Capítulo 1.

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Me encontraba acostada en mi cama, mirando aquel techo blanco algo grisáceo que tenía falta de pintar. No quería moverme de allí. Desde hacía unos meses, mi vida había cambiado bastante. Había salido de una mala relación por mi propia cuenta y no podía sentirme más libre. Pero ese día, me encontraba con algo distinto, tenía el cumpleaños de mi amiga Valeria. Aunque era fin de semana, estaba de mal humor, no me apetecía nada salir, pero debía hacerlo.

Al fin, me levanté de la cama y fui directa a la ducha. Abrí el agua y esperé a que se calentara. Dejé que el agua se deslizase por mi cuerpo lentamente, liberando cada uno de mis pensamientos, ese era mi momento favorito del día. Salí de la ducha y me dirigí a mi habitación, ahora si que tenía un problema, ¿qué debía ponerme?

Media hora después, había conseguido el conjunto perfecto, vestido azul claro con la espalda descubierta y cuñas azul marino. Un toque muy ligero de maquillaje y mi pelo rubio rizado suelto, como más me gustaba llevarlo.

Llamé a mi padre para que me llevase a toda prisa, no me había dado cuenta de la hora que era, pero antes, me despedí de mi hermanita. Siempre he pensado que un beso de mi pequeña princesita, me da buena suerte.

Por el camino, la conversación con mi padre fue la de siempre.

- Ten cuidado, no bebas y no cojas nada de lo que te den, ¿entendido?

- Papá, la fiesta es en el salón de su casa. Ahí no creo que hayan muchas caras desconocidas, así que puedes estar tranquilo, además, conociendo a Valeria, no habrá alcohol. Te prometo que no llegaré demasiado tarde.

Llegamos. Le di un beso a mi padre y entré en casa de mi amiga. Nada más abrir la puerta, alguien se me abalanzó encima.

- Menos mal que eres tú, si no, habría muerto de vergüenza - dijo la morena riendo. - Ya era hora, ¡pensé que no ibas a venir!

Cómo no, era mi mejor amiga Elisabeth. Eli y yo nos habíamos conocido nada más empezar el instituto y desde entonces, hemos sido inseparables. Nada más soltarme, no dejó de hablar sobre la de chicos guapos a los que había invitado a la fiesta y diciéndome lo impresionante que estaba. Realmente, yo nunca me había aceptado demasiado bien a mi misma, pero al menos ahora, podía mirarme en el espejo sin sentir vergüenza.

Localizamos a Valeria sirviendo bebidas al fondo de la estancia. Se había esmerado por que todo fuese perfecto. La música sonaba a todo volumen mientras el DJ mezclaba, las luces de todos los colores iban y venían a toda velocidad, el olor a alcohol y porros impregnaba el local. Personalmente, siempre había visto el fumar como una pérdida de tiempo, pero yo no era nadie para juzgar. Saludé a Valeria y me ofreció una copa de vodka que acepté con agrado. Me senté en unas sillas que estaban al fondo para ver el ambiente. Pronto se acercaron unos chicos algo mayores que yo y el más guapo se sentó a mi lado.

- Hola preciosa, me llamo Andrés, ¿quieres un poco? - dijo ofreciéndome su copa.

- Estoy servida, pero gracias - dije sonriendo amablemente.

- ¿Eres amiga de Valeria? - insistió. 

- Sí, nos conocemos del instituto - respondí agitando el vaso que tenía en las manos. 

- Vaya, no me había dicho que tuviese amigas tan guapas... ¿Bailamos? - preguntó.

- Yo... Eh... Prefiero quedarme aquí, estoy esperando a una amiga - dije sonriendo y deseando que apareciera Eli en cualquier momento.

Comencé a mirar a mi al rededor para distraerme mientras aquel grupo de chicos conversaba enérgicamente. La puerta del salón se abrió y entró un chico de metro noventa aproximadamente, perfectamente arreglado para la ocasión y bastante guapo, todo hay que decirlo. Un amigo de Val, supongo. Pero no me dio tiempo a pensar nada más, ya que Elisabeth me agarró de la mano y me arrastró a bailar junto a ella. El vodka comenzaba a realizar efecto en mi. Cinco canciones después, mi cuerpo me pedía alcohol, hice una pausa para beber y reponerme y fue entonces cuando alguien me tapó los ojos.

- No te habrás olvidado de mi, ¿verdad? - dijo César.

Pues si, si me había olvidado de él. Llevaba todo el verano tonteando con aquel chico. Para ser sincera, no me gustaba demasiado. Era un buen amigo, pero llevaba mucho tiempo sin pareja, ansiaba estar con alguien y sabía que estaba completamente colado por mi.

Las horas se pasaron volando, era tarde y debía irme a casa. Me despedí de las chicas y de Andrés que se tomó sus propias libertades. Cuando pretendía salir, César se empeñó en acompañarme a pesar de que no se encontraba muy lejos de allí. Por el camino bromeamos y nos reímos. Finalmente, llegamos a mi casa. Se le veía algo más cortado que de costumbre, ya que siempre era muy lanzado.

- Mira Carol... Llevo mucho tiempo con ganas de darte un beso.

Aquello me pilló de imprevisto totalmente y no sé si fue por lo colocada que estaba o por el cansancio, pero me dejé besar. Me separé, abrí la puerta de mi casa y entré. Sin hacer ruido, llegué a mi habitación, cerré la puerta y revisé mi móvil. Tenía una notificación de Facebook, pero estaba agotada, ya mañana lo miraría. Me puse una camisa, me quité los pantalones y me acosté en la cama sin pensar si quiera en lo que acababa de ocurrir, ya mañana tendría tiempo para arrepentirme.

Que mis ojos no se olviden de los tuyos. #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora