Alayna
Dieciocho años atrás...
Era mi décima semana en cautiverio y nadie se atrevía a hablarme. Las niñas éramos separadas de los niños, pero durante el entrenamiento peleábamos juntos. La tortura se convirtió en una rutina diaria. Fui electrocutada, ahogada, golpeada, azotada, insultada. Inducida a pruebas que me acercaban a la muerte, pero superé todas y lo hice sentir orgulloso.
Estaba herida la mayor parte del tiempo, solitaria, cansada y apagada. Los pocos recuerdos que tenía de mi hermano se desvanecieron y el odio reemplazó su lugar. Una parte de mí le guardaba rencor porque no había luchado por nosotros, permitió que nos separaran y no volvió a buscarme. ¿Era la única que lo llamaba en sueños? Lo echaba de menos y rogaba que algún día volviéramos a vernos.
En algún momento ese sentimiento de añoranza se volvió menos doloroso y aprendí a sobrellevarlo. Entrenar me daba un propósito, me ayudaba a olvidar y me hacía sentir poderosa, como si pudiera derrotar a cualquier monstruo que tratara de atraparme.
Me senté en la mesa más alejada del comedor y agarré un croissant de la bandeja. Yo podía comer lo que quisiera a diferencia de los demás. Decían que era la favorita de nuestro maestro. Nadie sabía cuál era su nombre. Solo teníamos permitido llamarlo señor.
—La privilegiada de Rusia —murmuró una voz burlona y levanté los ojos hacia una chica. Era la que más destacaba de mi grupo porque era muy buena en los combates—. ¿Puedo sentarme?
No hablé y ella se sentó a pesar de que no le di ninguna autorización. Era bonita con su largo cabello rojo y ojos oscuros. Todos querían tener su atención excepto yo. Mi única preocupación era ser la mejor y mantener contento al maestro. Quizás me ganaría una recompensa con más valor que un croissant.
—Asustas como la mierda, ¿sabes? ¿Te has preguntado por qué nadie quiere dirigirte la palabra?
La miré con atención y mastiqué sin responderle. El maestro me había dejado claro que no estaba ahí para entablar una amistad con nadie. Éramos soldados entrenados con el propósito de matar a los malos.
—Están asustados de ti —prosiguió ella a pesar de mi silencio—. Aprendiste más rápido que cualquiera y te has ganado los elogios del maestro. Te llaman la perra privilegiada.
Mis dedos se hundieron en la masa dulce y tragué. Mi tono era seco cuando finalmente hablé:
—No me importa.
No les agradaba porque tenía privilegios que ellos no: cama cómoda, ducha caliente y comida decente. Pero me había ganado cada uno con sudor y duro trabajo. Si querían demostrar algo que lo hicieran dentro del ring. Estaría encantada de romperles sus caras para que dejaran de murmurar a mis espaldas.
—Por supuesto que no debería importarte. Son insignificantes y desechables —La chica tendió su mano y sonrió—. Son unos envidiosos porque nunca estarán al mismo nivel que nosotras. Me llamo Talya y quiero ser tu amiga.
🦋
Me senté en el taburete de la cocina y bebí la mayor parte del café. Leí las noticias en internet mientras le daba otro mordisco al croissant. Me pregunté cuál sería mi aventura de hoy con Luca. Quería preguntarle sobre las chicas que mantenía ocultas en el prostíbulo que mencionó. Era lindo de su parte que confiará en mí, pero también muy estúpido e ingenuo. No todos tenían intenciones altruistas como él lo llamaba.
¿Hacía cuánto tiempo estaba metido en esto? Tantas preguntas qué hacer. En cierto punto lo admiraba por su gran valor. Arriesgaba su vida por otras personas y no había nada interesado en sus acciones. Solo el bien común. ¿Qué haría contigo, príncipe? Me gustaban los hombres que iban detrás de lo que querían. Luca era valiente, noble y gentil. Hermoso por dentro y fuera. Odiaba que su luz me atrajera tanto.
ESTÁS LEYENDO
Belleza Oscura [En Librerías]
RomanceAlayna Novak es una asesina sin corazón, pero cuando su camino se cruce con el de Luca Vitale, despertará en ella algo mucho más fuerte que el deseo. *** ¡Belleza Oscura, está disponible en librerías! Puedes comprar el libro accediendo al link dent...