Cicatrices Bajo la Superficie

X. Pequeños Errores

Hyukjae no podía recordar un momento en el que se hubiera sentido tan cómodo. El grueso edredón estaba bien envuelto alrededor de su cuerpo y la almohada parecía adaptarse perfectamente a su cabeza. Abrió los ojos somnoliento. Las cortinas estaban ligeramente separadas, dejando entrar un delgado rayo de luz, mostrándole a Hyukjae su entorno. Sus ojos se abrieron cuando se dio cuenta de dónde estaba, con quién había estado y qué había hecho.

Oh mierda.

Se incorporó y sintió que el dolor le recorría el cuerpo. Hizo una mueca y trató de estirar la espalda baja. No. No ayudó en absoluto.

—Mierda, mierda, mierda —repitió mientras se deslizaba fuera de la cama y buscaba su túnica. Su estómago dio un vuelco cuando vio en lo que se había convertido: eran apenas retazos de tela. ¿Qué pasaba con la gente rasgando su ropa? Ahora no tenía ropa a menos que regresara a la vivienda. Tragó saliva cuando escuchó que la puerta se abría y volvió a sumergirse debajo de las sábanas, tirando del edredón hasta la barbilla mientras miraba a la persona que entraba, dándose cuenta de que no era otra que con quien había pasado la noche.

Donghae parecía un poco estresado y también enojado. ¿Siempre estaba enojado? Su mirada se posó en Hyukjae y puso los ojos en blanco, sabiendo lo que Hyukjae estaba tratando de hacer.

—Ya lo he visto todo.

Dejó un tazón de fruta en la cama antes de apartar la mirada sin comprender.

Hyukjae se sonrojó y miró el tazón. Alimento. Estaba muerto de hambre. —¿Es eso para mí?—Donghae había caminado hacia su armario y estaba rebuscando entre la ropa.

—Si lo quieres.

Hyukjae sintió que la felicidad recorría su cuerpo y avanzó poco a poco hacia el borde de la cama para tomar el tazón.

Donghae sacó una simple camisa de manga larga y un pantalón holgado antes de arrojárselos a Hyukjae, que estaba devorando una fresa.

—Toma —dijo—. Tienes que ir a bañarte.

Hyukjae se tragó la fruta. —Tengo ropa en las viviendas...

—Haré que alguien vaya a buscarla —murmuró Donghae y su voz brusca hizo que Hyukjae se estremeciera.

—¿Estás... estás bien? —Hyukjae preguntó en voz baja—. ¿Hice algo mal? —Donghae solo lo miró enojado y salió de la habitación. Hyukjae parpadeó cuando la puerta se cerró de golpe. Claramente estaba de mal humor. Esperaba que él no fuera la causa de eso. No había hecho nada malo, ¿verdad? Una vez que terminó, como si fuera una señal, entró una criada de mediana edad con una toalla y una bata de baño, y lo condujo por los pasillos hasta el baño. Había sido extremadamente vergonzoso caminar por los pasillos en bata mientras otros sirvientes lo miraban con sospecha y curiosidad por saber quién era. Sin embargo, cuando vio el baño había valido la pena. El baño era enorme y el agua cristalina. El vapor envolvió la habitación.

—Este es el baño privado del príncipe Donghae, así que nadie te molestará —dijo y colocó su toalla en una silla—. Volveré por ti en una hora.

—Gracias —dijo Hyukjae agradecido.

Pareció sorprendida y luego sonrió ampliamente. Supuso que los descendientes de dragones no eran muy educados con sus sirvientes (ni con nadie). El baño tenía una variedad de hermosos tratamientos para el cabello y geles para el cuerpo. Nunca antes había visto algo tan lujoso. Una vez que la criada se fue, caminó con cautela hasta el borde y sintió el agua. Era tan cálida y relajante. Dejó caer su bata y entró, dejando que sus doloridos músculos se relajaran.

Cerró los ojos mientras se sumergía en el agua, su mente comenzaba a divagar. No entendía por qué Donghae estaba haciendo esto. No era como si lo estuviera haciendo para ser amable, ¿verdad? A él en realidad no le importaría alguien como él, ¡eso es imposible! Hyukjae se lavó la cara como si eso le aclarara la mente por arte de magia. Si Donghae dijo que recogería sus cosas de las viviendas, ¿eso significaba que... se quedaría aquí? ¿En el palacio real con la maldita familia real? ¿Querría que fuera una especie de puta personal?