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Marco se dejó caer a un lado del mueble mientras sacaba de entre su bolsillo un cigarro para encenderlo, por fortuna su hijo no tenía nada de que preocuparse, era tan sólo un resfriado lo que aquejaba al pequeño bebé.

- ¿Qué demonios voy a hacer con mi vida? – se preguntó así mismo mientras expulsaba el humo del cigarrillo-. Soy un fracaso como padre – se replicó con dureza.

El mafioso dio un ligero vistazo a su reloj de mano, era tan solo las once de la noche, necesitaba un trago y necesitaba salir de la mansión o de lo contrario los recuerdos que le rodeaban lo volverían loco. Tomó entre sus manos las llaves de uno de los autos y subió a este para ir directo a uno de sus clubs nocturnos.

Marco se bajó del auto una vez llego a su destino, se introdujo entre los clientes que frecuentaban el lugar, era famoso en toda Calabria por las mujeres hermosas que bailaban allí.

Camino unos cuantos pasos más lejos de los gritos de los hombres que alentaban a las prostitutas a quitarse la ropa y se sentó finalmente en una de las mesas del fondo.

Una de las mujeres del sitio se fijó de la presencia de su jefe en el bar y no dudo en ir directamente a atenderlo.

- Buona notte amore, ¿que deseas para esta noche? – ronroneo cerca de él.

- No soy tu amore, ¿acaso no sabes quién demonios soy? – respondió seriamente él-. Trae una botella de William Lawson.

- Si señor – contestó la mujer sorprendida de la dureza con la que el italiano le había respondido.

La mujer se dirigió hasta la barra por el pedido que había ordenado su jefe, mientras Marco se quedó solitario en aquel rincón, una vez la mujer regreso con la botella sirvió un vaso lleno y se lo tomo de un solo golpe, sin importarle la sensación del whisky quemando su garganta.

Habían pasado tan sólo dos meses desde que belle había muerto y para él se sentían como dos siglos.

Se lamentaba una y otra vez el no haber ido con ella aquella vez, era la única razón que no le dejaba conciliar el sueño pro las noches. Marco se sirvió los vasos de whisky una y otra vez, se estaba volviendo un alcohólico por culpa de la soledad, ahora ni él mismo tenia control de su vida.

Leandro estaba en una mesa del lugar cuando vio al líder de la mafia calabresa ahogando sus penas en alcohol, bufo al aire mientras se levantaba de la silla y una de las mujeres que lo rodeaban protestaba por que las dejara solas.

Alguien tenía que decirle a que el camino que estaba escogiendo en su vida no era el más sano.

- Buona notte don Marco – articulo Leandro una vez estuvo a un costado de la mesa.

Marco lo miro por encima de su hombro mientras servia otro vaso.

- Buona notte don Leandro – contestó él ebrio.

- ¿Puedo sentarme?

- Claro que sí, está en su derecho de acopañar a un alcohólico.

Leandro lo miró y negó con la cabeza, después tomo asiento a su lado.

- Lo que haces no está bien – dijo el líder de la orden-. El alcohol no es una respuesta a nuestros problemas.

- Quizás es lo único para lo que soy bueno, para beber – contesto Marco tomando otro trago. Después le deslizo uno a él.

Leandro bebió el contenido del vaso y se sirvió otro trago.

Perfecta Oscuridad  (No.2 de la Trilogia Peligroso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora