Capítulo 11.

312 48 18
                                    

El castaño no podía terminar de procesar lo que el más alto había dicho y, de un momento a otro, Hyun Jin simplemente salió corriendo.

—¡Espera! —Suplicó Seung Min, pero el pelinegro lo ignoró.

Intentó alcanzarlo, mas no tuvo éxito. Después intentó enviarle un mensaje e incluso llamarlo por teléfono, pero tampoco funcionó, era evidente que Hyun Jin no quería ver a nadie.

Seung Min volvió a su casa con una preocupación indescriptible en el pecho y con la confesión del contrario repitiéndose en sus pensamientos. ¿A qué se refería Hyun Jin exactamente con que tal vez no lamentaba lo que había pasado?

¿Podría ser que... le había gustado?

Fue difícil, pero decidió dejarlo tranquilo durante el resto del día para que acomodara todo lo necesario en su cabeza, aunque se quedó muy atento a su teléfono celular por si recibía alguna llamada o algún mensaje de su parte. No tenía sentido seguir negando que algo había cambiado entre ellos después del beso, el siguiente paso era descubrir qué y por qué.

A la mañana siguiente, Seung Min no se atrevió a buscar a Hyun Jin y pedirle que caminaran juntos hacia la escuela. Hasta que dejó un par de libros en su casillero fue que escuchó a una maestra hablando con otra y se enteró de que el pelinegro no asistiría a clases ese día porque la señora Hwang había llamado para avisar que estaba enfermo. De una manera u otra, supo al instante que el más alto había mentido para no tener que salir de casa. Suspiró y, resignado, se dedicó a tomar notas de todas las lecciones, en especial durante las clases que compartía con su amigo.

El jueves no fue diferente. Hyun Jin volvió a faltar porque aún se sentía mal... O bueno, eso escuchó decir a los profesores.

—Deberíamos visitarlo —sugirió Chang Bin mientras caminaba hacia la salida junto con Seung Min, Chan y Felix—. Puede ser que la esté pasando muy mal, pero que se anime un poco si vamos a verlo.

—¿No estaríamos siendo inoportunos? —Cuestionó el australiano de cabello castaño.

—Ah, buen punto... —Murmuró el más bajo, volteando a ver a Seung Min segundos después y sonriendo por una pequeña idea que apareció en su mente—. Tal vez podrías visitarlo solamente tú, Seung Min —compartió lo que se le había ocurrido—. Tu casa es la que está más cerca de la suya, ¿no es así?

—¿Eh? Sí, pero... —Se rascó la nuca, buscando una excusa.

—¿Podrías ir y decirle que todos le deseamos que se recupere pronto?

Chan y Felix tardaron poco en unirse a la petición de Chang Bin, y así, Seung Min de repente se sintió presionado. Nadie sabía de lo sucedido y el castaño en realidad no podía culpar a sus amigos por estar preocupados. Aceptó pasar por la casa de Hyun Jin antes de irse a la propia sin complicarse de más, aunque por dentro estaba nervioso.

La señora Hwang lo recibió con gusto y le dijo en dónde encontrar al pelinegro. Sintiendo sus piernas como si estuvieran hechas de gelatina, Seung Min caminó hasta la habitación de Hyun Jin y tocó la puerta un par de veces.

—Ah... Adelante... —Alcanzó a escuchar la voz que Hyun Jin usaba cada vez que quería fingir tener un insoportable dolor de cabeza.

No pudo evitar reír un poco antes de finalmente abrir la puerta y entrar al dormitorio. Hyun Jin se sorprendió bastante cuando lo reconoció, pues había creído que la persona tocando del otro lado era su madre con algo de comida o medicamentos.

—Parece que viste a un fantasma —intentó bromear.

—Ah... Seung Min... ¿Eres tú? —Preguntó, entrecerrando los ojos y siguiendo con su pequeño acto—. No puedo... verte bien...

—Sé que no estás enfermo, tonto —le dijo en voz baja.

El pelinegro dejó de fingir en ese mismo instante e hizo un puchero, sabiendo que no tenía caso continuar con algo así cuando ya lo habían atrapado.

—¿Vienes a compartir tus apuntes conmigo?

—Sí... Y también a decirte que Chang Bin, Chan y Felix te envían sus mejores deseos —agregó con cierto tono burlón—. Descuida, tu secreto está a salvo conmigo. Les diré que tenías una infección horrible en un ojo o algo así.

—Gracias... —Sonrió de lado.

—¿Por qué estás haciendo esto? —Suspiró—. Sé que la escuela puede llegar a ser aburrida y que no te va muy bien en Química, pero tampoco es para tanto, ¿o sí? —Hizo una breve pausa—. No me gustaría pensar que me estás evitando después de lo que pasó.

—Minnie...

—Eso que dijiste el martes —lo interrumpió—, lo de que tal vez no lamentas haberme besado... ¿Qué significa, Hyun Jin? —Se le quedó viendo fijamente—. No tienes a dónde correr, así que contéstame.

El silencio que llenó la habitación del pelinegro después de esa orden fue de lo más incómodo. Si se prestaba atención, lo único que se podía escuchar ahí dentro eran los latidos de ambos corazones; ansiosos, nerviosos, un poco asustados.

—Significa... —Carraspeó—. Significa que una parte de mí quería besarte —respondió antes de desviar la mirada—. De hecho... Esto podrá sonar muy extraño, Minnie, pero esa parte no se ha ido, sigue en mí y me dice que incluso me gustaría poder hacerlo otra vez.

El color rojo se extendió por todo el rostro de Seung Min. Era fácil notar que el contrario estaba hablando en serio.

Continuará.

.............................

Capítulo corto, pero escrito con mucho cariño.

Decidí publicarlo hoy por el cumpleaños de Frecklitas, quien me dijo que quería ver más HyunMin. ¡Espero que disfrute de esta confesión y que cumpla muchos años más! 🥳🎂❤️

Muchas gracias por leer.

El día que lo cambió todo [HyunMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora