Capítulo 20 🦋

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Alayna

Sostuve la chaqueta de Luca mientras él vomitaba hasta su alma en el baño. El sonido de arcadas me hizo arrugar la nariz con repulsión. Su padre me advirtió que quería verlo alejado de las drogas, pero no pude evitarlo. Me descuidé un segundo y fue un terrible error.

Le afectó verme con Ignazio. Estaba muriéndose de celos y su mejor forma de lidiar con el problema era recurrir a las drogas. Debía ser consciente de las cosas que había en juego. Era muy emocional. Me preocupaba que nuestra relación interfiriera en el trabajo.

Tarde para lamentos. Fue mi culpa desde el primer momento que acepté su beso y deseé más. Estábamos jodidos y teníamos que arreglarlo antes de que fuera tarde. Nunca estaría dispuesta a cederle el control a alguien, menos de mis emociones. Era un muro que no planeaba derribar, pero le di explicaciones. Lo besé y traté de convencerlo de que no sucedió nada con Ignazio. ¿Eso qué significaba? No iba a contestar la pregunta porque la respuesta no me gustaría.

Luca vomitó otra vez y le di palmaditas en el hombro. Sus primos continuaban con la fiesta mientras Ignazio desapareció. A mí me tocaba llevar al príncipe de regreso a su castillo. Agradecí que su padre estuviera ocupado con el anciano en el hospital. Si veía a su hijo en estas condiciones lo usaría como excusa para maltratarlo nuevamente.

—Iré a buscar agua, necesitas hidratarte—murmuré, devolviéndole la chaqueta —. ¿Estarás bien por unos minutos?

—Sí —Luca me echó un breve vistazo—. Gracias.

Salí del baño para dirigirme al minibar de la zona VIP y no vi a los demás. Mañana tendría una seria conversación con Luca. Debíamos restablecer los límites o esto se saldría de control. Yo era la profesional y no medí mis acciones. Maldita sea.

Le pedí una botella de agua fría a la chica del bar y me entregó una casi congelada. Ayudaría a despejar la mente frustrada de Luca. Si se corría la voz de que estaba siendo descuidado e imprudente habría consecuencias. Iban a dudar de su posición como Subjefe y futuro Don.

Alguien tropezó cerca de mí cuando quise regresar al baño. Un hombre de estructura gruesa me acorraló contra la pared. Lo observé indignada mientras me daba una sonrisa maliciosa.

—¿A dónde vas con tanta prisa, preciosa? —preguntó. Su aliento agrio me golpeó en la cara —. ¿No quieres bailar?

No entendí cómo había podido entrar allí, se suponía que era zona VIP.

—Quítate de encima.

Sus manos me subieron el vestido y un torrente de furia me sacudió. Levanté la rodilla y lo golpeé. El desconocido cayó al suelo mientras tocaba su entrepierna en un gesto de puro malestar. Debía darme las gracias por no arrancarle sus bolas.

—Perra loca —escupió—. Solo quería bailar.

Le di una fuerte patada en las costillas que lo hizo encogerse de dolor. Pronto los hombres de seguridad se acercaron al notar el escándalo. Estaba furiosa, no apreciaba que me tocaran sin mi consentimiento. Jamás.

—Saquen a este fenómeno de mi vista o mancharé la linda alfombra con sangre —advertí colérica—. ¿Saben quién soy? ¿Cómo pudieron permitir que entre aquí?

El hombre de seguridad asintió y me miró con vergüenza. Idiota incompetente.

—Lo lamento, señorita. No volverá a ocurrir.

—Por supuesto que no —Una voz demandante sonó a mi espalda —. Deshazte de él ya, Florenzio.

Quedé atrapada en los ojos grises de Luca cuando se fijó en mí. La atmósfera cambió a una tensa y aterradora. Logró recuperar la compostura y ahora estaba a punto de matar a alguien. No había señales de que hubiera estado drogado, mucho menos casi haber vomitado sus órganos. Se veía impecable con el cabello húmedo, el traje prolijo y la mandíbula apretada.

Belleza Oscura [En Librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora