IX. Nuevas Emociones

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Donghae cerró la puerta con un suave clic mientras Hyukjae estaba dentro con el cuerpo temblando de miedo. La habitación era sencilla y elegante, con cortinas gruesas y pesadas y una gran cama con dosel. De alguna manera era tan intimidante como la habitación de la prisión de Donghae. Estaba en el palacio real. Este era un lugar en el que nunca quiso estar.

¿Qué iba a hacer Donghae con él?

Su corazón se aceleró cuando escuchó los pasos del otro acercarse.

—Tengo que volver —susurró Hyukjae y se giró para mirar a Donghae, cuyo rostro estaba medio oculto por una sombra.

Donghae no respondió, pero sus ojos recorrieron su cuerpo de arriba abajo, pero no de forma pervertida. Su mirada era diferente a la de esos otros hombres. Era... ¿sincera? No, no había manera de que alguien como Donghae fuera sincero. Pero entonces, ¿por qué lo salvó? ¿Posesividad tal vez?

La palma de Donghae se alzó y ahuecó su mejilla levemente magullada e hinchada de ese mismo día. Ese calor familiar hormigueó en su mejilla y sintió que el dolor desaparecía. La otra mano de Donghae cayó a su cintura, a través de la delgada tela, y Hyukjae pudo sentir cualquier dolor o escozor siendo aliviado.

—¿Qué estás haciendo? —murmuró.

Donghae entrecerró los ojos. —Borrando donde te tocaron.

Hyukjae se sintió aún más avergonzado, pero ante sus palabras la fatiga y el alivio lo golpearon de inmediato y sintió que sus ojos se llenaban de lágrimas.

—No llores —suspiró Donghae y apartó la mirada como si odiara el acto.

Pero fue demasiado tarde.

La cabeza de Hyukjae cayó hacia adelante sobre el musculoso hombro de Donghae y sintió que los sollozos recorrían su cuerpo. Donghae se tensó y se quedó quieto ante el nuevo contacto.

—C-cometí un error —gimió Hyukjae—. Realmente no puedo... Soy u-un d-debilucho.

Hyukjae realmente se sentía patético. Este fue el primer día. ¿Serían las cosas más fáciles de ahora en adelante? No sabía si podría hacerlo de nuevo. Sabía que era la primera vez que hacía algo así, pero ya estaba arrepintiéndose. No sabía lo que había estado pensando. Él no podía hacer esto.

Las manos de Donghae lo dejaron pero él no se alejó. Sorprendentemente, se quedó sin palabras mientras Hyukjae lloraba en su hombro, literalmente. Después de unos minutos, una vez que sus sollozos habían disminuido, Donghae lo empujó lentamente hacia atrás tomándolo por la parte superior de los brazos. Su expresión era difícil de leer, pero parecía que había algún tipo de ira contenida. —Tienes que ir a bañarte. Hueles a otros hombres.

Hyukjae frunció el ceño ante las palabras. Él respondió con frialdad, —Eso es porque estaba entreteniendo a un montón de ellos, por supuesto que huelo como ellos.

La expresión de Donghae se tensó y luego rápidamente agarró la nuca de Hyukjae. —Entonces tendremos que cambiar eso. —Después él aplastó sus labios juntos.

Hyukjae sintió que sus rodillas se doblaban cuando la lengua de Donghae se deslizó dentro de su boca. Esta fue la primera vez que se besaron. Antes no había hecho nada de eso. Ahora los brazos de Donghae lo atraían hacia él y Hyukjae comenzaba a responder lentamente. Sus ojos se cerraron cuando su boca inexperta se movió contra la de Donghae.

Esto estaba tan mal. ¿Y si la reina se entera? ¿Qué haría ella? Su hijo, el heredero al trono, estaba con un stripper Fénix al que probablemente no se le permitía estar en el palacio.

—Donghae... —desconectó sus labios y trató de expresar sus pensamientos, pero era difícil concentrarse con las manos calientes deslizándose debajo de la túnica para acariciar su piel. Se estremeció ante el contacto directo y se apartó, pero una caricia del pulgar de Donghae a través de la piel y se relajó en el toque inesperadamente suave—. No podemos —Donghae chupó el cuello de Hyukjae y sus manos apretaron su cintura.

Cicatrices Bajo la SuperficieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora