Capítulo 8.

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Era impresionante lo que Hyun Jin podía inventar en cuestión de segundos. Con tal de no soltar la verdad ante Chang Bin, armó rápidamente una historia donde Seung Min y él habían tenido una discusión algo fuerte.

El pelinegro más bajo intentó animarlo, diciéndole que todos los amigos peleaban alguna vez y asegurándole que todo estaría bien, pues conocía a Seung Min lo suficiente como para saber que no podría estar enojado por tanto tiempo. De todos modos le recomendó no esperar demasiado para ofrecerle disculpas, agregando que era mejor que la amistad se restaurara pronto.

Hyun Jin agradeció los consejos y simplemente cambió de tema.

—Oye, Binnie, mis padres no estarán este fin de semana, ¿quieres quedarte a dormir en mi casa?

Ya le había preguntado lo mismo a Seung Min. Sentía que al invitar a Chang Bin estaba haciendo mal de alguna manera, pero tenía claro que no quería estar a solas con el castaño... Mejor dicho, no podía. Por cómo estaba la situación, ni siquiera podía garantizar que Seung Min iría con él al final, mas no quería correr ningún riesgo.

—Está bien —contestó el más bajo—. ¿Harás una reunión como las de Chan?

—No, no. Seríamos sólo tú y yo... y tal vez Seung Min.

—Pocas personas, pero de acuerdo, ahí estaré —prometió sin hacer más preguntas.

La última clase de ese día para Seung Min era Literatura, con el profesor Kim Min Jun. Entró al salón de clases correspondiente y, aunque dudó por varios instantes, terminó por tomar asiento donde siempre: a un lado de Hyun Jin.

Después de lo ocurrido en la mañana en el pasillo principal, no habían hablado para nada, ni siquiera al cruzarse por casualidad al cambiar de salón para cumplir con sus horarios. Sí tenían algunas clases juntos, pero se habían sentado un tanto apartados y, el hecho de que Seung Min se hubiera acercado otra vez, de una manera u otra le daba a Hyun Jin la creencia de que no era demasiado tarde; aún podía arreglarlo todo.

El pelinegro sólo quería acabar con el incómodo silencio entre ambos, pero el profesor llegó y dejó sus pertenencias encima del escritorio antes de que él pudiera pensar en una buena disculpa.

—Seung Min... —Lo llamó en voz baja a mitad de la clase, sin prestar atención a las palabras del maestro.

—¿Qué? —Sin voltear a verlo, le hizo saber que sí lo había escuchado.

—Uh... Caminemos juntos a casa hoy —se animó a decir—. ¿Quieres?

—¿Y si Chang Bin llega de repente? Tal vez prefieras caminar con él e irte sin avisarme.

No era necesario ser un genio para saber que Seung Min se estaba burlando. Hyun Jin sintió una especie de punzada en el pecho tras escucharlo, pero no podía negar que lo merecía por su patética mentira.

—Lo siento —susurró.

—¿Hm?

—Lo siento —repitió, usando un tono de voz sólo un poco más alto que el anterior.

Seung Min dejó de tomar notas en su cuaderno y volteó a ver al pelinegro, sin saber lo mucho que éste era afectado por la decepción que todavía se podía apreciar en su mirada.

—Me dijiste que el beso no había cambiado nada, pero...

—¡Hwang! ¡Kim! —El profesor los interrumpió, mirándolos con el ceño fruncido—. ¿Qué es tan importante que no puede esperar a que mi clase termine? ¿Gustan compartirlo?

—Una disculpa, profesor —avergonzado, Seung Min agachó la cabeza unos momentos.

—Ya no hablaremos —agregó Hyun Jin, imitando al castaño.

Afortunadamente, la advertencia del profesor no fue más lejos y ambos se salvaron de un castigo como hacer tarea extra o tener que quedarse unos minutos después de la salida. Eso sólo podía significar que el maestro no estaba de mal humor.

Llegó el final del día escolar y, mientras todos guardaban sus cosas y se preparaban para irse, Seung Min habló:

—Regresaremos a casa juntos, pero nos detendremos en la tienda de conveniencia por unas frituras.

—¡Sí! —Exclamó Hyun Jin, aliviado por haber recibido una respuesta positiva.

—Tú pagas —agregó el castaño, levantándose y colgándose su mochila en la espalda para por fin dirigirse hacia la puerta.

Seung Min quería actuar como siempre, quería que todo volviera a la normalidad, quería que las cosas fueran tal y como eran antes del beso... Lo quería con tanta desesperación, no podía seguir ocultándolo. Tal vez la solución era dejar el asunto del beso atrás, nunca pensar de nuevo en él y simplemente seguir hacia delante con su vida.

Pero no podía.

Era como si su mente se negara a dejar ir ese recuerdo. Cada vez que cerraba los ojos, podía sentir los labios del contrario sobre los suyos una vez más y podía ver el enorme nudo en sus pensamientos haciéndose más grande.

¿Por qué no podía deshacerse de todo lo que pasaba por su cabeza?

—Por cierto, Minnie... —Era fácil notar que Hyun Jin también hacía un esfuerzo por recuperar el estado sano y normal de su amistad—. ¿En dónde estuviste a la hora del almuerzo?

—Me la pasé en la biblioteca —rio un poco.

Caminaron hasta que se encontraron con Chan en la entrada principal del edificio. Ambos se dieron cuenta al instante de que el australiano se veía más alegre de lo común y, como ninguno podía contra su curiosidad, le preguntaron si pasaba algo.

—Sólo esperen —pidió Chan, sonriendo ampliamente—. Estará aquí en unos minutos y los dos podremos decirlo juntos.

Cuando Chang Bin se encontró con ellos, tanto Seung Min como Hyun Jin pensaron que él era el chico al que estaban esperando para recibir la noticia, pero el mayor de todos negó entre risas y les dijo que tendrían que esperar un poco más.

Unos cinco minutos después, Felix se acercó a ellos y sujetó la mano de Chan con algo de timidez, terminando por entrelazar sus dedos con los del castaño. Chang Bin alzó una ceja y esperó a que su amigo diera una explicación, mientras Seung Min y Hyun Jin no hacían más que mirarlos con más curiosidad que antes.

—¿Ustedes dos...? —El más alto de los pelinegros intentó adivinar, pero su lengua decidió traicionarlo y no dejarlo hablar.

—Ya conocen a Lee Felix —comenzó Chan, mirando al pelirrojo junto a él con una tierna sonrisa—. Sin embargo, ahora quiero presentárselos una vez más... Como mi novio.

Seung Min y Hyun Jin se sorprendieron mucho, pero la expresión facial de Chang Bin era casi indescifrable.

Continuará.

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Gracias por leer.

El día que lo cambió todo [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora