Capítulo 7

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"Mataste a todos los que te amaron... Hiciste sufrir a aquellos a quienes les importabas... Todos te odian, todos quieren que mueras, todos quieren dañarte... Tu sufrimiento, eso quieren"

Con un suspiro Wuxian abrió sus ojos, estaba exhausto. Había pasado casi un mes en el que no bajaba al pueblo. Luego de estar meditando por los dos días que se tomó cuando fue la partida de XuanYu, había ido a la posada para continuar trabajando. Se sentí mejor, la señora Liang le había reprochado pues se había preocupado mucho por si el muchacho se cuidaba como debía. Paso una semana, la ausencia de A-Yu se hacía muy notoria para él, ya no había con quien compartir al almorzar. Tampoco quien le hiciera preguntas sobre cultivo o cualquier cosa que se le pudiera ocurrir y ya no había nadie a quien arrullar por las noches.

La soledad que sentía Wei Ying desde que dejó de ser el discípulo principal de Yunmeng, había crecido en él con el tiempo. Solo A-Yuan habían logrado disiparla, hacer que fue olvidada por este. Pero luego de despertar en este tiempo, la compañía de A-Yu le había dado un pequeño "gran" respiro de ese sentimiento que lo ahogaba. Las voces en su cabeza se hacían más fuertes y él ya no tenía ni la fuerza ni un motivo por el cual pelear contra ellas.

En el pasado sería su shidi y su shixiong, su secta. Luego serían los remanentes, Wen Qing, Wen Ning y A-Yuan. Y después nada... Ya no le quedaba nada en el mundo que valiera para que el se esforzara por pelear.

Y con todo eso ocurriendo dentro de él, más sin el poder de dejar que alguien lo viera, Wuxian continuó encargándose de los problemas en el pueblo y las cercanías. Llevaba semanas acumulando energía resentida en su cuerpo, liberando un poco mientras meditaba, pero viéndose obligado a dejar una porción significativa dentro de él. No podía controlarla del todo y por ello no podía dejarla libre para que pudieran lastimar a los del pueblo. Ellos eran inocentes y no merecían tal calvario.

Luego de resolver unos seis o siete problemas, el joven de rojo callado pero amable, desapareció del pueblo. Ya no bajaba de su cueva, ya no iba a trabajar ni a jugar con los ancianos. Todos se habían preocupado por ello, sobre todo la señora Liang que maldecía el no poder ir a verlo por tener que estar pendiente de la posada. Nadie sabía que le había ocurrido a ese joven para que ya no lo pudieran ver.

En su cueva, Wuxian se mantenía en seclusión. Meditaba gran parte del día para no perder el control de si mismo, sin notar que no comía ni dormía. Su apariencia era horrible de ver, donde antes hubo carne y musculo, ahora se veía hueso y piel. El brillo de su cabello ya no estaba, su piel blanca se volvió grisácea por la falta de sol y vitaminas, y sus ojos estaban hundidos en su cara.

Por fin se podía notar en el exterior de su persona, lo roto que se hallaba por dentro. Pero eso no podía significar menos para él, sólo podía preocuparse por no dañar a más personas, aún si eso lo hacía sucumbir. Al fin y al cabo, eso era lo que quería y si podía lograrlo mientras protegía a los demás, al menos podría tratar de expiar un poco sus pecados.

"Todos te quieren muerto... Lo sé... Te quieren dañar y hacer sufrir... Lo merezco... ¿No tienes miedo del dolor?... No creó poder sentirlo..."

A veces surgían conversaciones entre esas voces y él al meditar, siempre acompañadas de recuerdos llenos de muerte, sangre, lágrimas y dolor. Todos de su pasado, a veces sería Lotus Pier incendiándose, otras serían él mientras extirpaban su núcleo, pero la peor eran la de la muerte de su Shijie y la de los gritos de los remanentes en los Túmulos. Y era este último el que precisamente se reproducía en su mente, recordaba sentir tanto odio por sí mismo, por permitir que tantas personas inocentes murieran por su culpa. Que la energía que controlaba se volvió contra él, después de todo, su más grande resentimiento era hacía su mismo.

Bu Wang - Mo Dao Zu ShiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora