Capítulo 21 🦋

115K 11.1K 3.6K
                                    


Luca

El funeral del abuelo fue esa misma tarde nublada. Había muchas personas presentes: tíos, primos, soldados y sirvientes leales a él. Qué decepción. Merecía estar solo en este nefasto día. ¿Lo peor? El hipócrita predicador afirmaba que Stefano Vitale era un gran hombre honorable y bondadoso.

Sí, claro.

¿Por qué no decía la verdad? ¿Por qué no exponía que era un repugnante mafioso del crimen organizado? ¿Que mató a miles de personas por dinero? ¿O cómo traficó a pobres mujeres para incrementar su asquerosa fortuna?

Stefano Vitale era una basura y el mundo debía saberlo. ¿Por qué todos éramos santos en el momento de morir? Escuché recitar palabras como: "Fue un hombre admirable, amaba a sus hijos y sus nietos. Trabajó muy duro para darles una vida digna..."

Obviamente no mencionaron que me obligó a perder mi virginidad en un prostíbulo cuando tenía trece años. También olvidaron que violó a pobres mujeres frente a mis ojos y que golpeaba a su difunta esposa. Estaba harto de escuchar tanta mierda junta, mi familia daba asco.

El muerto en el ataúd ni siquiera era un hombre católico, nunca había ido a la iglesia ni tenía valores. El predicador hablaba muy bien de mi abuelo porque le habían pagado. Leyó notas que los seres queridos escribieron en una pequeña tarjeta para que las compartiera este día.

Para agravar la situación, escuché a mi madre y Marilla llorar desconsoladamente. Kiara estaba en silencio al igual que yo. Papá mantuvo sus ojos en el ataúd mientras Alayna bostezaba sin disimulo a mi lado. Nunca leí la biblia, pero Amadea era muy religiosa y me dijo una vez que Dios perdonaba los pecados más viles si uno estaba arrepentido. ¿El abuelo tendría salvación al igual que todos los hombres que llevaban este estilo de vida? Lo dudaba. No había agua bendita ni rezos suficientes para limpiar su alma podrida. Él ardería en las malditas llamas del infierno y sufriría el resto de la eternidad. Se lo ganó a pulso.

Me alejé cuando el último grano de arena cayó sobre el ataúd. Ya no soportaba escuchar tanta hipocresía o me ahogaría. Los tacones altos de Alayna resonaron mientras me seguía. No había vuelto a hablar con ella desde el altercado con mi padre y me avergonzaba hacerlo. Defendió mi honor porque yo no fui capaz. Tenía sentido que no quisiera nada serio conmigo. Era un cobarde incapaz de asumir ciertas responsabilidades. Con la muerte de mi abuelo anhelaba huir y olvidarme de todo.

—Ignazio se pondrá en contacto con nosotros pronto—informó—. La guerra para defender tu título ha comenzado.

Mantuve mis ojos en una triste tumba al azar cubierta de polvo, flores secas y hojas. La última vez que había estado en un cementerio había sido para enterrar a mi tío Pablo. Murió por los mismos motivos: el estilo de vida que los Vitale llevábamos. La mafia era la causante principal de nuestras desgracias y una parte de mí deseaba tener otro destino. Morir de viejo en una pequeña cabaña siempre me pareció la mejor opción o sosteniendo la mano de la mujer que amaba. Era una maravillosa manera de entregarme a la muerte.

—¿Cómo estás tan segura? —pregunté en voz baja.

Las comisuras de su boca se elevaron en una sonrisa.

—Recibí un mensaje de él más temprano.

El resentimiento ardió en mis entrañas. Era estúpido porque no sabía con certeza que tipo de relación tenían, pero no pude evitar los celos injustificados. La forma en que ella lo había mirado la noche anterior despertó mis inseguridades. ¿Lo seguía amando? ¿Moretti sería una brecha entre nosotros? Era absurdo pensar de este modo, por supuesto. Solo era sexo.

Belleza Oscura [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora