VIII

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El día arreciaba el horizonte, ya los rayos del sol iluminaba un nuevo día, el azul del cielo se aclaraba cada vez más mientras que el grupo liderado por Hallvard atravesaba las puertas de un pueblo donde la gente iba de lado a lado llevando animales, niños, agua y más cosas. La gente parecía muy revolucionada, los extranjeros no reconocían el lugar por lo que podrían llegar a pensar que esto era normal, pero Hallvard, Jorid y el otro escudero sabían que no era así.

- Mantenganse cerca mía, intenten disimular y no hablen con nadie a menos de que quieran ser ejecutados. - Hallvard parecía muy serio en lo que decía, bueno, desde que lo habían conocido siempre mantuvo la misma expresión en su rostro. - Necesitamos conseguir caballos, o un barco, no estamos muy lejos de tu hogar pero cabalgando nos llevará más tiempo. -

- ¿Mi hogar? - Por un momento, una chispa de esperanza recorrió por las emociones de Einar, quien buscaba aferrarse a cualquier opción de que su familia siguiera viva, aunque está fuera ínfima.

- Mantén el silencio, aunque creas que son unos bárbaros descerebrados, pueden darse cuenta cuando alguien no es de aquí. - El compañero de Hallvard tomó el brazo del jóven, este último clavó sus ojos sobre él, el hombre lo soltó y continúo diciendo. - Torfinn Hovland, a diferencia de Hallvard, yo confío en lo que nos dijo la señorita Heid. - Acto seguido, se alejó caminando.

Asher, Aeduuard y Jorid aún se mantenían detrás de Einar, el los miró, torció sus labios, como en disconformidad con lo que sucedía y echó a andar por la tierra, esquivando a todo aquel que se pusiera en su camino, seguido de sus tres compañeros. Jorid se adelantó hasta colocarse a la par de quién iba delante, al hacerlo, intentó hablar, cuando no obtuvo respuesta se colocó frente a él.

- ¿Que se supone debo hacer con ellos? No saben hablar como tú, si abren la boca son gente muerta, además, ni siquiera te conozco, no sé porque continúo siguiéndote. - Su cabello rubio parecía ser blanco, sus ojos irradiaban cierta confusión, Einar estaba agotado.

- Quizás porque salvé tu vida, porque si no fuera por mi no podrías ni siquiera hablar, tu cabeza simplemente sería una más disecada y tirada al bosque por el que llegamos, ¿Quieres que continúe? - A continuación, simplemente dejó atrás a la jóven a quien Asher sonrió alzando los brazos, pareciera que hasta él lo había entendido.

Jorid caminó sola por el pueblo, mirando a sus alrededores, realmente no sabía dónde estaban, solo había seguido a los demás para no mantenerse sola, era mejor que estar encerrada en una celda esperando la muerta o directamente estar muerta. Unos cuantos pasos más la llevaron a entrar en la taberna, no estaba llena pero había unos cuantos hombres hablando con quién parecía ser el dueño de esta, por su parte, ella decidió sentarse en una banca que estaba cerca de la ventana. Uno de los hombres se acercó a ella, sentándose a su lado, apestaba a sudor y alcohol, el olor combinado era insoportable por lo que hizo a un lado el rostro cuando este tomó asiento.

- Hola preciosa. - se detuvo por el hipo que le provocaba el alcohol. - ¿Eres de aquí? - las palabras salían como si fuesen el alcohol que había consumido, mientras tanto, jugaba con su cabello, o al menos eso intentaba.

- No, aléjate de mí. - dijo empujándolo levemente con ambos brazos hacia un costado, ella se movió un poco más, pegandose al débil cristal de la ventana.

- ¿Por qué me esquivas? ¿A caso no quieres un hombre fuerte y grande cómo yo? - Su boca apestaba tanto a alcohol que hasta ella parecía sentir los efectos, le producía repulsión.

Lo único con lo que respondió fue con rodar los ojos y ponerlos en blanco, ni siquiera dirigirle la palabra. Luego, el hombre la tomó del hombro y la acercó a él, le habló durante unos segundos hasta que ella lo empujó enojada.

The Northern Bastion: Raíces del norte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora