuk se abrieron cuando sacó una jeringa. Pareció algo impresionado por un segundo antes de preguntar, —¿Puedo extraer tu sangre? —Leeteuk fue muy profesional y sabía que no debía distraerse de la tarea que tenía entre manos.

—Si es necesario —Donghae puso los ojos en blanco y estiró un brazo, apenas notando el dolor cuando la aguja atravesó su piel.

—¿Esta habilidad es? —Leeteuk le preguntó a Sungmin quién estaba observando la extracción de sangre, luciendo un poco mareado.

—Curación. Se cura muy rápido. Interna y externamente —respondió Sungmin, palideciendo ante el color rojo frente a sus ojos. Tomó una gran bocanada de aire y desvió la mirada.

—¿Internamente? —Leeteuk repitió sorprendido—. Así que la enfermedad debe ser algo extraño para ti.

—Obviamente —interrumpió Donghae rotundamente.

Sungmin golpeó ligeramente su hombro con una mirada de regaño, pero Leeteuk solo se rió entre dientes.

A través de los días, Leeteuk se había convertido en alguien en quien podían confiar. Claramente no tenía las mismas motivaciones que Suho y era una persona muy gentil, de voz suave pero firme.

—Sólo dime qué me pasa —siseó Donghae mientras Leeteuk inspeccionaba la sangre que acababa de tomar.

Leeteuk tenía un pequeño ceño fruncido ya que actualmente estaba mezclando la sangre con otras sustancias y anotando los resultados. —No puedo decir todavía si es una infección de la sangre ya que Donghae tiene una proporción ligeramente diferente de células ancestrales a células humanas que la mayoría de las personas debido a la razón por la que tiene una habilidad. De todos modos, me pondré a trabajar en eso ahora.

Cicatrices Bajo la SuperficieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora