Capítulo XVI - Secuestro (parte 3)

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No sabía cuánto tiempo había dormido, pero despertó en el mismo lugar, todo había sido real después de todo, era prisionero de saber quién y peor aún, no sabía el motivo, por no decir, que a su lado permanecía en un sueño profundo, el vampiro peliverde.

Al observarlo pudo ver que el rostro de Midoriya parecía pacífico, le aliviaba de cierto modo saber que no está sufriendo al menos, a pesar de no enterarse de nada de lo que está sucediendo a su al rededor.

Se levantó de su lugar para inspeccionar, por si encontraba algo en esa celda, aunque las probabilidades eran nulas, porque era obvio que no habría nada y efectivamente, tras un breve recorrido no encontró algo útil.

Se acercó entonces a los barrotes, para ver si podía usar la fuerza y aflojar alguno, sin embargo, todo fue en vano, el hechizo todavía hacía efecto en él, porque además de impedirle transformarse al parecer también había aminorado su fuerza. Pero nada perdía por seguir intentando, era tanto el ruido que provocaba hasta que fue interrumpido porque escuchó un gran rugido, en ese momento se paralizó por un segundo, pues no sonaba como un hombre lobo, eso lo tenía bastante claro, era otra especie.

Quiso escuchar de nuevo el rugido para ver si podía reconocer que animal se trataba, por lo que volvió a lo suyo con los barrotes y una vez más se escuchó el rugido, pero en esta ocasión fue más feroz, sin embargo, aún no terminaba de identificarlo, tenía una idea, pero no estaba del todo seguro.

— No deberías provocarlo — habló una voz masculina. Él había vuelto — Ni siquiera a mí me gusta acercármele, es más, me sorprendió que tuviera dueño y este le obedeciera.

— ¿De qué especie se trata? — preguntó el pelirrojo.

— Eres curioso ¿no es así?

— Estar encerrado, no es tan entretenido como crees, te aburres lo suficiente — respondió divertido el hombre lobo — máximo si tu compañero de celda ni si quiera está despierto.

— ¡Ja! Supongo que tienes razón. Pero estoy seguro que Midoriya despertará pronto, no le di la cantidad suficiente de la pócima, al menos no la que me indicaron.

— ¿Por qué harías algo así?

— Tengo mis motivos, aunque a ella no le gustara, sin embargo, creo que es lo mejor.

— Sigo sin entender que hacemos aquí — soltó el hombre lobo.

— La razón es simple.

— Y supongo que no vas a decírmela.

— No.

Kirishima suspiró, sabía que no sería fácil sacarle información, aunque siendo sinceros, no estaba obteniendo ninguna, ese hombre, le respondía, sí, pero eran respuestas vagas que no le daba nada en concreto. Quizas no estaba haciendo las preguntas adecuadas, decidió entonces replantearse el enfoque de sus preguntas y mientras el pelirrojo pensaba cuál sería su siguiente cuestionamiento el hombre le habló diciéndole algo que no esperaba en absoluto.

— ¿Qué piensas de Midoriya?

— ¿Qué? — preguntó de inmediato algo desconcertado.

— ¡Jaja! Sabes lo que dije, no te sorprendas tanto.

— ¿A qué viene esa pregunta? — respondió.

— Quiero saber si eres igual de despistado, nada más.

— No entiendo.

— Confirmado, lo eres. — contestó él para después reírse de un confuso hombre lobo.

El pelirrojo dudoso por su anterior pregunta, iba a seguir hablando con el hombre misterioso, pero fue entonces que empezó a escuchar unos leves quejidos, se giró a ver, para notar que era Midoriya estaba removiéndose cómo si estuviera a punto de despertar.

Noche Roja [Todobaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora