Capítulo 40 🦋

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Alayna

Mis pensamientos golpeaban unos contra otros. Cuando lo conocí por primera vez esperaba ver esa parte de él, pero no imaginaba que se convertiría en un monstruo. Tenía miedo de perderlo.

Él me había dado la oportunidad de elegir, sin embargo, me negaba a marcharme sin luchar. No iba a renunciar. No quería, maldita sea. Odiaba lo que estaba sucediendo, pero enfrentaría la situación y esperaría el tiempo necesario. Luca tarde o temprano reflexionaría. Él necesitaba esta violencia para saciar la ira que lo carcomía. Pronto calmaría su hambre de venganza.

Valía la pena cada intento.

Él valía todo.

Después de dar vueltas por la ciudad sin rumbo fijo, finalmente detuve el auto frente a una pequeña casa. No entendía porque acudía a ella. Quizás porque me otorgaba paz y alivio. No tenía a nadie con quién desahogarme. Era lo más parecido a una amiga.

Bajé del auto, activé la alarma y caminé a la puerta. Eloise me recibió con una expresión confundida.

—Hola, duende—sonreí—. Lamento la hora.

Sus ojos marrones se iluminaron con genuina emoción. Traía puesta una bata que apenas cubría su delgado cuerpo. Me miró de pies a cabeza y frunció el ceño. Ella tampoco entendía qué hacía yo allí.

—¿Estás bien?

—No —confesé.

—Oh, Alayna—suspiró con pesar y me hizo un ademán con la mano—. Pasa, por favor.

Entramos y cerró la puerta con seguro. La vieja televisión estaba encendida mientras se reproducía un vídeo de mala calidad. El ambiente era suave y relajante. Se sentía mucha paz a pesar de que su casa no era moderna ni la más grande. Envidiaba su vida tranquila y monótona. Ella no tenía la necesidad de huir ni esconderse constantemente.

—¿Tienes alguna bebida fuerte? —pregunté—. Mi cabeza me está matando y necesito un trago urgente.

—¿Sabes qué hora es? —musitó—. Como sea, ¿qué te pasó?

—Estoy bien, perdona si te interrumpí. No tenía a dónde ir y pensé que no te importaría si me quedo.

Su cara se suavizó.

—No me molesta, pero pondré una sola regla para que lo tengas en cuenta la próxima vez. Avisa antes de venir, no te tomará dos segundos enviarme un mensaje. Tienes mi número.

Una leve sonrisa se propagó por mi cara. Era realmente linda cuando estaba molesta.

—Hecho —dije—. ¿Dónde está mi trago?

Belleza Oscura [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora