28/12/14 Londres, Inglaterra.
Me paseo por la sala de mi casa muy aburrida con el único pensamiento que tengo, Sam. Aún revivo el beso en mi cabeza una y otra vez, fue hermoso, fue frío, fue caliente pero fue perfecto. Me siento en un sofá blanco que tengo en una sala de estar, me quito las pantuflas y subo mis pies al sofá para mirar la televisión de forma más confortable.
El teléfono de casa comienza a sonar y es tan fuerte que me molesta. Subo el volumen del televisor, pero aún así es molesto. Al ver que mamá no contesta me levanto del sofá bastante frustrada y voy hacia el teléfono que se encuentra en una pequeña mesita al lado de la puerta de entrada.
Levanto el teléfono de su base inalámbrica, y saludo bastante enojada— Hola—. Me limito a decir y aguardo que alguien hable.
—Hola, ¿Lorrain?—. Pregunta tímidamente.
Al escuchar su voz me alegro y sonrió como si lo viera— ¡Hola Sam!!—. Exclamé de forma espontánea.
—¿Cómo estás? - Preguntó. Ahora que llamas mejor, pienso.
Contesté bastante desanimada—Muy aburrida, para ser realista—. Dejé escapar un suspiro de exasperación.
—Oh entonces ¿Te gustaría salir con este chico lesionado y de licencia?—. Preguntó. Aunque era obvio que si. Solo que no quería parecer desesperada.
Era mi momento de jugarle una broma— Sam, no te quiero ver más, de hecho me caes mal—. Puedo sentir que ha quedado muerto al otro lado del teléfono. Sin más le comento— Es una broma tonto, claro que si quiero salir contigo—. Puedo notar su sonrisa sin verlo.
—No vuelvas hacer eso nunca más con mi pobre corazón—. Me ordenó. Me dejó perpleja, creí que se lo tomaría mejor.
Me asombró su advertencia, ¿acaso dijo su corazón?, ¿se ha enamorado de mi?... De forma espontánea le comento— Te quiero, jamás jugaría contigo—. Que he dicho, lo quiero y que no jugaré con él, espero poder cumplir eso pienso.
—Yo a ti, a pesar de conocernos hace tan poco siento que esto es diferente—. Me lanza esas palabras que me dejan pensando lo mismo, yo también creo lo mismo, es decir siento algo diferente.
Lo ha dicho, él también me quiere— Siento lo mismo... No se que has hecho en mí, pero me siento diferente—. Porque soy sincera... No debería de decirlo. No me gusta demostrar lo que siento, me da miedo que me lastimen ó lástimar a alguien.
—Y tu a mi me has hecho sonreír mucho estos días—. Dice con un tonto melancólico.
¿Yo?, ¿lo he hecho sonreír?, la chica anti lo ha hecho sonreir. Le ordeno— Ven a verme, te quiero ver—. Siento como largo una risita. No, soné a una desesperada pienso inmediatamente.
—Claro, con la condición de que me des un Besito linda—. Genial ya cree que soy desesperada.
Sabía que soné a una desesperada luego de decirlo así que tenía que cambiar eso. Sin sonar seca, imitando su tono de voz le sugiero— Tendrás que ganarlo—. Y me rio. Ahora soné un poco menos accesible.
—Por favor—. Dice como un niño que quiere un dulce y yo soy ese dulce —Soy un chico herido, necesito cariño de tu parte—. Sus palabras me dan ternura que le daría más de un beso, pero a la vez la forma que lo dice causa mucha gracia realmente.
Suelto una risa, porque sus forma de decirlo me causa gracia cuando lo recuerdo, así que le comento para seguirle la corriente— Si de verdad lo quieres pues ven a averiguarlo si lo consigues—. Corto la llamada porque se que vendrá a verme aparte le había dado mi dirección y teléfono de casa. No tendría problema en llegar.
Caigo en la cuenta que viene hacia aquí, así que salgo del teléfono y corro hasta mi habitación. Me doy una ducha relajante para estar más fresquita y no con aire de recién levantada. Salgo del baño y decido que ponerme: me quedo con mi pantalón negro deportivo que llevaba ésta mañana me cuelga de mis caderas, un buzo de lana celeste que me queda bastante grande y largo de mangas y mis zapatillas negras.
Mi pelo ondulado mojado, es una gran batalla la cual el peine tendrá que ganar. Comienzo a peinarme para desenrredarlo y luego de un rato lo logro. Tomo el secador y le quito lo mojado para que no agarre una gripe por el frío. Cuando está listo, tomo una bandita azul para el pelo y lo ato en una coleta. Un mechón que cuelga de mi cara lo pongo detrás de la oreja y me siento muy pero muy yo. Creo que me va a ver en mi forma más sencilla.
Supongo que debe estar por llegar, así que bajo la escalera y veo a mamá bastante seria con sus brazos cruzados.
Su voz me da a entender que ha escuchado mi conversación— No irás a ningún lado con nadie, hemos llegado hace tres días y ya andas con extraños y les dices te quiero— eleva su tono de voz con palabras hirientes— yo no te crié así Lorrain, tienes que hacerte valer como mujer al menos, ten decencia y un poco de dignidad—. Sus palabras realmente me lastimaron.
Siento que mis ojos se llenan de lágrimas y le comento— ¿Dignidad, Decencia?, tú eres la menos indicada en reclamarme algo— subo mi tono de voz— te recuedo que eres una mentirosa, ¿crees que ésto es perfecto?, salimos de Nueva York de una bóveda de recuerdos de mi padre y entramos en una peor... Si tú lo extrañas, yo también, pero no te disquetes conmigo—. Comencé a llorar.
Enojada me dijo riendo irónicamente— Una cosa no tiene que ver con la otra—. Me comentó.
Grité— ¡CLARO QUE SI!, estas cansada, triste, frustrada, enojada con la vida, con el mundo e inclusive con tu hija— Mis palabras fueron un puñal para ella— Dejé todo por tí, absolutamente todo, me dijistes que era un nuevo comienzo y no lo fue, solo querías venir a otra maldita bóveda de recuerdos y me arrastrastes a mi contigo. ¿Crees acaso qué eres la única que lo extraña?, pues te informo que no. Yo también lo extraño. Pero le hago caso a tus palabras— imité su tono de voz de forma sarcástica— “Un nuevo comienzo", pues sabes que: al menos una de nosotras tendrá un nuevo comienzo—. Salí de la casa llorando muy herida y triste
Escuché su que me ordenaba mientras gritaba— ¡Vuelve aquí Lorrain!!!, ¡Ahora mismo!!—. Hice caso omiso a sus gritos ahogado en llanto y me fui.
Cuando salí me avergoncé. Me llevé la sorpresa de que Sam estaba ahí viéndome llorar y me lancé en sus brazos los cuales me recibieron tiernamente aunque con dificultad ya que llevaba un brazo en el cabrestillo. Sabía que había escuchado todo.
Tiernamente me comentó— Ven vamos a casa, te daré un té—. Asentí.
Caminamos hasta su casa yo llorando como una desconsolada recordando la peor discusión que tuve con mamá y todo por Sam el chico que amo. ¿Que? He dicho que amo... Bueno el chico que quiero. Pero en fin sabía como tranquilizarme caminábamos mientras él llevaba su brazo sano por encima se mi hombro rodeando mi cuello y yo abrazada a su torso. Se que le debo una disculpa por mi madre, que se debió se sentie incómodo, pero se que no la pedirá como también se que respeta mi momento.
Al llegar a su apartamento, entramos y era chico en comparación con mi casa, bueno cualquier apartamento era chico en comparación con mi casa, solo que era muy acogedor por que era un santuario de música.
Me invitó a sentarme en su sofá y él desapareció y volvió con un té, me pasó la taza y comencé a dar pequeños traguitos.
Él se sentó a mi lado, le conté toda mi historia desde que falleció mi padre hasta hoy, por momentos veía cara de asombro, por otros tristeza, compasión, se rió de Ryan y lo insultó, aunque fue para aflojar la atención y luego simplemente me recorté en su regazo apoyando mi cabeza en sus piernas. Puso una mano en mi mejilla y me daba suaves caricias y comenzó a cantar una canación que no conocía pero su voz era hermosa. Me acariciaba mi pelo y lentamente sentí como me dormía, aunque quería seguir escuchando su dulce voz, parecía un coro de ángeles cantando en unísono. Solo que él era mi ángel, mi ángel guardián.
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Dos deseos de navidad
RomanceSi estas aquí es porque aún crees en la posibilidad de que los deseos navideños existen, si estás aquí es porque aún crees en el poder del amor. Talvez no te demos la definición de amor ni lo que significa, pero te damos la posibilidad de creas en...