Capítulo 42 🦋

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Alayna

Mi padre fue el primer hombre que destrozó mi corazón. Desde ese día me convencí a mí misma que nunca más permitiría que alguien volviera a hacerlo. Rompí mi promesa cuando conocí a Ignazio y después a Luca. La tercera era la vencida y yo no planeaba tropezar con las mismas piedras. Era momento de empezar un nuevo viaje y no poner mi corazón a disposición de nadie. Menos de un hombre.

Sostuve las dos maletas mientras bajaba con cuidado las escaleras. Me iría de esa casa y no regresaría. No había nada que me retuviera allí. Eloise se levantó del sofá al verme. Quería llevarla conmigo, pero se trataba de mi familia y prefería mantenerla al margen. Era muy reservada cuando se trataba de ellos.

—¿Vas a dejarme aquí? —preguntó.

—No tienes nada que temer, Eloise. Luca va a protegerte.

—Ni siquiera lo conozco —Sacudió la cabeza—. ¿Te vas y me dejas atrás como si fuera una carga?

Mi pecho palpitó de culpa.

—Lo siento muchísimo —me disculpé con sinceridad—. Iré a Inglaterra porque mi familia me necesita. Alguien a quién amo sufrió un accidente y necesito estar con ella.

—¿Qué...?

—No puedo contarte los detalles, pero te prometo que volveré a buscarte si las circunstancias me lo permiten. Cuídate, duende.

Le di un beso en la mejilla y me aparté con una sonrisa. Ella era otra debilidad que nunca debí permitirme. Dejarla allí me mataba.

—Hasta pronto, Alayna—susurró mientras le daba la espalda.

Salí por la puerta principal, arrastrando las dos maletas y vi al taxi estacionado. Iría al aeropuerto y nunca miraría atrás.

—Señorita —saludó el taxista.

Le entregué las maletas y él las ubicó en la cajuela mientras respiraba el aire fresco, dejando que el viento amargo me preparara para cualquier cosa que estuviera por venir. Era el comienzo de la vida que merecía.

Antes de entrar al auto cometí otro error y miré hacia las ventanas de la mansión.

Luca estaba mirándome fijamente desde su despacho.

Mi parte ingenua esperaba que volviera y me pidiera otra oportunidad. Lo quería, pero no soportaría otro golpe de su parte. Él era mi mayor enfermedad y ahora necesitaba curarme.

—Adiós, príncipe —susurré.

Me puse las gafas de sol y entré al taxi sin darle otra mirada al hombre que había cambiado mi vida.

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Luca

Mi pecho se sentía vacío.

Mi corazón había muerto esa mañana al verla abandonar la mansión Vitale. Me dolía más que nada, pero no permitiría que el sufrimiento me retuviera. Alayna era un vacío negro a partir de ese día, una quemadura en mi memoria que sanaría.

Me impulsó a ser otra persona, confío en mí cuando nadie más lo hacía y le debía gran parte de mi imperio. Estaba en la obligación de afrontar su pérdida, pero no sabía hasta cuánto soportaría. Recordarla sería una constante tortura. ¿Era posible sobrevivir sin la pieza más importante?

Llené la copa de vino y restregué las manos por mi rostro. Había hecho suficiente por mí. No quería que se quedara a mi lado por obligación. La quería completa, segura y feliz. No agotada. Ella necesitaba alejarse para sanar y yo debía alimentar a mis demonios con la oscuridad.

Belleza Oscura [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora