Feliz cumpleaños, Levi

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Es mi primera historia, ¡Disfruten! ♡ 

Narra Hange:

El despacho de Erwin era lo ideal para festejar el cumpleaños de nuestro amigo, lo suficiente para tres personas. Propuse a Erwin reunirnos antes de las diez de la noche del 24. No planeábamos una gran fiesta, Levi no es el tipo de hombre que disfruta estar con mucha compañía, apenas y soporta la mía. Algo pequeño, como un brindis para pasar la noche y, algún obsequio.


11:29 p.m.

¡¡Crack!!

—¡No puede ser! 

Un ruido estridente me hace volver a mi lugar de trabajo, encerrada en el laboratorio, claro. Con una mano en el corazón busqué un pequeño reloj entre los papeles del escritorio. Veo la hora y grité por mis adentros: «¡Todavía estoy a tiempo!». Tomé una bata y agarré mi cabello en una coleta alta que no sirvió para mantener sujetos mis pequeños mechones, y de zancada a zancada, corrí por los fríos pasillos hasta dar con el despacho.

—¡Llegué Erwin! ¡Lo siento por la demora! —abrí la puerta de golpe y me topé con la amargura de un rostro.

—No deberías ir gritando e ir abriendo puertas sin antes tocar, fíjate cuando lo haces, puedes romperle la cara a alguien —dijo Levi con semblante amenazante.

—¿Acaso te sorprendí? —me apoyé sonriente en el marco de la puerta, tratando de verme tranquila tras el gran maratón.

Con un ligero movimiento de ojos me examina, se detiene en mi rostro.

—No hay nada que me sorprenda de ti, gafas. —Dio media vuelta dirigiéndose a un sofá cerca a la chimenea.

—Hange, parece que tu nueva investigación va bien —Erwin, volteando la cabeza, llamó mi atención sentado en el sofá.

—¿Eh?

—A comenzado a nevar —miré junto con él a través de la ventana como pequeños copos se pegaban al cristal—. Cierra la puerta y acompáñanos al fuego —me invita.

Cerré y con paso tranquilo cruzo el despacho, me acomodé al lado derecho de Levi, quien, de brazos cruzados nos miró con intriga. Se sirvió un poco de té:

—Si continúas ignorando las peticiones de tus subordinados, terminarás siendo parte de una mugre irreconocible en el laboratorio —me reprendió.

—¿A qué te refieres, Levi? —Su respuesta fue un sorbo de té.

—Hange, cuando era hora de reunirnos, pedí a Nifa que fuera por ti. Esperamos una hora y mandé a Moblit. No llegaste. Así que Levi iba por ti, pero en ese momento llegaste —explicó Erwin.

—¿En serio mis subordinados fueron al laboratorio? Eso explica la porcelana que rompí. Mmm, no los había notado. —Coloqué un dedo en mi mentón tratando de hacer memoria en ello. En realidad no lo recordaba y obté por sonreír a sus rostros.

—¡Cuatro ojos de mierda! Fuiste tú la que me pidió que estuviera pronto en este lugar, y eres la principal en llegar a la hora que te venga en gana —molesto, bebió otro sorbo de té.

—¿Sabes? Pudiste haberte retirado, no sé, tal vez a limpiar el establo, porque simpatizas demasiado bien con la mierda —dije cruzándome de brazos y lo miré amenazante, pero con burla; antes que pudiera contestarme fue interrumpido por un quejido proveniente de Erwin, que más bien parecía una risa escondida entre la palma de su mano.

Erwin se aclaró un poco la garganta y me brindó una copa de vino. Era la hora perfecta: media noche.

—Oh, espera —pedí retirándome por un momento.

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